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domingo, 12 de mayo de 2019

Tren Maya: el problema bioético del antropocentrismo

Tren Maya: el problema bioético del antropocentrismo
Estar a favor o en contra de la construcción del Tren Maya y no transformar nuestros hábitos de consumo ni cuestionar el sistema económico actual es una hipocresía y una contradicción.
PorPUB UNAM
 8 de mayo, 2019
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Por: Gino Jafet Quintero Venegas
El Tren Maya es, sin duda, la propuesta de infraestructura más polémica al inicio de este sexenio. Por un lado, quienes defienden la obra aseveran su necesidad porque la ruta conectará de forma más eficiente algunos de los recursos turísticos nacionales que reciben la mayor cantidad de visitantes anuales: Cancún, Tulum, Calakmul, Palenque y Chichen Itzá. Para otros, el valor del tren radica en el vínculo territorial lineal y el potencial de crecimiento económico que tendrán algunas comunidades de la península de Yucatán que habían estado en una situación histórica de rezago social. Un tercer grupo de defensores sostiene que un tren, ante cualquier otro medio de movilidad, es más sustentable y amigable hacia el medio ambiente porque la cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero son mucho menores que las de los automóviles de uso particular, vehículo preferido por los turistas que se desplazan a través de la península.
Por otro lado, están los opositores de la obra quienes argumentan que se construirá de forma unilateral, sin la consulta de las poblaciones originarias, legitimada por medio de una consulta popular apócrifa y como si fuese un capricho del presidente en turno. Para otros, la obra sería un “elefante blanco” de la infraestructura nacional, sustentado en irregularidades administrativas que conllevarían a un mayor costo económico del anunciado porque sus licitaciones fueron otorgadas de forma directa por el gobierno federal. Además, como si la decisión de la construcción de una obra de carácter federal fuera un “toma y daca”, hay un tercer equipo anti-tren que parece estar preocupado por la salud ecosistémica de los bosques tropicales por los que cruzará el tren y que ha enfocado su discurso en el impacto ambiental que la obra causará en las Áreas Naturales Protegidas.
Sea cual sea la postura que se tome al respecto, el proyecto del tren ha creado posturas éticas polarizadas entre la población mexicana. Pareciera ser que los ambos bandos tienen preocupaciones ambientales legítimas irreconciliables aunque sesgadas por una posición bioética antropocéntrica. Ambos ignoran el valor intrínseco de la naturaleza (el acto de percibirla como un fin mismo) porque se le asocia como un recurso explotable que es resultado del sistema económico actual.
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Muchos mexicanos buscan que el turismo sea un motor de crecimiento económico; muchos mexicanos quieren un país que reciba a millones de visitantes anuales y consolidarnos como potencia turística, pero ¿con qué costos ambientales? Para alcanzar estas metas se requiere generar infraestructura hotelera, construir aeropuertos, habilitar vialidades, desarrollar medios de transporte para movilizarles (trenes, autobuses, barcos…) y cada acción ejecutada impactará fuertemente a los ecosistemas, destruirá vegetación, desterrará a la fauna… aunque existan las manifestaciones de impacto ambiental correspondientes. ¿Lograremos sentirnos satisfechos con lo que ya tenemos en el país estando inmersos en un sistema capitalista avasallador?
Aquí cabrían las siguientes preguntas para responder de manera individual: ¿Podemos seguir construyendo megaproyectos y apostarle al desarrollo de un “capitalismo verde” que impacte poco a los ecosistemas? ¿Es el Tren Maya la principal amenaza ambiental de la Península de Yucatán? Por sí mismo, el concepto de capitalismo verde es contradictorio; es imposible implementar un sistema económico cuyo objetivo es la acumulación del capital, generar la mayor plusvalía posible y, al mismo tiempo, tener como finalidad la reducción del impacto medioambiental de las actividades económicas. Como especie, aún estamos muy lejos de dejar de ver a la naturaleza como un catálogo (in)finito de recursos explotables y de conformarnos con lo que ya tenemos, con lo que ya está ahí.
Así como se cuestiona la viabilidad del tren y se critica su impacto ambiental, urge considerar otras afectaciones antrópicas sobre los ecosistemas para ser verdaderamente congruentes. Hace veinte años, el Instituto de Geografía de la UNAM publicó un artículo científico que evidenció como la ganadería extensiva es la principal causa de la deforestación de la Península de Yucatán. Para ese año, se había perdido el 25% de la vegetación en la región. Hoy, la deforestación debe ser mayor porque se ha incrementado la demanda de productos alimentarios de origen animal tanto por el aumento en la población local como por el incremento de turistas en la región. Si el consumo de productos de origen animal no se reduce y la ganaderización del trópico yucateco persiste, con o sin Tren Maya será inevitable perder los ecosistemas selváticos.
La construcción del Tren Maya es resultado directo de la implementación del capitalismo verde en el país y funcionará como un paliativo ambiental. Servirá para que ciertos grupos sociales sientan que están siendo más responsables ante los ecosistemas, aunque los problemas ambientales no se resuelvan de raíz. Estar a favor de la construcción del Tren Maya y no transformar nuestros hábitos de consumo ni cuestionar el sistema económico actual es una hipocresía; estar en contra del Tren Maya y no transformar nuestros hábitos de consumo, ni criticar al sistema económico actual es una contradicción. En ambos escenarios se presenta un caso de esquizofrenia moral hacia la naturaleza.
* Gino Jafet Quintero Venegas es licenciado, maestro y doctor en Geografía por la UNAM. Autor de cinco artículos científicos indexados y de cinco capítulos de libros de investigación. Coordinador de los seminarios “Geografía de la coexistencia: reflexiones espaciales en torno a las relaciones entre animales humanos y animales no humanos”; y “Naturaleza y ética post-darwiniana”. Actualmente es profesor de Zoogeografía en la FFyL de la UNAM e investigador posdoctoral en el @bioeticaunam en la línea de “Zooética”.
Las opiniones publicadas en este blog son responsabilidad únicamente de sus autores. No expresan una opinión de consenso de los seminarios ni tampoco una posición institucional del PUB-UNAM. Todo comentario, réplica o crítica es bienvenido.
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