El jefe del ejército de mercenarios ruso Wagner levanta el perfil y desconcierta al Kremlin
MOSCÚ.- Desafió a duelo al presidente de Ucrania desde la cabina de un cazabombardero, amenazó con orinar en la cara de uno de sus detractores, y declaró que su ejército privado estaba luchando “por cada calle, por cada casa, por cada escalera” en la ciudad de Bajmut, en Ucrania oriental.
Y todo eso en apenas las últimas dos semanas de la incipiente vida pública de Yevgeny V. Prigozhin, el magnate de San Petersburgo que de pronto está generando confunsión en la élite moscovita aliada del Kremlin, con su ahora doble apuesta a la política y la guerra en Ucrania.
Durante años Prigozhin operó en las sombras, aprovechando su vínculo personal con el presidente Vladimir Putin para alzarse con lucrativos contratos de catering y construcción del gobierno ruso, mientras formaba un ejército de mercenarios conocido como Grupo Wagner. Tras despachar a Ucrania a sus tropas llenas de convictos reclutados en las cárceles, Prigozhin emergió públicamente como un jugador más del poder, utilizando las redes sociales para hacer del lenguaje duro y la brutalidad una marca personal.
Y ahora Moscú y los analistas que intentan comprender la voluble dinámica de la Rusia de Putin se preguntan cuál será la próxima jugada de Prigozhin. Algunos creen que usará su nueva visibilidad para extender su influencia política, incluso tal vez para desafiar a Putin. Otros creen que la base de poder y el atractivo público del magnate son limitados.
“No sabemos cuáles son sus ambiciones políticas”, dice Oleg Matveychev, legislador por el partido de Putin, Rusia Unida, e histórico operador pro-Kremlin. “Ni siquiera sabemos si las tiene o no.”
En más de un sentido, la aparición de Prigozhin tras años en las sombras define la transformación política que vive Rusia desde que empezó la invasión a Ucrania, en febrero pasado. Con su chorrera de vulgaridades, su desprecio por la ley y su lealtad a nadie que no sea Vladimir Putin, Prigozhin se ha convertido en el epítome de la Rusia en tiempos de guerra: despiadado, desvergonzado y sin ley, mientras sus mercenarios se cobran miles de vidas en una de las batallas más sangrientas de la guerra.
Obstáculos
Pero el ascenso de Prigozhin enfrenta sus obstáculos. En su base territorial, San Petersburgo, enfrenta resistencia pública a sus intentos de controlar la política de la ciudad, la segunda más grande de Rusia. En la batalla por Bajmut, el Grupo Wagner sufrió ingentes bajas. Y Progozhin es fustigado con fuertes críticas y cuestionamientos abiertos en Moscú, donde su reclutamiento de convictos y su apoyo a las ejecuciones sumarias no caen nada bien, según los analistas. El jueves, Prigozhin anunció que ya no estaba reclutando soldados en las cárceles rusas.
De hecho, hasta el Kremlin parece tener un ojo puesto en el ascenso político de Prigozhin. Sergei Markov, analista político pro-Putin y exasesor del Kremlin que suele presentarse en la televisión estatal rusa, dice que en las últimas semanas el gobierno ha enviado una directiva muy inusual a los medios de prensa adictos: No promocionar excesivamente a Prigozhin ni a los Wagner.
“Es un pedido que viene de arriba, y no de mí”, dice Markov en entrevista telefónica desde Moscú, aunque se niega a especificar quién dio la orden. “Aparentemente, no quieren que ingrese en la esfera política porque es sumamente impredecible. Le tienen un poco de miedo…”
Prigozhin se metió en la pelea el año pasado, cuando expandió la presencia de los Wagner en Ucrania tras el fallido intento inicial del Kremlin de apoderarse de Kiev. Hasta ese momento, la “compañía militar privada” tenía actividad básicamente en Siria y África, donde operaba tanto en nombre del gobierno ruso como al servicio de los propios intereses comerciales de Prigozhin.
