Al Qaida y la “Gran Mentira”
La leyenda de Al Qaida mantiene la “Gran Mentira” poniendo la realidad patas arriba. Crea tanto una percepción como una creencia que no pueden cuestionarse. Impregna la política exterior estadounidense y la conducta de la diplomacia internacional. Al Qaida y la “Guerra Global contra el Terrorismo” constituyen el componente fundamental de la doctrina militar de EEUU.
Las afirmaciones estilo “Al Qaida hizo esto”, “Al Qaida hizo aquello” esclarecen de forma simple y sin complicaciones acontecimientos complejos mientras disfrazan y ocultan las “razones auténticas”, a saber: la prohibida y secreta verdad tras esos hechos.
Nadie parece dispuesto a dedicar el tiempo necesario a examinar “quién es ese escurridizo enemigo de Al Qaida”, que ha conseguido, con medios militares limitados, enfrentarse a la maquinaria bélica multimillonaria de EEUU.
La explicación general sobre Al Qaida no solo ensombrece los canales normales de la comprensión humana, también impide que se pueda acceder al siguiente paso de una explicación racional, que consiste en decir: si Al Qaida es “la causa”, como se ha afirmado en numerosos informes de prensa, entonces: “¿Qué es Al Qaida?” y “¿Quién está detrás de Al Qaida?”.
Pero ese tipo de preguntas raramente se plantean en la era posterior al 11-S. Investigar “quién está detrás de los terroristas” no puede ni mencionarse siquiera, es un tabú político, a pesar de las pruebas relativas al papel histórico de la inteligencia estadounidense en la creación y promoción de la yihad islámica.
Hoy en día, si ocurriera que se llegara a revelar lo que realmente es Al Qaida –por ejemplo, en el contexto de un específico ataque terrorista de falsa bandera-, la legitimidad de la “guerra contra el terrorismo”, así como la de los altos cargos que la apoyan, se vendría abajo como un conjunto de naipes.
Aunque la identidad de Al Qaida está totalmente documentada, incluidos sus vínculos con la inteligencia de EEUU, la verdad no ha llegado a filtrarse hasta el grueso de la opinión pública.
Reunión de Ronald Reagan en 1985 con los comandantes muyahaidines afganos en la Casa Blanca (Reagan Archives)
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