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lunes, 2 de mayo de 2011

La trama funcional y mediática de los ataques terroristas del 11-S, 11-M y 7-J, y las operaciones encubiertas de la CIA

La trama funcional y mediática de los ataques terroristas del 11-S, 11-M y 7-J, y las operaciones encubiertas de la CIA

El 11-S en EEUU, el 11-M en España, y el 7-J en Londres demostraron que ante los hechos terroristas consumados de Al Qaeda, el sistema, las autoridades del mundo se quedan sin respuesta.

Ningún especialista podría explicar masivamente este nuevo tipo de inteligencia estratégica con el terror (una metodología que ya es estadística y verificable), primero porque ningún medio lo publicaría, y segundo porque estas estrategias mediáticas-terroristas son calladas hasta por los propios adversarios de Bush.

Si los denunciaran no podrían probarlo: la CIA no deja marcas ni huellas dactilares.

La planificación y la concreción de las operaciones terroristas son secretas y su "éxito" -medido en términos de resultados- depende fundamentalmente del factor sorpresa.

Sólo se publica o trasciende en los medios aquellos rumores o información interesada que son manipulados por las propias organizaciones terroristas o servicios de inteligencia con la finalidad de testear o sondear previamente reacciones sociales e internacionales ante una determinada operación en fase preparatoria para su realización.

Solo queda el análisis del beneficiario de los ataques. Bush, Bush, y más Bush, que de esta manera se sale de las trampas políticas y del bajón en las encuestas, silencia las acusaciones en su contra, y hace hablar al mundo en un mismo idioma: el terror.

La trama mediática

Todo el proceso de terrorismo mediático con Al Qaeda y Bin Laden , desde el 11-S en adelante, se desarrolló en los medios de comunicación, principalmente en las cadenas televisivas, que trasmiten en vivo las imágenes de destrucción que a través de un ida y vuelta -feed baack- generan masivamente la psicosis terrorista a escala planetaria.

Sin la "globalización de la imagen" a Washington y la CIA les hubiera sido imposible crear la figura de Bin Laden como el mítico "enemigo número uno de la humanidad" tras la voladura de las Torres Gemelas, iniciando así la era de la utilización del terrorismo mediatizado como estrategia y sistema avanzado de manipulación y control social.

De esta manera, las operaciones terroristas de la CIA con Al Qaeda, con solo cuatro bombas detonadas sincronizadamente a distancia (como ocurrió en Londres) pueden multiplicar infinitamente (casi como una bomba nuclear) los efectos políticos y sociales de la destrucción por medio de la difusión mediática manipulada y nivelada masivamente para todo el planeta.

El proceso de "miedo al terrorismo" es alimentado a su vez por las grandes agencias y cadenas internacionales que se encargan de difundir por todo el planeta, y como si fuera una novela de espionaje, versiones, trascendidos, comunicados, cartas, videos con nuevas amenazas, "información secreta" sobre grupos terroristas, pistas "árabes", etc., etc., cuya usina matriz, en la mayoría de los casos, se encuentra en los sótanos de planificación de la CIA o del resto de la estructura de inteligencia norteamericana, o israelí.

Esta situación particular del "terrorismo mediático" como arma de manipulación política y social determina que sus causas y objetivos solo puedan ser leídos en el plano mediático, y no en el marco del análisis político o estratégico convencional.

El 7-J en Londres sirvió para reinstalar nuevamente la "guerra contraterrorista" en el centro de la escena mundial, manipular gobiernos con "planes antiterroristas" ,y mantener latente el "terrorismo de Al Qaeda" como una carta en la manga a sacar cuando la coyuntura internacional (o local) lo requiera.

El libreto con el 7-J fue casi lineal al desarrollado tras los ataques del 11-M en Madrid: cacerías encarnizadas de musulmanes, "psicosis terrorista" recorriendo Europa, gobiernos embarcados en "planes contraterroristas", "pistas árabes", supuestos participantes apresados o en la mira, paranoia sin fin amplificada noche y día por las cadenas internacionales, amenazas de "nuevos ataques", y los habituales megaoperativos de control y alertas de "máxima seguridad" que confieren más dramaticidad al clima de "miedo al terrorismo".

En síntesis, en este circuíto perverso de mercado, oferta y ganancia capitalista, hay que encontrar la razón de la existencia del "terrorismo de Al Qaeda", y su inmediata contrapartida: la "guerra contraterrorista" con la que Washington justifica sus invasiones imperialistas, de las que luego se benefician económicamente sus corporaciones y consorcios financieros transnacionales.

De esta manera, queda en claro que las acciones de Al Qaeda, un monstruo de mil cabezas inventado por la CIA, y sobre cuyas redes y entramado logístico no existe información verificable y confiable, sólo se las puede evaluar con un adecuado análisis y procesamiento que empiece por lo particular y termine por lo general, o sea por el "beneficiario principal" de las acciones terroristas de Al Qaeda.

Y queda en claro también, que el promocionado "fundamentalismo militar" de Bush, su mediatizada "obsesión" con la "guerra contra el terrorismo", no es nada más que una cáscara encubridora de un monumental negocio y saqueo capitalista de recursos estratégicos montado sobre una aceitada maquinaria mediática de manipulación psicológica y aprovechamiento militar-económico de las amenazas y los ataques terroristas.

La lógica del "nuevo enemigo" de EEUU, identificada con el terrorismo tras el 11-S, se articula operativamente a partir de la "guerra antiterrorista", una estrategia de dominio imperial-militar que compensa la desaparición del "enemigo estratégico" en el campo internacional de la Guerra Fría: la Unión Soviética.

De manera tal, que la "guerra contra el terrorismo" no es un "capricho" pasajero de Bush", sino una política de Estado del Imperio norteamericano, y una estrategia central en el marco de la expansión y de las ganancias del capitalismo transnacional, más allá de quien ocupe eventualmente el sillón de la Casa Blanca.

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