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lunes, 23 de mayo de 2011

La cárcel secreta israelí 1391

La cárcel secreta israelí 1391
El Guantánamo de Israel

Enclavada en medio de Palestina ocupada, rodeada por altos muros y flanqueada por dos torres de control que garantizan la guardia militar y la vigilancia permanente al entorno de la zona, desde afuera, la cárcel 1391 se asemeja a cualquier otra estación de policía construida por los británicos en los años treinta durante su mandato en Palestina, las que, en su mayoría, son utilizadas como bases militares y cuya única referencia son carteles en los que sólo se escriben números.

La cárcel 1391 cercana a la Línea Verde, es decir, a la frontera entre “Israel” y Cisjordania, es diferente a las demás, ya que no solo no aparece en los mapas sino que fue borrada de las vistas aéreas y recientemente le quitaron el cartel que la señalaba y en el cual solo tenia una cifra escrita.

La censura eliminó de la propaganda israelí toda mención al lugar en que se encuentra dicha cárcel, con al alegato gubernamental de que la compartimentación y la confidencialidad son necesarias “para preservar la seguridad del estado”.

Según abogados israelíes, los periodistas extranjeros que divulgaron información secreta sobre esta cárcel están amenazados de ser expulsados de “Israel”, pero a pesar de los intentos del gobierno de ocultar todo detalle al respecto, se filtró información sobre sucesos terribles que ocurrieron en esa cárcel a lo largo de una década. Tal y como la describió un diario: la cárcel 1391 se considera “el Guantánamo de Israel”, en referencia al campo de detención para los prisioneros de Al Qaida y del Movimiento Talibán que mantiene Estados Unidos en la zona suroriental de Cuba, donde está enclavada una base militar yanqui contra la voluntad de los cubanos.

En septiembre del año 2003, en un informe emitido por un grupo internacional de expertos legales, presidido por Richard Goldstone, juez de la Corte Constitucional de Sudáfrica y quien fuera fiscal en la Corte Internacional sobre los Crímenes de Guerra cometidos en la ex Yugoslavia y Rwanda, se describe al campo de detención X-Ray (Rayos Equis), como “un agujero negro” en el que se pierde todo el que entra, ya que los detenidos son despojados de sus derechos humanos, sin la protección de los Acuerdos de Ginebra.

El informe añadió que “los estados no pueden mantener a los prisioneros políticos que tiene bajo su responsabilidad, en zonas fuera de la jurisdicción de cualquiera de las cortes internacionales”.

A pesar de que la cárcel israelí 1391 carece de fama en comparación con la de Guantánamo, viola las leyes internacionales y humanas de manera más atroz. Al contrario del campo de detención X-Ray, la opinión pública no conoce el sitio de la cárcel israelí, ni existen fotografías, de cerca o de lejos, de ninguno de los prisioneros, como las que fueron tomadas en los calabozos del Centro de Detención de Guantánamo.

Al contrario del centro de detención norteamericano, la cárcel sionista nunca ha sido revisada ni inspeccionada por parte de ninguna institución independiente, como la Cruz Roja Internacional. Todo lo que allí sucede es un misterio.

El fiscal “Goldstone” anunció que en el campo de detención X-Ray hay alrededor de 662 personas sin “argumento legal” pero nadie, excepto un número reducido de oficiales de seguridad y el gobierno israelí, conoce el número de los detenidos en la cárcel secreta 1391. Testimonios ofrecidos por ex prisioneros políticos que estuvieron en ese penal suponen que está atestado de prisioneros, muchos de ellos libaneses apresados durante la ocupación militar israelí al Sur de El Líbano, a lo largo de 18 años.

Cuatro meses después de revelarse por primera vez la existencia de esa cárcel, el gobierno israelí aún rechaza divulgar cualquier información valiosa sobre ella. “Todo el que ingresa a esa cárcel desaparece y probablemente para siempre”, aseguró la abogada israelita, Lina Tsamil, especializada en la defensa de los palestinos. La letrada añadió que “no hay ninguna diferencia entre esa cárcel y cualquier otra dirigida por dictadores racistas sudafricanos”.

