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domingo, 7 de julio de 2013

Tawhîd en el arte islámico

Tawhîd en el arte islámico

07/07/2013 - Autor: Sara El Azrak - Fuente: Tawhid en el arte islamico
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Arte Islamico
Arte Islamico

El concepto primordial del Islâm es at·tawhîd (Unicidad). Habitualmente, se suele reducir la dimensión de esta unicidad a una concepción meramente teológica, entendida como unidad de la divinidad. Idea que no precisa de aclaración para todos los musulmanes al vivenciar un único Dios que no es concebido a partir de una ser plural. Pero entender la Unicidad sólo desde esta perspectiva acabaría por reducir el concepto que vertebra y articula la creación y el entendimiento de esta filosofía como unidad de toda la creación.
Evitando caer en esta simplificación, tendríamos que hablar también de una unidad ontológica. Toda la creación está unida por el mismo aliento, es eútero (Rahma) del que germina toda manifestación vital y que la acaba sustentando para seguir formando parte de este ciclo que nos otorga un significado del que participamos (como co-creadores participantes de la creación). Pues la creación humana y demás manifestaciones biológicas, carecerían de ontología por sí solas, cuando son considerados de forma aislada e independiente del conjunto. Para tratar de entender la armonía y concordancia del arte islámico habremos de recurrir a esa unicidad primordial contenida y pretendida por todas las enseñazas de este viaje hacia el conocimiento. Será aquí donde podremos encontrar la esencia primordial que rige lo aparente de su belleza y que encuentra su motivo de ser en su inclusión en una unidad universal que es difícilmente plasmable con el mero copiado de la realidad.
“Para los historiadores modernos del arte, una obra sólo es ‘artística’ en la medida en que lleva el sello de una personalidad individual, mientras que para el espíritu tradicional del Islam la belleza es esencialmente lae xpresión de una verdad universal”
(Titus Burckhardt, Espejo del intelecto, p.77).
Lo que el artista musulmán persigue no es lograr un timbre personal en la obra de arte sino que ésta evoque una realidad trascendental de la que también forma parte él como co-creador. No indaga en los terrenos de la identidad ni de la asignación personal de una obra sino que se entrega para hacer de su creación parte de un conjunto que los alberga a ambos, logrando así la identificación desde la pertenencia a la armoniosa totalidad. Lo que nos llevaría a apelar, cuando hablamos de este experto intérprete de la realidad, como artesano en vez de artista puesto que no persigue vanagloriarse con el acto de crear, sino inmergir en una ya dada.
Esta totalidad creadora alberga y hace las veces de posada para todas ingularidad que se entrega a este reconocimiento. La abstracción es el mejor aliado del artesano musulmán para expresar la ley que nos acoge. Al considerarla la única manera que, sin salir de la Unicidad fundamental, nospueda otorgar aseveración.
Este arte no es, por tanto, más que la expresión de una profunda contemplación que, como explica Burckhart, manifiesta la unidad de la diversidad querida por el Creador. Por lo que no se tratará de una abstracción que anule el raciocinio, sino que lo manifiesta de la única manera en que no turba esa pertenencia al conjunto: sin imágenes que median entre nuestro entendimiento y la realidad, y sin recurrir a la irracionalidad del arte abstracto; ya que todo cuanto (Él) nos ha proveído es para lograr el entendimiento.
Esta comprensión obliga el aniconismo. Los iconos limitan la inserción del humano en esa indisolubilidad, como lo hacen los ídolos. Desviando nuestra concentración a un solo punto, al de la representación. Limitando así nuestro acceso a las huellas remanentes que podríamos hallar más allá de esas imágenes. Esta forma, que no precisa de los iconos para abstraer, genera vacíos. Espacios donde puede darse la búsqueda y el reconocimiento. Al no estar atiborrados de representaciones pictóricas que nos terminarían alejando del objetivo último de la estancia en esta Realidad.
Ser musulmán supone estar con un ser unitario. Que no separa la creación en partes aisladas sino que cuenta con una visión que unifica todo lo que percibe,ve o le dicta el corazón. Es por esta consideración por lo que en el arte islámico no se representen figuras humanas, excepto en raras excepciones.
Este es el significado del arte islámico: no es un arte meramente decorativo sino que la decoración remite a un significado. Un significado que es difícilmente concordable cuando se limita a las impresiones que causa en quien lo percibe, pero que lo es y plenamente, cuando nos remite a la identificación con ese origen ante el que no queda espacio para la imaginación, sólo para la fusión y compenetración.
Se tiende a reducir esta complejidad con ideas que apoyan la prohibición explícita de representar personas o animales. Esto se hace desde el entendimiento occidental, aunque sería más preciso señalar el pensamiento indo-europeo, que ha intentado siempre rivalizar con la naturaleza intentado acabar dominándola. Esta otra visión del mundo, y del arte como parte de éste, radica en la inclusión en la armonía del orden establecido. El ser humano, como criatura evolucionada, porta sobre sus hombros la responsabilidad de mantenerse consciente de esa pertenencia, sin tratar por ello de albergarla tanto intelectual como pictóricamente. De querer hacerlo, cometeríamos lo que sí que es ilícito (shirk), dejando de vivir esa experiencia integradora al limitar nuestro alcance a una sola de las partes de la realidad. Encontramos por tanto en la abstracción ese instrumento para mantener la humildad humana ante una realidad de semejante envergadura.
