Coronavirus por la gracia de Alá: "Si toda la Tierra fuera musulmana no habría virus"
Comunidades musulmanas se vuelcan en preceptos religiosos de baratillo para protegerse del coronavirus
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"Oh, Alá, busco en ti refugio de la lepra, la locura, la mutilación y todas las enfermedades graves", recita Fatma, una mujer anciana de origen paquistaní que dirige un grupo de oración para mujeres musulmanas en la pequeña localidad alemana de Walldorf. Se trata de una 'dua', una oración específica para protegerse contra el coronavirus.
La casa en la que tiene lugar la reunión es un microcosmos desubicado; un intento de reproducción exacto del país de origen en sesenta metros cuadrados. La mayoría de las mujeres allí presentes ronda los cincuenta años, hablan en urdu, inglés y árabe. El alemán brilla por su ausencia.
El de hoy se trata de un encuentro improvisado, planeado en torno a la confirmación del primer caso de coronavirus en el estado federal Baden-Württemberg, donde residen. Las mujeres rezan y disipan los miedos con fe y pasión ideológica. Fatma es la líder de un grupo de mujeres que viven en un limbo: son ciudadanas alemanas pero desconocen el idioma y rechazan la cultura autóctona. Consumen alimentos y palabras de su tierra. Son la consecuencia de un sistema de integración fallido, de la soledad, del choque cultural con sus propios hijos, de las miradas inapropiadas cuando caminan por la calle.
"Occidente ha luchado vehementemente contra el velo y ahora hombres y mujeres conocerán los beneficios de cubrirse", afirma la anciana mientras enseña una foto en su móvil en la que se puede ver a una mujer cubierta con un 'niqab' (velo integral) junto a otra que lleva la cara cubierta con una mascarilla.
"Alhamdulillah", contesta al unísono su audiencia. "Gracias a Alá".
Esa afirmación dista de ser original; forma parte de la narrativa conspiranoica que empezó a circular en forma de tuits y memes a finales del 2019, a raíz de la rápida expansión del Covid-19. Los mensajes cortos compartidos por redes sociales alcanzan a más gente, y a más velocidad, que las noticias de carácter científico. Si estos mensajes se destinan al consumo religioso con el objetivo de crear un falso componente de esperanza, su reproducción será imparable.
Castigo divino contra China
La reunión se convierte en una suerte de exposición de verdades absolutas que van integrándose en la construcción de la identidad religiosa. Una identidad religiosa basada en el miedo y en conceptos distorsionados que la mayoría de los imanes de las mezquitas europeas tratan de combatir.
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"Los ciudadanos chinos están aceptando el islam en masa al darse cuenta de que el coronavirus no afecta a la población musulmana", asegura una de las componentes del grupo. Se basa en un video que muestra la conversión de miles de personas y que no tiene relación alguna con el suceso que nos atañe. Sin embargo, los usuarios de las redes sociales siguen compartiéndolo como verdadero.
"Pero entonces, ¿por qué hay coronavirus en Irán?", pregunta una mujer de apariencia juvenil.
"El virus no afecta a los musulmanes que rezan", explica Fatma. "Ataca a los ateos y a los impuros. La enfermedad ha sido enviada por Alá para castigar a los opresores de los musulmanes en China y en occidente, pero también a aquellos que no acatan las reglas divinas".
La opinión de que el coronavirus es un castigo divino se popularizó a raíz de que un conocido clérigo sirio, Abd Al-Razzaq Al-Mahdi animara a sus fieles a celebrar la expansión del virus en China como castigo a los ateos, budistas y todos aquellos responsables del maltrato feroz hacia los musulmanes en el país comunista.
Miles de personas condenaron su reacción y denunciaron que la situación de los musulmanes chinos que se encuentran en centros de retención iba a agravarse al ser uno de los grupos más vulnerables de contagiarse con el Covid-19. Las condiciones de hacinamiento, la falta de medidas higiénicas y transparencia en las que están condenados a vivir conforman el medio perfecto para el contagio. A pesar de la oposición mayoritaria, la idea de impunidad frente a la enfermedad siguió expandiéndose entre los fundamentalistas. La mediocridad religiosa y el islam usado como arma arrojadiza desincentivan el acceso a los datos verídicos: la promesa de salvación es el producto estrella en tiempos de pánico.
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