ROMA – El papa Francisco se sumó a una preocupación global cada vez más fuerte por la decisión del gobierno de Donald Trump de reconocer a Jerusalén como la capital israelí y de trasladar ahí la embajada estadounidense. El pontífice dijo que rezará por que se preserve el estatus de la ciudad como un lugar sagrado tanto para judíos como cristianos y musulmanes, y que se evite un conflicto innecesario.
“No puedo callar mi profunda preocupación por la situación que ha sido creada en últimos días y, al mismo tiempo, deseo lanzar una apelación desesperada para que todos se aseguren de respetar el statu quo de la ciudad según las resoluciones relevantes de las Naciones Unidas”, dijo Francisco durante su audiencia matutina en el Vaticano.
“Jerusalén es una ciudad única, sagrada para los judíos, cristianos y musulmanes –que en ella ven lugares santos de sus respectivas religiones– y que tiene una vocación especial para la paz”.
Con un lenguaje particularmente enfático, el papa añadió: “Rezo al Señor que esa identidad sea preservada y fortalecida para el beneficio de la Tierra Santa, del Medio Oriente y de todo el mundo, y que prevalezcan la sensatez y la prudencia para evitar añadir nuevos elementos de tensión a un mundo de por sí sacudido y con cicatrices de muchos conflictos crueles”.
Los comentarios del pontífice parecen haber sido una advertencia clara y una exhortación para el presidente Trump, quien anunció este miércoles formalmente que la Casa Blanca reconoce a Jerusalén como la capital israelí, una divergencia con la política exterior estadounidense desde 1948 cuando se estableció el Estado israelí.
Trump también ha dicho que la embajada estadounidense en Israel de Tel Aviv se trasladará a Jerusalén. Los críticos de tal decisión dicen que eso socavará y posiblemente pondrá fin a un proceso de paz de por sí moribundo y a la posibilidad de que se establezca la solución de dos Estados.
Argumentan que el cambio en la política desmantelará la imagen que Estados Unidos quiere proyectar de un negociador neutro por la paz y que los palestinos y árabes de la región verían en el gobierno de Trump una extensión del gobierno de derecha de Benjamin Netanyahu.
El cambio de la política “destruye el proceso de paz”, dijo el primer ministro palestino, Rami Hamdallah.
Además del papa, países aliados de Estados Unidos también expresaron preocupación.
“Claramente esta es una decisión que hace que sea más importante que nunca que las propuestas esperadas desde hace tiempo por parte de Estados Unidos respecto al proceso de paz en Medio Oriente sean presentadas”, dijo el canciller británico Boris Johnson.
Ese proceso, encabezado por Jared Kushner, asesor y yerno de Trump, parece estar atorado.
El rey Abdalá II de Jordania, nación que custodia la mezquita Al Aqsa en Jerusalén, recalcó que la ciudad es un componente clave para la posibilidad de “conseguir la paz y la estabilidad en la región y el mundo”.
El turco Recep Tayyip Erdogan convocó a una cumbre del órgano panislámico para el próximo 13 de diciembre en Estambul para discutir la decisión estadounidense y mostrar, según dijo el portavoz del gobierno de Turquía, Ibrahim Kalin, “una acción conjunta por parte de los países islámicos”.
Kalin le dijo a reporteros que el anuncio es un “grave error” y que “Jerusalén es nuestro honor, es nuestra causa común, es nuestra línea roja”, la misma que no debería cruzarse.
Irán también condenó el cambio; el ayatolá Alí Jamenei dijo en una conferencia en Teherán que refleja la “incompetencia y fracaso” del gobierno de Trump.
El martes, el papa Francisco también habló con el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abás, sobre la crisis. Asimismo, antes de sus declaraciones de hoy, el pontífice se reunió en privado con un grupo de palestinos que participaban en un diálogo interreligioso con funcionarios vaticanos.
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