Al considerar la realidad como única, este arte no pretende la originalidad en la representación sino que se limita a impregnar su signo con el carácter indeleble con ese se cuenta manifiestamente. El Tawhîd (Unicidad vertebradora o esqueleto de la creación) supone así el himno que recita la reiteración de las formas geométricas de este arte. Como si de un rezo se tratara, insisten en la repetición como insistiera Él dejando parte de Sí en cada causalidad que creara.
Encontramos en este arte diferentes manifestaciones que se rigen por el principio de integración (mabda’ash·shumûliyya) que nos enseña a integrar en nuestra identidad y cultura todo lo que la humanidad produzca y que no esté en contradicción con una prohibición manifiesta. Es este principio lo que posibilitó integrar la sensibilidad iraní con el raciocinio heleno de Bizancio, convergiendo en una armonía conceptual difícil de encontrar en otras concepciones artísticas. Y es también el que permite a quien percibe estas obras inferir un aliento primario y original idéntico donde quiera que las obras se produjesen.
Todas estas dimensiones, implícitas en las runas de este arte, se presentan ante quien lo contempla tomando la forma de un armonioso conjunto que es testigo de una presencia ulterior. De señales que le insuflan orden y pertenencia a una ley superior ante la cual el artesano sólo puede mostrar superplejidad. No encontramos en la ornamentación superior imágenes. Como citamos en la introducción anterior. Contar con ellas supondría desde esta comprensión desplazar la trayectoria de quien contempla. Pues el islâm renueva el monoteísmo abrahámico oponiéndose a cualquier politeísmo. Consiguiendo ladestrucción del ídolo con la pronunciación de la fórmula:
lâ ilâha il·lâ Al·lâh (Noexisten más dioses que Dios).
Sí encontramos figuras geométricas que marcan el ritmo que sigue esta composición: triángulo, cuadrado y rombo. Al mismo tiempo hay muchas líneas entrelazadas. Líneas y formas que parten desde la apertura en un punto que sólo es mesurable por su infinidad. Lo que nos vuelve a remitir al conjunto y al hundimiento de los ídolos. La existencia de este punto inicial y la reiteración de esa repetición hacia el infinito ponen de manifiesto, entre otros medios utilizados por los artesanos musulmanes con el mismo fin, esa indivisibilidad e infinitud que representa el punto como inicio de la geometría. El punto es el inicio de todo recorrido, un inicio infinito que lo significa todo, siendo en su sencillez un espacio mensurable de la realidad y generador de ésta. Esta indivisibilidad encuentra en la belleza del arte el mejor motor para conducirse al intelecto humano. Y nos vuelve a remitir a la Unidad.
Se utiliza la repetición para superar la representación en tres dimensiones. Pues recurrir al cincelado en dos dimensiones tiene como finalidad derrumbar la forma de representación a la que se ha habituado el hombre. Esta confianza en las matemáticas y en la geometría trata de enturbiar la forma en que se vislumbra el entorno. Otorgando de esta manera más puntos de vista desde los que contemplar. Acelerando así el reparo en nuestra insuficiencia.
La reiteración cromática otorga también a este “bi-dimension-ismo” la infinitud que persigue simbolizar. Al igual que la repetición de las formas geométricas consigue azorar a quien la contempla informando de esa realidad que relaja e inquieta a la vez. Esta reiteración se inserta en figuras geométricas imposibilitando la representación.
Decía Frithjof Schuon que “la naturaleza intacta tiene por sí misma un carácter de santuario”, lo que se refleja en la intuición de esta obra como representante de esta noción artística. El artesano sigue en la trama simbólica de la naturaleza que, informa de la Realidad, siendo para sufíes como Rûmî o ashaij al-akbar Ibn ‘Arabî, la mayor teofanía (taÿal·lî) de la verdad divina o Haqq que serenueva en cada instante.
El arte islámico ha sabido conservar esa capacidad de síntesis que nos enlaza con nuestra primera intuición: la de la partencia a una Realidad que nos supera y abraza. Siendo esta la perspicacia de los artesanos de la mezquita de Córdoba y también la de Isfahân. Quien las vea contempla una idea conjunta, que las une y separa a la vez. Las une bajo la misma intuición para ser engendradas en un primer momento, pero las separa en el espacio al tener que adaptarse a las especificaciones de cada topos. Todos los lugares contaron y contarán con la capacidad de síntesis que les otorga ese aliento común, el de representar sólo nuestra incapacidad de representación de escenarios que nos superan bajándonos así del trono de la autosuficiencia. Pues el artesano, como nosotros, es una herramienta más que utiliza el al-Jâleq (Creador) para revelar(nos) su creación.
 
Tawhîd en el arte islámico
viernes, 07 de junio de 2013
Bibliografía:Burckhardt, Titus.
Espejo del intelecto
http://raicesysabiduria.blogspot.com.es/2012/02/el-vacio-en-el-arte-islami

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