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domingo, 4 de diciembre de 2011

Descubriendo a los Ángeles

Descubriendo a los Ángeles
Hisham Kabbani
Los Huéspedes Honrados de Abraham
“(Oh Muhammad) ¿Te has enterado de la historia de los huéspedes honrados de Abraham?”
(51:24).
El sobrenombre de Abraham fue el de “padre de los huéspedes” porque él era muy hospitalario. Al-lâh siempre le enviaba un ángel que le hiciera compañía para que Abraham no se tuviera que sentar a comer solo. Una vez, Al-lâh le envío a Abraham tres ángeles para que le llevaran noticias sobre un hijo, aunque él y su mujer eran muy mayores. Se dice que los tres ángeles que lo visitaron fueron llamados “honrados”, porque Abraham, el Amigo Intimo de Al-lâh, los sirvió él mismo. También se dice, que fueron llamados así porque el huésped de una persona honorable, es también honorable.
Al-lâh bendijo las tierras de todo Medio Oriente con una gran presencia y luz angélica. El hizo que todos los profetas y santos que fueron mencionados en Sus Escrituras reveladas y en las tradiciones, nacieran allí. Al-lâh hizo que ellos visitaran y bendijeran varios sitios que Él hizo bañar en perpetua luz angélica, tales como la Meca, Medina, Jerusalén, Damasco, Sinaí, Yemen y las montañas del Líbano. Al-lâh trajo a Abraham a Siria y la llamó: “La tierra que Nosotros hemos bendecido para el beneficio de los mundos” (21:71).
Un día Gabriel le pidió a Al-lâh: “¡Oh Al-lâh! muéstrame a uno de Tus amados servidores.”
Al-lâh lo hizo descender para ver a Abraham. Gabriel exploró la tierra y encontró a Abraham sentado con su hijo en una colina, mirando desde lo alto un valle enteramente lleno de rebaños de ovejas y ganado. Repentinamente Gabriel apareció ante él como un hombre y se dirigió a él diciendo, “¡Oh desconocido! ¿Cuál es tu nombre?”
— “Mi nombre es Abraham.”
— “¿Y quién es éste que esta contigo?”
— “Mi hijo.”
— “¿Qué estás haciendo en esta colina?”
— “Vigilando esos rebaños que ves abajo.”
— “¿De quién son esos rebaños?”
— “Son míos.”
Abraham quería saber por qué este hombre estaba haciendo todas esas preguntas pero se mantuvo callado. Gabriel continuó preguntándole y verificando su fe. Él dijo,
— “¡Oh Abraham! estos rebaños son demasiados para ti.”
— “Son muchos pero si tu quieres una parte puedo dártela.”
— “Sí, pero no puedo pagar el costo.”
— “El precio no será mucho para tí, pero será costoso para mí.”
— “No entiendo.”
— “Pregúntame.”
— “¿Cuál es el precio, Oh Abraham?”
— “El precio de la mitad de este rebaño esta debajo de tu lengua y entre tus labios.”
— “¿Qué es eso?”
— “Sólo te llevará unos pocos segundos mover tu lengua y tus labios con algunas palabras, luego, la mitad del rebaño será tuyo.”
— “¿Cuáles son estas palabras?”
— “¿Aceptas mis condiciones?”
— “Sí, acepto.”
— “Entonces di: ‘¡el Más Glorioso y el Más Santo, Señor de los ángeles y del espíritu!

Gabriel dijo: “¡el Más Glorioso y el Más Santo, Señor de los ángeles y del espíritu!”
“¡Oh hijo mío!” dijo Abraham, “baja inmediatamente y pon la mitad de los rebaños a un lado para nuestro huésped.”
Gabriel continuó con la prueba para Abraham y dijo: “¡Oh Abraham! Lo que todavía queda es mucho para ti y para tu hijo solamente, mientras que nosotros, mi tribu y yo, somos más en número que tú.”
