"Aceptar la derrota" (La Jornada, 22 de diciembre, 2014) |
Posted: 22 Dec 2014 03:53 AM PST
Uno de los problemas más importantes que detienen el avance de la patria es que el régimen corrupto no sabe reconocer su derrota. Cada día más personas se dan cuenta de que han sido traicionadas por los poderosos y se arman de valor para intervenir directamente a favor de la paz, la vida y la justicia. Pero en lugar de levantar la cabeza y mirar a la musa de la historia en los ojos, los políticos se hunden en sus mentiras y lanzan desesperadas patadas de ahogado. Evidencian una cultura política autoritaria y atrasada que tendrá que ser superada por medio de una decidida acción ciudadana.
La ceguera actual del régimen tiene muchas similitudes con la de 1988. En aquel año el pueblo acudió en masa a las urnas para demostrar su repudio a un sistema político que había empobrecido a la población con sus políticas neoliberales y enriquecido a los políticos corruptos durante el sexenio de Miguel de la Madrid (1982-1988). La gota que entonces derramó el vaso fue la criminal inacción del gobierno en respuesta al terremoto de 1985 que causó enormes destrozos y miles de muertos en la ciudad de México. Frente a la irresponsabilidad de las autoridades, los ciudadanos tuvieron que organizarse de manera autónoma para buscar y salvar a sus familiares de entre los escombros.
Tres años después, la sociedad evidenciaría gran madurez al dar la espalda al viejo PRI y apoyar a Cuauhtémoc Cárdenas. Pero el régimen se negó a aceptar su derrota e impuso por la fuerza a Carlos Salinas por medio de un descarado fraude electoral en 1988.
En ese entonces, el actual procurador cansado, Jesús Murillo Karam, fungió como representante del PRI ante la Comisión Federal Electoral. Ayer como hoy, su cinismo no tuvo límites. De acuerdo con el relato de la periodista Martha Anaya, la noche de la elección Murillo se hizo el ofendido: “No voy a permitir epítetos al partido mayoritario… o que se ponga en duda la legalidad del proceso. Ni a usted ni a nadie le voy a permitir…” En respuesta, relata Anaya, "sus contrapartes lo miraron con ironía, en sus rostros se reflejaba una sola petición: los datos", a lo cual Murillo contestaría "no tenemos por qué mostrarlos"...
ARTÍCULO COMPLETO DISPONIBLE EN LA JORNADA
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