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martes, 6 de diciembre de 2011

Quien se conoce sí mismo no puede ser engañado por el elogio

Quien se conoce sí mismo no puede ser engañado por el elogio
El más ignorante de los hombres es el que renuncia a lo que sabe de sí mismo para adoptar la opinión de los demás
06/12/2011 - Autor: Sheij Ahmad Al-`Alawi
alawi conocimiento elogios sufismo
1

¡Oh mi Dios, háznos conocer nuestra alma y aléjanos de su mal, Tú que escuchas nuestras oraciones!Quien conoce los vicios de su alma no puede ser engañado por los elogios que la gente le hac; de hecho no podría renunciar a su propia certeza para adoptar la opinión de los demás. Ibn 'Atâ' Allâh dice en sus Aforismos: «El más ignorante de los hombres es el que renuncia a lo que sabe de sí mismo para adoptar la opinión de los demás.»

Cuando un discípulo quiso un día elogiar a su maestro, este empezó a llorar y dijo: «Me conozco mi mismo mucho mejor que tú» Así son los maestros de la equidad: no se dejan engañar por los elogios que la gente les hace porque se conocen mejor que nadie. En cuanto al engañado ignorante, le gusta mucho que se le elogie, y eso –increíble!- a pesar de la cantidad de transgresiones de las cuales es culpable y que solamente él conoce.

Según Hârith al-Muhâsibi, él que aprecia los elogios de los demás se parece a alguien a quien le gustaría que le dijesen en broma: «Tus excrementos tienen olor a almizcle», y se alegraría de ello...

Ibn 'Abbâd 1 dice lo siguiente: «Sin ninguna duda, las propias faltas y los propios vicios, de los cuales todo servidor tiene conocimiento, apestan y son mas impuros que sus propios excrementos: todo eso es lo mismo.» Pero en este último caso, el servidor elogiado sabe que su panegirista 2 ignora sus faltas y sus vicios (contrariamente al caso precedente en el cual el bromista conocía muy bien a la victima de su broma). Solamente una persona que no tiene en cuenta a Dios puede tener tal actitud; si pensase un poco, renunciaría a tales ilusiones y se daría cuenta de su error.

¡Como no estaría equivocado entonces si, viéndose si mismo en medio de las transgresiones, tomase en serio las palabras de una persona que no sabe nada de él? Si aquel le conociera realmente, no le frecuentaría y menos aún le elogiaría, excepto para burlarse eventualmente!

Has de saber que el conocimiento de Dios depende del conocimiento del alma, tanto al principio como al final del camino. Al principio, la conocemos a través de sus defectos y le atribuimos entonces lo que debemos, así como también reconocemos a la Divinidad las perfecciones que hay que atribuirLe, y por eso el Profeta (صَلــَّى اللهُ عَلـَيْهِ و سَلــَّمَ) dijo, en ese sentido: «Quien se conoce a sí mismo conoce a su Señor 3.» Dijo también, en ese sentido: «De entre vosotros, aquel que mas conoce su alma es el que mas conoce a su Señor 4.» De hecho, mientras más conoce el hombre su alma, más conoce a su Señor, debido al hecho de que todas las formas, cualidades o alteridades se encuentran contenidas en ella.

Cuando el alma se ha purificado de sus vicios, adoptando las cualidades perfectas, el conocedor no debe limitarse al conocimiento de su alma sino que, por el contrario, ha de buscar sin descanso el sentido profundo de las palabras: «Quien conoce a su alma conoce a su Señor», porque alberga un secreto escondido. El conocedor debe buscar concentrándose en la proximidad de Dios, hasta que Le encuentre más cerca de él que él mismo. De hecho, el alma se parece al infiel: «El muy sediento cree que es agua, hasta que, llegado allá, no encuentre nada. Sí encontrará, en cambio, a Allah junto a si y Él le saldará su cuenta» (24, 39). Si se hubiera interesado en lo que ocurre fuera de sí mismo, se hubiera extraviado y hubiera confundido el día con la noche. Pero los hombres de Dios se bastan con sus propias almas y buscan en éstas la proximidad de Dios; y la encuentran después de haber desaparecido ellos mismos 5.

Mulay l-'Arabî al-Darqâwî dijo a uno de sus discípulos que quería conocer a Dios: «Tira tu libro y excava en la tierra de tu alma hasta que el agua brote de ella, si no, vete!» Es la única manera de conocer realmente a Dios. Toda persona inteligente sabe que Dios esta más cerca de ella que ella misma: ¿Cómo puede ser entonces que haya dentro del Trono mas proximidad que en el hombre? Imposible, porque «Está más cerca de él que su misma vena yugular» (50,16). No conviene decir que Dios pueda acercarse a una cosa o, al contrario alejarse de ella, porque está cercano a cada cosa, y nada está excluido de esta proximidad! Así pues, no hagas caso a nada de lo que ocurre en el exterior, viajero! Acaso no escuchaste Su Palabra (41, 53) : «Les mostraremos Nuestros signos fuera y dentro de sí mismos hasta que vean claramente qué es la Verdad.» Entonces, vuelve a tí mismo y busca ésto, porque te bastará.