“¡Oh hermano mío! No te preocupes”, dijo Abraham, “te daré otra mitad de la mitad restante si dices por segunda vez: ‘el Más Glorioso y el Más Santo, Señor de los ángeles y del espíritu!’”
Al-lâh ordenó a todos los ángeles del cielo que prestaran atención al diálogo entre Gabriel y Abraham y que se maravillaran ante esa fe y lealtad. Gabriel nuevamente dijo: “¡el Más Glorioso y el Más Santo, Señor de los ángeles y del espíritu!”
Abraham inmediatamente ordenó: “¡Oh hijo mío! Toma la mitad de lo que queda y júntalo con la primera mitad.” Luego miró al hombre y dijo: “Siento que quieres pedir más. No esperaré a que tú vuelvas a pedirme, te preguntaré yo mismo: ¿Quieres más?”
En ese momento, todos los ángeles en el cielo lloraron y alabaron la generosidad del hombre perfecto: Abraham.
Al-lâh dijo a los ángeles: “Estoy creando de cada gota de sus lágrimas un ángel que habitará la tierra hasta el fin de este mundo. Ellos serán Mis mensajeros, a cargo de la protección y la guía de los seres humanos hasta el Día del Juicio.” Y Al-lâh dijo: “Sean” y los ángeles fueron creados y descendieron en tropel sobre la tierra para guiar y proteger a los seres humanos.
Esto ocurrió por una persona: Abraham. ¿Qué hay de todas las otras personas devotas, profetas y santos, quienes como Abraham, hicieron descender la misericordia de Al-lâh sobre la tierra para nuestro beneficio?
Luego Abraham le dijo a Gabriel, “Di: ‘¡el Más Glorioso, el Más Santo, nuestro Señor y el Señor de los ángeles y del espíritu!’”
Gabriel dijo, “¡el Más Glorioso, el Más Santo, nuestro Señor y el Señor de los ángeles y del espíritu!”
Entonces Abraham le dijo a su hijo: “¡Oh hijo mío! Deja todo para nuestro huésped y vayámonos. He recibido el precio que pedí. Estas tres declaraciones de bendición sobre mi Señor son más valiosas para mi que todo este rebaño.”
“Abraham, espera! dijo el visitante, “Yo soy Gabriel, el ángel. Yo sólo vine para verificar tu amor y tu sinceridad. ¡No necesito todas estas ovejas y ganado!”
“¡Oh Gabriel!” dijo Abraham, “¿No pensaste que yo sabía que eras tú? ¿No te distes cuenta que te reconocí desde el primer momento en que llegaste aquí? Tú viniste velándote a ti mismo, pero te descubrí cuando te pedí que alabaras a tu Señor con las palabras: ‘el Señor de los ángeles y del espíritu.’ Fui yo quien se cubrió a si mismo de ti. Yo me distinguí de ti cuando te hice decir la tercera vez, ‘Nuestro Señor (Señor de los seres humanos) y el Señor de los ángeles y del espíritu.’”
Gabriel estaba desconcertado con la respuesta de Abraham y no supo qué hacer con el ganado y las ovejas! Al-lâh lo llamó y le dijo: “¡Oh Gabriel! Deja a Abraham, ya que él nunca las volverá a aceptar. Esto es así porque cuando una persona generosa da, nunca toma nuevamente y nunca hace recordar a nadie un favor dado. Yo he adornado a Abraham con Mi atributo: al-Karim: ‘el Generoso’, por su amor y su sinceridad. Dirige estos rebaños de ovejas, vacas, cabras, caballos, burros, búfalos y camellos a los lugares despoblados de esta tierra. Asignen ángeles guardianes sobre ellos para cuidarlos. Mi Voluntad es que estas especies de animales nunca se extingan en la tierra, gracias a la generosidad de Abraham.” Gabriel les asignó ángeles a estos rebaños. A dónde sea que vayan en esta tierra encontrarán generaciones de estos animales debido a las bendiciones de la generosidad de Abraham.
