Los militares, contra Netanyahu... una vez más
La distancia entre el estamento de seguridad y el Gobierno se ha acrecentado en los años de Benjamín Netanyahu en el poder. Parece que el fin de Bibi se acerca, pero nadie quiere darlo por muerto
El próximo 9 de abril se celebrarán elecciones legislativas en Israel. Este será el escenario de un duelo que se ha intensificado en los últimos años en los pasillos de poder: el que enfrenta al estamento de seguridad y defensa contra Benjamín Netanyahu.
Tres líderes militares de altísimo prestigio (antiguos comandantes en jefe del ejército) como Moshe Yaalón, Benny Gantz y Gabi Ashkenazi han unido fuerzas contra el hasta ahora irreductible primer ministro. Además de las desavenencias políticas y del profundo desacuerdo que mantienen con el rumbo al que ha llevado al país, todos ellos han servido previamente a las órdenes de Netanyahu y han tenido encontronazos “estratégicos” con él. Y es que la distancia entre el estamento de seguridad y defensa y el Gobierno se ha acrecentado en los años de Netanyahu en el poder.
Las desavenencias, en esta ocasión, se dirimirán en las urnas.
Un enfrentamiento prolongado
Como relató Amir Tibon a 'Politico', el enfrentamiento entre Netanyahu y los generales viene de largo; concretamente, de la primera legislatura de Netanyahu a finales de los noventa. Durante los últimos diez años, los choques entre el estamento de seguridad y defensa y el primer ministro tenían que ver sobre el conflicto con los palestinos (los militares no veían con buenos ojos el estancamiento del proceso de negociación) y sobre el desafío nuclear iraní(mientras Netanyahu flirteaba con el ataque preventivo, los generales y la comunidad de inteligencia estaban en contra).
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En 2012, en el aclamado documental 'The Gatekeepers', antiguos altos mandos del ejército criticaron la política de ocupación militar llevada a cabo en Cisjordania; entre ellos, estaba el anterior director del Shin Bet, la agencia de inteligencia interior de Israel, Yuval Diskin, que también sirvió a las órdenes de Netanyahu. Diskin, además, intensificó la promoción del documental con fuertes críticas a primer ministro, que salieron en todas las primeras portadas del país a unos días de las elecciones del año 2013. Aun así, tras los comicios, Bibi fue capaz de formar gobierno.
En lo referente a Irán, según contó el ya fallecido antiguo director del Mossad, Meir Dagan, Netanyahu había ordenado en 2010 acelerar los preparativos para llevar a cabo un ataque preventivo contra las instalaciones nucleares iraníes. Dagan se opuso férreamente y, junto a él, el estamento de seguridad. Posiblemente, evitaron una guerra e impidieron aplicar uno de los manuales básicos del ejército israelí: la doctrina Begin (ataques preventivos y superioridad militar para disuadir a los enemigos).
No obstante, el proceso de paz e Irán no han sido los únicos motivos de discordia.
El último estallido de violencia entre Israel y Hamás en la Franja de Gaza se cobró, aparte de víctimas y daños materiales, una víctima política: el ministro de defensa Avigdor Lieberman. El líder de Israel Betenu (“Israel es nuestra casa”) dimitió por su desacuerdo sobre la ejecución del operativo para detener el lanzamiento de misiles desde Gaza entre los días 11 y 13 del pasado mes de noviembre. Su dimisión no sólo provocó una crisis de gobierno, sino que también recuperó un debate que ha estado presente en el establishment israelí desde comienzos de siglo: ¿debe el ejército cumplir su misión por encima de las presiones políticas y mediáticas?
Guerra asimétrica como centro de la discordia
Una democracia se distingue de un régimen militar porque es el liderazgo político el que toma las decisiones y el ejército el que las ejecuta y no al revés. Sin embargo, siendo el ejército una institución central en Israel -y siendo los líderes políticos en su inmensa mayoría antiguos militares- el peso militar en las decisiones estratégicas es incuestionable.
