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sábado, 2 de diciembre de 2023

Martirio y mártir en la lucha de Hezbolá contra la opresión

 

Publicada: jueves, 30 de noviembre de 2023 13:29

Una de las imágenes que mejor define a Hezbolá y que al mismo tiempo es menos comprendida desde fuera de una perspectiva islámica, es la imagen del martirio de algunos de sus miembros.

Por : Xavier Villar

La noción de martirio, así como la categoría de mártir, resulta fundamental para comprender la lucha de Hezbolá contra la opresión, representada de manera particular por Israel.

La intención de este artículo es explicar las bases islámicas e ideológicas sobre las cuales se fundamenta la categoría del martirio.

Para el grupo libanés, la noción de martirio se enmarca dentro de la visión de la yihad defensiva, lo que implica no solo una disposición para luchar por la causa de Dios, sino también una disposición para morir por esta causa. El paradigma sobre el que se basa la noción del martirio es el conocido episodio de Karbala, donde el Imam Hussein se convirtió en un mártir y donde se sentaron las bases ideológicas necesarias para comprender la categoría de martirio tal y como lo entiende Hezbolá.

Karbala se convierte, por tanto, en el marco de referencia para entender y comprender todos los actos de sacrificio. En este sentido, es importante señalar que Karbala, desde una perspectiva política, representa la lucha constante contra la opresión. Precisamente ese paralelismo en la lucha contra la opresión llevó a Hezbolá a considerar actos de martirio todas aquellas muertes premeditadas, así como las muertes no premeditadas, que son aquellas que ocurren tanto en el campo de batalla como fuera de él.

En términos generales, se puede afirmar que la categoría de martirio para el grupo se asocia con todas las formas de yihad defensiva que implican la posibilidad inminente de la muerte.

Es esta “voluntad martiriológica” lo que diferencia a Hezbolá de sus enemigos, en particular de Israel. Según explica la profesora y experta en Hezbolá, Amal Saad, el soldado israelí puede contar con armamento avanzado, pero carece de esta “voluntad” ya que “lucha pero no desea morir”, lo que lo hace inferior al combatiente de la Resistencia.

La superioridad del miembro de la Resistencia se articula en su relación especial con Dios y, al mismo tiempo, en la lucha perpetua contra la opresión definida en términos existenciales. Es decir, si la dicotomía es entre luchar contra la opresión hasta el final o preservar la vida, los integrantes del grupo escogerán la primera opción. Esta elección “martiriológica” se comprende mejor si se visualiza el mundo no desde una perspectiva meramente material y como un valor en sí mismo, sino como una preparación para la vida después de la muerte.

Lo anterior no debe interpretarse como un rechazo a la vida, sino como una valoración de la justicia y la lucha contra la opresión. La importancia de esto radica en que se está dispuesto a morir si ello contribuye a hacer del mundo un lugar más justo y libre de opresión. El propio Nasralá, secretario general de Hezbolá, lo explicó al decir: “Quizás algunas personas piensen que anhelamos el martirio porque nos gusta morir de cualquier manera. No, nos gusta morir si nuestra sangre es valorada y tiene un gran impacto [en Israel]”. Es decir, el sacrificio que lleva al martirio tiene validez si se comprende desde dentro de esa lucha contra la opresión representada por el régimen sionista.

Esto se comprende mejor al observar que incluso aquellos miembros de Hezbolá que no han fallecido en batalla tienen un lugar en el paraíso al haber cumplido con la obligación religiosa de luchar contra la opresión.

En otras palabras, no existe una cultura de la muerte, como algunos autores han señalado; más bien, hay una cultura que privilegia la instauración de la justicia.

No debería sorprender a nadie, además, que desde dentro de un lenguaje articulado alrededor del Islam, tanto la resistencia como el martirio no sean percibidos como fines en sí mismos, sino que son comportamientos santificados en la medida en que representan caminos hacia la vida después de la muerte, y más específicamente, hacia el paraíso.

Es la lucha contra la opresión lo que determina la permisibilidad del acto del martirio. Por tanto, no es intelectualmente inconsistente para Hezbolá buscar el martirio como medio para enfrentar con éxito la opresión por un lado, y buscar la preservación de la vida en casos donde el martirio es ineficaz, innecesario, o cuando no hay opresión que enfrentar, por otro lado.

A este respecto, es importante volver a recordar que la visión occidental que equipara el martirio con el suicidio no es correcta desde una interpretación islámica. El suicidio, expresamente prohibido en el Islam, se refiere a una acción de auto-sacrificio que no sigue las normas de la lucha contra la opresión. Es precisamente esta característica del martirio lo que lo convierte en una herramienta en manos de los oprimidos. En palabras del propio Imam Jomeini: “Como chiitas, damos la bienvenida a cualquier oportunidad para sacrificar nuestra sangre. Nuestra nación espera con ansias la oportunidad de sacrificio personal y martirio; como tal, la muerte roja es mucho mejor que la vida negra.”

Desde una perspectiva política, se podría afirmar que la línea que distingue entre oprimidos y opresores se articula de manera existencial en la división entre el partido de Dios (Hizbolá) y el partido de Diablo (Hizb al-Shaytan).

Se puede concluir afirmando que la mayoría de los expertos occidentales, así como la propia Entidad Sionista, no comprenden los conceptos básicos necesarios para entender a Hezbolá. Retomando las palabras de Amal Saad, “la resistencia contra Israel se considera un deber religioso sagrado, y sacrificar la vida y alcanzar el martirio es una bendición. Es esta racionalidad de valores la que llevó a Nasralá a describir el ‘martirio’ de su hijo como ‘el mayor sentimiento de alegría que un padre puede experimentar’”.

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