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lunes, 2 de enero de 2012

SLIM MILLONARIO COMPLICE DE LOS JUDIOS Y DE LA TERCERA GUERRA MUNDIAL

Y el impuesto Slim, ¿cuándo? Ricardo Monreal Ávila

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12345( 0 Votes )Martes, 20 de Septiembre de 2011 07:04
Ante el problema de la deuda soberana que enfrentan las naciones más desarrolladas, los empresarios más ricos del planeta están planteando pagar más impuestos, ¡pero no los dejan! ¿Quién no los deja? El dogmatismo económico, los gobiernos socialmente miopes y la ceguera política.

El presidente Obama ha presentado su plan de reducción del déficit fiscal, el cual tiene como soporte central el impuesto Buffet, llamado así por ser una propuesta del tercer hombre más rico del mundo, Warren Buffet, quien señaló que la política fiscal de EU es injusta, porque los más ricos pagan en términos proporcionales menos impuestos que los trabajadores y las capas medias, y convocó a los más ricos a contribuir con más recursos en el contexto de la crisis de deuda que vive el mundo capitalista.

En Francia y en Alemania el planteamiento de Buffet sobre un impuesto a la riqueza ha tenido eco. Un grupo de 16 empresarios de los más ricos de Francia hicieron pública su postura de contribuir más con el fisco a fin de aliviar el déficit presupuestal de su país. “Me parece normal que nosotros, que tuvimos la suerte de hacer dinero, desempeñemos nuestro papel de ciudadanos y contribuyamos al esfuerzo nacional”, escribió Maurice Lévy, un integrante de ese grupo, el pasado 2 de septiembre en Le Monde.

En Alemania el impuesto especial a la riqueza se planteó hace cuatro años, cuando un grupo de 21 acaudalados alemanes envió una carta pública a Angela Merkel planteándole el aumento a los gravámenes sobre los activos, que en ese momento estimaban en 54 mil millones de dólares. “Los ricos de Alemania estamos dispuestos a pagar más impuestos y contribuir a la justicia social”, señaló en ese momento Peter Kraemer, famoso armador de buques tanque. La carta fue publicada nuevamente el pasado agosto en el contexto de la crisis europea por la deuda soberana de Grecia, Italia, Portugal, Irlanda y España.

El paradigma neoliberal señala que a mayor impuesto a la riqueza, menor estímulo a la inversión. Sin embargo, la realidad señala otra cosa: a menor impuesto a la riqueza, mayor déficit fiscal para atender las demandas sociales. Desde el gobierno norteamericano de Ronald Reagan hasta el gobierno francés de Nicolás Sarkozy, pasando por el de George W. Bush y el italiano de Silvio Berlusconi, las políticas de reducción o quita de impuestos se han traducido en mayor riqueza, sí, pero en pocas manos, en un debilitamiento de los mercados internos y en un creciente déficit gubernamental.

El impuesto Buffet planteado por Obama seguramente no es la panacea para atender el grave déficit fiscal de su gobierno (de hecho, el plan contempla otras medidas, como los recortes del gasto militar, reformas a Medicare y Medicaid, y la reducción de los intereses de la deuda), pero el dogma economicista y su hermano siamés, el fundamentalismo político conservador al estilo del Tea Party, ya lo descalificaron como “un impuesto para la lucha de clases”, cuando el autor de la iniciativa, en todo caso, es uno de sus patricios.

Con una deuda pública estimada en 36 por ciento del PIB para el próximo año, con uno de los índices de concentración de la riqueza más alto del mundo y con un sistema fiscal con más agujeros que un queso gruyer, la pregunta pertinente es cuándo tendremos en México nuestro impuesto Slim, es decir, un impuesto especial a la riqueza, destinado no tanto a financiar el déficit fiscal del gobierno, sino a la deuda social con más de 54 millones de mexicanos en la pobreza.

Es conocida la rapacidad de los regímenes fiscales preferenciales mexicanos. El 60 por ciento de la recaudación fiscal del ISR recae en las personas físicas: trabajadores, empleados, profesionistas y ahorradores. Las personas físicas pagamos en términos proporcionales más impuestos que los grandes grupos corporativos. En 2009, 420 grupos empresariales pagaron sólo 1.78 por ciento de sus ingresos brutos totales por concepto de ISR. Ahora que las compañías mineras están haciendo su agosto en septiembre, con los precios de oro, plata y cobre por las nubes, cabe señalar que el impuesto que pagan por extracción de la riqueza mineral es de 0 por ciento. La sola eliminación de estos regímenes especiales aportaría 700 mil millones de pesos, 6.5 por ciento del PIB.

Si esperamos a que alguno de estos 420 grupos empresariales o de los mexicanos más acaudalados del país se sumen a la iniciativa Buffet, Lévy o Kraemer sobre un impuesto especial a la riqueza, correríamos el riesgo de morir como Penélope, de hipotermia en la estación Finlandia. Es tan atrasado nuestro capitalismo tardío que ya no pedimos a nuestros ricos que tengan la visión y la sensibilidad de Warren Buffet, sino que simple y llanamente paguen los impuestos que les corresponde por ley y sentido de la responsabilidad social. Que no hagan de la evasión y la elusión fiscal su mejor negocio y, en ocasiones, su deporte extremo.

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