Los pocos datos disponibles señalan que los métodos de interrogación incluyen tortura síquica y corporal de manera rutinaria. El prisionero político Mustafá Al-Dirani, secuestrado en El Líbano por las fuerzas especiales israelíes en el año 1994 y de quien Israel reconoció fue trasladado a la cárcel 1391, denunció que había sido violado por algunos soldados destacados en la penitenciaría.

Las primeras referencias públicas sobre esa cárcel estuvieron a cargo de la abogada Tsamil, en vísperas de la agresión militar israelí a las ciudades de la Ribera Occidental en el contexto de la Operación Muro Protector” en abril del 2002. Desde entonces esa cárcel, según parece, fue utilizada para retener a los prisioneros políticos extranjeros, mayormente jordanos, libaneses, sirios, egipcios o iraníes.

El Comité de Apoyo a los presos en Nazaret señaló que hay 15 prisioneros extranjeros árabes cuyos nombres desaparecieron de los registros israelíes sobre los prisioneros políticos que mantiene detenidos.

Se han llevado a cabo numerosas operaciones de secuestro sobre todo en El Líbano, cuya autoría se atribuye a Israel. En el año 1982 desaparecieron en Beirut cuatro funcionarios gubernamentales iraníes, de los que no se sabe nada, aunque sus familiares le exigen a Tel Aviv información sobre el destino de los desaparecidos, en el contexto de la operación de intercambio de prisioneros negociada recientemente entre Israel y Hezbollah.

En vísperas de las detenciones masivas llevadas a cabo en abril del 2002, que hicieron aumentar al máximo la población penal en las cárceles israelíes, también fue enviado un grupo de prisioneros políticos palestinos a la cárcel 1391, lo cual fue ocultado dentro de la gran anarquía que imperó en ese momento producto de la devastadora actividad militar israelí en las zonas palestinas.

Hasta septiembre del 2002, la abogada Tsamil, y la organización israelí de derechos humanos, “Hamukid”, exigieron a Israel en las cortes internacionales información sobre esa cárcel y solicitaron, por vías legales, conocer el paradero de los palestinos desaparecidos como prueba de que aún estaban con vida.

Las autoridades israelíes, al verse en una situación tan embarazosa, reconocieron que los hombres desaparecidos estuvieron detenidos en la cárcel secreta; pero sin añadir más detalles. Todas las solicitudes de información fueron transferidas a Madi Harb, jefe de la sección antiterrorista adscrita a la prisión Kichun, cerca de Haifa. Desde que comenzaron a presentarse las demandas de información y otras acusaciones, Israel reconoció la detención de un reducido número de palestinos en la cárcel 1391, pese a que muchos prisioneros políticos dijeron que habían estado en esa cárcel y que luego fueron trasladados, entre ellos el secretario del Movimiento Al Fatah en Cisjordania, Marwan Al-Barguti, quien está siendo juzgado actualmente.

Israel alega que todos los prisioneros políticos fueron trasladados a cárceles normales y que uno de ellos nombrado Bachar Jadallah, de 50 años, hombre de negocios de Nablus, fue puesto en libertad.

Bachar Jadallah y su sobrino Mohammad Jadallah, de 23 años, fueron arrestados el 20 de noviembre del 2002, en el Puente Al Linbi, después de haber cruzado la frontera entre Israel y Jordania.

Tras su liberación, Mohammad Jadallah confesó que fue obligado a reconocer que era miembro del Movimiento Hamas debido a las torturas a las que fue sometido.

El ex prisionero Bachar Jadallah dijo, por su parte, que no fue golpeado ni torturado físicamente como sucedió con el resto de los prisioneros y que quizá ello se deba a su avanzada edad, pero que sí fue sometido durante varios meses a un duro aislamiento y detenido junto con otras personas que jamás había visto ni sabía por qué estaban allí, sencillamente lo intimidaron.

Estuvo en una celda pequeña de dos metros cuadrados, sin ventanas y pintada de negro, con una lámpara de luz tenue encendida las 24 horas del día. Le prohibieron visitas del abogado y encontrarse con otros detenidos. También le dijeron que estaba detenido “en la Luna”, cuando uno de los prisioneros preguntó sobre el lugar donde se encontraba. No se le permitía ver nada fuera de su celda.

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