En su libro 'Israeli National Security' (Oxford University Press, 2018), el antiguo asesor de seguridad nacional adjunto de Israel, Charles D. Freilich, trata este asunto y examina por qué el liderazgo político israelí ha dejado inconclusas muchas operaciones militares contra fuerzas no convencionales como Hamás y Hezbolá. Entre los factores que han servido para que el poder político se contenga en la respuesta militar, está la aversión a las víctimas de la sociedad israelí, la existencia de un poder judicial envidiablemente independiente, la sobreexposición mediática y la fuerte presión internacional.
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Desde el 11 de septiembre, la conocida como guerra asimétrica (aquella en la que un ejército regular se enfrenta a un actor no estatal, como un grupo armado o una banda terrorista con control sobre un territorio) ha traído al estudio y al análisis de estrategas, juristas, politólogos y filósofos una nueva forma de contienda y enfrentamiento armado que no obedece a las normas de la guerra tradicional.
Israel ha sido un ejemplo y un protagonista de este tipo de guerras -también EEUU en Afganistán e Irak-, enfrentándose a ejércitos irregulares que no se atienen a las leyes de la guerra, que se parapetan entre la población civil y que, en última instancia, utilizan las víctimas civiles como arma propagandística. A este respecto, Freilich menciona en su obra que Israel ha sido también un “laboratorio” en donde expertos en seguridad nacional de todo el mundo han acudido a estudiar y evaluar los desafíos estratégicos que ha generado este tipo de conflictos.
Contra las guerras asimétricas
Ciertamente, desde la guerra de Vietnam, las sociedades occidentales no aprueban las guerras, y mucho menos las asimétricas, en donde no existen distintivos para reconocer al enemigo, la regulación del combate no está del todo clara y la cobertura de la prensa suele ser desfavorable. Israel no es una excepción y si antaño los israelíes luchaban en una guerra convencional contra otro Estado había un marco dentro del que operar y estaba en juego la supervivencia del país. Hoy, en cambio, Israel es una potencia militar regional en Oriente Medio, ninguno de sus vecinos amenaza su existencia y sus enemigos actuales son organizaciones no estatales que saben sacar partido a las lagunas y a las zonas grises que envuelven sus enfrentamientos y hostilidades.
Israel sería más tolerante a la dilatación de las operaciones militares si el que estuviera enfrente fuera otro Estado que amenaza su existencia
Cumplir con los objetivos que marcan los militares en Gaza o en Líbano conduciría a más víctimas civiles, a más bajas militares, a más horas de conflicto, a más gasto militar y a más presión internacional. El poder político y la sociedad en su conjunto serían más tolerantes a la dilatación de las operaciones militares si el que estuviera enfrente fuera otro Estado que amenaza la existencia del país, pero no contra grupos como Hamás o Hezbolá. Por esta razón, por ejemplo, el general retirado, Giora Eliand, escribióen 2017 que si Israel vuelve a enfrentarse contra Hezbolá, lo más conveniente sería declarar la guerra a Líbano.
En verano de 2014, el único conflicto prolongado al que se ha enfrentado Netanyahu, Anshel Pfeffer señaló en 'Foreign Policy' que la devastación habría sido mucho peor si el premier israelí no se hubiera resistido a las exigencias de los generales. Netanyahu tiene aversión al riesgo, está más cómodo con pequeños operativos secretos o bombardeos quirúrgicos en Siria que con encarar despliegues terrestres o conflictos prolongados. Una parte del ejército opina que es Hamás quien disuade a Israel, dado que el gobierno no está dispuesto a hacer caer a Hamás en Gaza, ni a realizar operaciones a gran escala en la Franja si se pueden evitar.
País diferente... y dirigentes diferentes
A lo largo de los últimos 20 años, la sociedad israelí ha experimentado profundos cambios que tienen su reflejo en los representantes políticos.
Netanyahu ha sabido adaptarse a los tiempos y las circunstancias, aunque su concepción de la defensa nacional procedía de la que diseñó Begin. Pese a ello, no ha solucionado las contingencias de defensa y seguridad que pueden hacer de Israel un sitio insoportable para vivir, y es algo que los ciudadanos tendrán en cuenta en la cita electoral y que los militares que se enfrentan a él explotarán.
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