El Popocatépetl: gran emisor de azufre
En los últimos seis siglos, ha tenido 18 grandes erupciones, uno de cuyos componentes es el bióxido de azufre, precursor de la lluvia ácida.
Desde hace más de 18 años es frecuente leer o
escuchar algo parecido a lo siguiente: “El volcán
registró en las últimas 24 horas cuatro sismos
vulcanotectónicos de magnitudes que fluctuaron
entre 1.2 y 1.8 grados Richter, informó el Centro
Nacional de Prevención de Desastres. En este
lapso, también emitió 65 exhalaciones de baja
intensidad, acompañadas de vapor de agua, gas y en
ocasiones pequeñas cantidades de ceniza. La
exhalación más importante levantó una columna de
ceniza de más de un kilómetro sobre el cráter, dispersada por los vientos hacia el suroeste. Durante
la noche se observó incandescencia sobre el cráter”.
El doctor Hugo Delgado Granados, vulcanólogo del Instituto de Geofísica e integrante del
Comité Científico Asesor de la Secretaría de Gobernación para el estudio de la actividad del
Popocatépetl, afirma que el volcán es uno de los principales emisores de bióxido de azufre en el
mundo. “En los últimos 18 años de actividad ha lanzado a la atmósfera más de 30 megatoneladas de
bióxido de azufre”, detalla el especialista en entrevista para El faro. Una megatonelada equivale a un
millón de toneladas.
Bióxido de azufre ► ácido sulfúrico ► lluvia ácida
El bióxido de azufre es uno de los componentes más importantes de la lluvia ácida, y ya libre en la
atmósfera, donde permanece entre dos y cuatro días, se transforma en ácido sulfúrico, muy
corrosivo y perjudicial, especialmente para árboles y plantas al precipitarse a tierra con la lluvia.
Incoloro y de olor asfixiante, más de la mitad del bióxido de azufre presente en la atmósfera tiene un
origen antropogénico, es decir, es producido por la actividad humana, particularmente la industrial;
el resto proviene de diversas fuentes naturales, como las erupciones volcánicas.
Las cenizas arrojadas por el Popo han llegado tan lejos como las costas de Texas y Louisiana,
transportadas por el viento. En cuanto a su bióxido de azufre, los sensores lo han detectado en las
costas del Golfo de México, “y un poco más allá”, refiere el doctor Delgado, quien realizó estudios de
maestría y doctorado en la Facultad de Ciencias de la Universidad Tohoku, de Japón.
De la pólvora a la industria
Hace cinco siglos, a falta de pólvora para sus armas de fuego, un grupo de conquistadores españoles
ascendió a la cumbre y se internó en el cráter en busca de azufre con que elaborar pólvora. “En la
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