Se ha dicho lo siguiente:

¡Eh tú, que te dejas distraer de tu secreto!
Mira, y verás en ti toda la existencia.
Eres el hombre perfecto, considerando la realidad espiritual y la vía,
Tú que reúnes el divino secreto.

¡La gente no se da cuenta de quienes son!
¡Eh, tú que buscas la Verdad,
escucha lo que te dice mi voz!
Es de ti de donde surge la vía,
Y es a ti adonde has de llegar.

Nuestro maestro, Sîdî Muhammad al-Bûzîdî, dijo a uno de sus discípulos:

El secreto te rodea integralmente,
Si solamente realizabas todo lo bueno que hay en ti!
De los secretos de tu Señor, eres el recipiente,
Eres una forma que embellece los depósitos que están en ti.
Todo lo que existe en el Trono y sobre la tierra está en ti;
En ti también residen el futuro y el pasado.
Es tu espíritu el objetivo, lo que deseas esta en ti;
Y es tu apariencia exterior lo que te oculta del secreto.

Las alusiones del Pueblo 6 son diversas, pero todas llevan al conocimiento del alma, confirmadamente a la palabra del Profeta : «Quien conoce a su alma conoce a su Señor.»

Si los vicios del alma son tan numerosos, es porque se trata del soporte de los secretos de Dios. Aspirante, no se trata de abandonar tu alma ni de tratarla como enemigo, sino de acompañarla y de aislarse con ella, a fín de que te haga descubrir lo que contiene 7.

Al-Majdhûl, el maestro de maestros de esta comunidad, dijo en este sentido:

En cuanto a tu alma, intenta dirigirla;
Ocúpate de ella de noche y de mañana,
Puede ser que en tu poder caiga,
Y como cazador andarás, utilizándola.

¡Oh mi Dios, háznos conocer nuestra alma y aléjanos de su mal, Tú que escuchas nuestras oraciones!

Notas :
1 Ibn 'Abbâd al-Rundî, sufi del siglo XIV nacido a Ronda en Andalucía e inhumado en Fes, es el autor de un comentario muy famoso de los Aforismos de Ibn ‘Atâ Allâh.
2 El que le elogia a alguien.
3 Suyûtî, Kitâb al-durar al-muntathira, harf al-mîm ; 'Ajlûnî, Kashf al-khafâ', n° 2532. Según Ibn 'Arabî, este hadîth, si no está autentificado por su cadena de transmisión, lo es por el alumbramiento espiritual.
4 En su comentario del precedente hadîth, 'Ajlûni cita una versión ligeramente diferente de esta, refiriéndose al Adab al-dîn wa l-dunyâ de Mâwardî.
5 Es decir que la razón de ser del alma es la misma que la razón de ser de la infidelidad: un camino hacia la Verdad. Cuando comprendemos su realidad la más profunda, la ilusión de que pueda tener una actividad autónoma desaparece, y entonces la Verdad aparece.
6 Al-qawn: el pueblo, la tribu, es decir los sufis.
7 En los comentarios precedentes, el autor negaba toda cualidad positiva al alma. La contradicción aparente se debe al hecho de que el alma corresponda a la afirmación del yo individual, por una parte, y al secreto de la Presencia divina, por otra parte. Así, cuando afirmamos la necesidad de su extinción, es porque consideramos que su pretensión a ser alguien es lo que más le oculta de la señoría divina. Sin embargo, la existencia misma de esta pretensión prueba su naturaleza y su origen espirituales. Por consecuente, conocer su aspecto negativo de afirmación del yo individual, es reconocer ipso facto la verdad que disimula en sí misma, sabiendo que no se trata aquí de un reconocimiento teórico o solamente mental, sino de una realización a través de una extinción real
8 Sidi ‘Abd al-Rahmân al-Majdhûb, maestro shâdhili (m. 976/1569) inhumado en Meknes, es uno de los eslabones de la silsila de la tarîqa 'Alawiyya. Sus poemas transmitidos por vía oral son muy conocidos en Norte-África. Cf. A.L. de Prémare, Sîdî 'Abd al-Rahmân al-Majdhûb, Mysticisme populaire, société et pouvoir au Maroc au 16è siècle, Rabat, 1985.

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