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viernes, 13 de mayo de 2016

Cogito ergo sum

Cogito ergo sum 

Pienso luego existo es la conclusión de alguien que identifica la realidad con el razonamiento, la existencia con la mente

13/05/2016 - Autor: Hashim Cabrera - Fuente: Webislam
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Sabiduría perenne, reverdeciente e imperecedera...
Si los sufíes hubieran conocido a Descartes y hubiesen podido dialogar con él, habrían sentido su profundo extravío. Pienso luego existo es la conclusión de alguien que identifica la realidad con el razonamiento, la existencia con la mente. Ego ergo sum.
Rabia Al Adawiyya, la célebre santa que caminaba por Bagdad con una antorcha encendida en una mano y un cubo de agua en la otra diciendo, cuando le preguntaban sobre su actitud, que "quería apagar el fuego del infierno y prender fuego al Paraíso", quería expresar con ello su convencimiento de que la meta no es el jardín o el fuego sino el regreso a la Realidad Única, a Dios.
Estaba convencida de que la más absurda pretensión del ser humano, su mayor arrogancia y presuntuosidad, es la pretensión de existencia.1
Pienso luego existo es concebir la mente como base de lo real, cuando es precisamente al contrario: es la Realidad Única la que sustenta y crea la mente. Descartes, Tomás de Aquino, Aristóteles, Averroes, los filósofos de las Luces e incluso hasta los posmodernos estaban —cada uno a su manera— convencidos de la superioridad de la razón sin poder darse cuenta de que esa supremacía acabaría siendo, en el occidente cristiano,  no sólo exclusiva sino excluyente de la vida espiritual y de otras formas de conocimiento, fundamentalmente de la gnosis: un verdadero desastre gnoseológico y supervivencial.
Una de las diferencias entre la cosmovisión islámica y otras cosmovisiones holísticas tradicionales tiene que ver con las ideas de realidad y existencia. Así, la vedanta advaita, por ejemplo, sostiene que el mundo que perciben nuestro sentidos (maya) no sólo es ilusorio sino que no existe, que sólo existe lo Absoluto Uno, Dios para la comprensión del humano medio. En el islam también se considera el mundo (dunia) como algo transitorio, aparente, mudable e ilusorio, aunque existente de una manera que raramente podemos comprender.
Pienso luego existo sólo nos lleva a uno de los términos de la ecuación. Como pensamos, como tenemos mente racional, disfrutamos de alguna suerte de existencia, aunque sea ilusoria, pero ello no nos dice nada acerca de la Realidad, de ese Absoluto, Uno y Único, al que los seres humanos llamamos Dios, para poder establecer alguna relación con él —tal es la necesidad que las criaturas tenemos de retornar  a lo Real— aunque en un principio esa relación se establezca desde la dualidad, desde el lenguaje de la palabras, hasta la lengua del corazón, y ese Dios se torna entonces el Señor que nos muestra Su rububiyya, Su señorío y majestad incontestables.
Pensar y razonar es cualidad de ser humanos, pero ese pensar y ese razonar han de encauzarse hacia nuestro regreso a la Realidad, desenmascarando los ídolos y fantasmas que pueblan un mundo que no es nuestro, desvelando la irrealidad de nuestros egos animales, de nuestros demonios personales que asumen la forma del deseo, de la ambición, del miedo o el apego a las criaturas, haciendo de esa irrealidad un incomprensible contrapunto a la Realidad sola, verdadera, esa que nos libra de nosotros mismos, de todos esos velos e idolatrías que nos mantienen prisioneros.
Decir la illaha illa Allah con la lengua es la expresión de nuestro islam, de nuestra rendición exterior. Hacerlo con el corazón ya es expresar —a los demás y a nosotros mismos— la forma de nuestra creencia, devolver a la Realidad Única la amâna que nos prestó un día para que transitásemos por este mundo como seres despiertos. Sentir con todo nuestro ser el la illaha illa Allah es ya percibir y experimentar el ihsân, la presencia y la belleza escondidas en lo más oculto de nuestra creación.
La gnosis (ma’arifa) no es filosofía, la intuición profunda no es el simple raciocinio. La gnosis aúna la razón y la intuición, la visión y el recuerdo, como esos mares coránicos cuyas aguas se juntan sin mezclarse. La gnosis es ese conocimiento que, según nos dice Allah en el Corán:
“Y encontraron a uno de Nuestros siervos, a quien habíamos dado una gracia Nuestra y a quien habíamos impartido un conocimiento procedente de Nosotros.”
(Corán, sura 18, Al Kahf, aya 65)
Sabiduría perenne, reverdeciente e imperecedera, conocimiento holístico que es el que necesita el ser humano para realizar el propósito de su creación. Es precisamente este conocimiento el que invoca la ciencia contemporánea, a la espera de que la comunidad humana asuma una nueva cosmovisión que no es tan nueva sino que enlaza con esa Sabiduría Perenne de la que nos han hablado René Guénon, Schuon, Martin Lings, Henri Corbin y tantos otros.
Gnosis holística —valga la redundancia— que no es sino el marco cognitivo necesario para superar el viejo paradigma moderno, para trascender la cárcel del silogismo en el que hemos vivido prisioneros.
¡Quiera Dios guiarnos por el sendero de regreso a Él, a la Única Realidad, ayudarnos en la comprensión intuitiva de las señales que jalonan ese itinerario de vuelta. Nada hay sino Él, el Creador Incomparable!
La jaula ualla quata illa billahi-l ‘Ali-l ‘Adim.
Nota
En Andalucía, una afirmación común ante el hecho de la muerte es decir con parsimonia "No somos nadie".

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