Ante la urgente necesidad de Rusia de tropas en la línea de frente, a mediadios del año pasado Prigozhin recorrió las cárceles del país en busca de reclutas, un entrometimiento tan descarado en el poderoso aparato de seguridad de Rusia que los analistas consideraron que solo Putin podía haberlo aprobado.
Según los funcionarios occidentales, en su empecinamiento por desgastar al otro bando en la batalla por Bajmut, en las últimas semanas Prigozhin ha arrojado a miles de convictos como carne de cañón a las fauces de las defensas de Ucrania, con un alucinante número de bajas.
Ambigüedad
El papel ambiguo de Prigozhin en la política interna de Rusia refleja el peligrosísimo acto de equilibrio de Putin: dejar contentos a los partidarios pro-guerra de línea dura sin preparar el escenario para el descontento masivo en caso de futuros fracasos militares.
Prigozhin no respondió a una solicitud de comentarios para este artículo, pero el viernes, en una entrevista con un bloguero ruso, aseguró tener “cero ambiciones políticas”. En su cuenta de redes sociales donde su oficina de prensa publica consultas de periodistas, junto con sus respuestas, Prigozhin se presenta a sí mismo como un líder populista en tiempos de guerra, que debe enfrentarse a funcionarios corruptos y oligarcas que preferirían estar cerca de Occidente.
En diciembre, dos combatientes de su Grupo Wagner grabaron un video con críticas e insultos contra el general Valery Gerasimov, jefe del Estado Mayor del Ejército ruso, por no enviarles suficientes municiones. Prigozhin echó más leña al fuego diciendo que “desde una oficina con calefacción es difícil entender los problemas que hay en el frente”.
El mes pasado, en una diatriba por el servicio de mensajería Telegram, Prigozhin fustigó al gobierno por negarse a bloquear el acceso a YouTube, “la plaga informativa de nuestro tiempo”. Y culpó directamente a la administración presidencial de Putin, donde según afirmó, “muchos funcionarios solo piensan en una cosa: que Rusia pierda la guerra lo más pronto posible, así vienen los norteamericanos a resolver las cosas”.
Pero solo dos semanas después de la andanada de Prigozhin contra Gerasimov, el Kremlin nombró al general como comandante en jefe de la guerra en Ucrania. Y el mismo día que Prigozhin embistió contra YouTube, un legislador de alto rango declaró que “que yo sepa, no se está debatiendo ni planeando debatir el bloqueo de YouTube”.
En las últimas semanas, Prigozhin ha insinuado su alianza con un partido político aprobado por el Kremlin conocido como Rusia Justa, que técnicamente está en la oposición pero que vocifera su apoyo a la guerra. El mes pasado, el líder del partido, Sergei Mironov, posó para la foto con una maza que llevaba la insignia de los Wagner: una pila de calaveras y una carita sonriente dibujada a mano. Mironov posteó que la maza era regalo de Prigozhin, quien había respaldado públicamente la ejecución a mazazos de un combatiente de Wagner que intentó pasarse al bando de Ucrania.
Este mes, después de un bombardeo sobre Bajmut, Prigozhin publicó un video de sí mismo en la cabina de un cazabombardero, desde donde retó al presidente Volodimir Zelensky a un duelo de aviones de combate: “Si le interesa, nos encontramos en el cielo”, posteó Prigozhin.
Esa actual búsqueda de centralidad llama particularmente la atención porque Prigozhin recién reconoció ser en dueño y fundador del Grupo Wagner hace menos de seis meses. Para los analistas políticos de Moscú, las preguntas clave siguen sin respuesta: ¿Qué quiere realmente Prigozhin? ¿Y cómo encajará en ese armado político estrictamente controlado por Vladimir Putin?
Por Anton Troianovski
Traducción de Jaime Arrambide
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