Cuando Nimrod quiso lastimar a Abraham él construyó un gran fuego como nunca antes había sido visto en la faz de la tierra. El fuego era tan grande que los hombres no podían acercarse para arrojar a Abraham en él. Un hombre le dijo a Nimrod que él había inventado una máquina especial que él podría usar si lo deseaba. Esta era una catapulta. Abraham fue capturado, colocado en ella y arrojado al fuego. Abraham continuó diciendo: “Yo cuento solamente con Al-lâh.” Cuando él cayó en el fuego, dijo: “Oh Al-lâh, Tú eres Uno en el cielo y yo soy uno en la tierra alabándote a Ti.” Inmediatamente Gabriel le pidió permiso a Al-lâh para ir y ayudar a Abraham. Al-lâh dijo: “Si lo deseas puedes ir y preguntarle si quiere ayuda.” Gabriel descendió y apareció ante Abraham. Al-lâh les dijo a todos los ángeles que miraran lo que pasaría y que escucharan la respuesta de Abraham.
Gabriel dijo: “¡Oh Abraham! He venido a ayudar. ¿Quieres que te saque del fuego?”
Abraham respondió, “¿No mira Al-lâh a Su servidor, oh Gabriel?”
“Si, por supuesto, ¡Él lo ve todo!”
“Entonces, permítele que haga lo que Él quiera conmigo, ¡oh Gabriel!”
El ángel de la lluvia le preguntó a Al-lâh: “Nuestro Señor, ¿me permites que ordene a la lluvia que apague ese fuego?” Todos los animales de la creación se juntaron e intentaron apagar el fuego, cada uno usando el medio que disponía. Sólo a la lagartija geco (ó salamanquesa) se la encontró avivándolo. Pero la orden de Al-lâh al fuego fue más rápida, ya que Al-lâh ya había enfriado el fuego y lo había hecho seguro para Abraham. Los ángeles alabaron a Abraham por su absoluta confianza en Al-lâh. La única disconformidad que él sufrió en ese momento fue que sudó un poco y Gabriel limpió su sudor por él.
Luego Al-lâh ordenó al ángel de la sombra que descendiera y que hiciera que la espera de Abraham fuera confortable. El ángel de la sombra descendió y provocó que un inmenso jardín brotara instantáneamente en el medio del fuego. Una verde pradera apareció, en el medio de la cuál había un agradable estanque lleno de peces y cisnes del paraíso. Sus escamas y plumas brillaban como la seda y reflejaban todos los colores de la creación. Los servidores atendieron a Abraham, que se encontraba bajo la fresca sombra de un sauce, rodeado con deliciosas frutas y sabrosos manjares. Los ángeles lo entretuvieron en una conversación divina, durante la cuál ellos le revelaron los secretos de sus estaciones y los poderes que Al-lâh les concedió, dándoselos todos a él. En ese momento, todos los que estaban afuera mirando, comenzaron a desear que ellos también los arrojaran a ese fuego con Abraham. Incluso su padre, que previamente no creía en su hijo, dijo: “¡Oh Abraham, que maravilloso Señor es tu Señor!”. Y su madre verdaderamente entró al fuego escoltada por los ángeles, abrazó a Abraham y volvió a salir sin ser dañada. Nadie más pudo acercarse a él sin sentir el intenso calor abrasador.
El fuego ardió descontroladamente por cuarenta días, pero el jardín de Abraham seguía creciendo en vegetación y mantenía su expansión en las constantes visitas y bendiciones de los ángeles. En ese momento, el fuego de Abraham fue el lugar más bendecido de toda la superficie de la tierra, ya que Al-lâh le dio la más alta gracia. Él le ordenó a todos los ángeles de la creación que le hicieran por lo menos una visita a Su Amigo Abraham.

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