¿Permite el islam mostrar la imagen del profeta Muhámmad?
Para entender si el islam permite o no las imágenes de Muhámmad debemos volver al texto sagrado del islam: El Corán.
27/02/2015 - Autor: Alejandro Martí - Fuente: alejandromarti.es
No es posible convencer a un mufti (jurista) que las imágenes se han utilizado, en todos los casos, como objeto de idolatría.
Contrariamente a la creencia extendida en los últimos años, el islam no es una religión iconoclasta. Durante los más de 14 siglos desde que, según la tradición musulmana, el arcángel Gabriel revelara el Corán a Muhámmad, apenas se pueden encontrar ejemplos de destrucción de imágenes o ídolos asociados a la religión.
De hecho, si bien es el más representativo y conocido, uno de los pocos episodios de iconoclasia dentro del islam se puede encontrar en la destrucción de los ídolos paganos dentro de la Kaaba, el lugar hacia donde rezan los musulmanes, cuando Muhámmad conquistó La Meca en el año 630. Para encontrar otro ejemplo es necesario avanzar hasta marzo de 2011, cuando los talibanes destruyeron los Budas de Bamiyan, dos impresionantes estatuas cavadas en la ladera de una montaña en Afganistán y cuyos orígenes se remontan al siglo V. La campaña internacional, en la que participaron numerosos países y autoridades religiosas musulmanas, poco pudo hacer para impedir su destrucción.
Sin embargo, los ataques del 11 de septiembre y las invasiones norteamericanas de Afganistán e Irak cambiaron la percepción de parte del mundo islámico hacia las potencias occidentales. Las caricaturas danesas de Muhámmad publicadas en 2005 se entendieron como un ataque y una afrenta a la fe musulmana, y que llevaron a numerosas manifestaciones en países musulmanes así como ataques contra intereses de Dinamarca en estos países.
Desde 2005, numerosas fatuas (edictos proclamados por los especialistas en la ley islámica) se han pronunciado contra las caricaturas o los dibujos que representan a Muhámmad por tratarse de una blasfemia prohibida por el Corán. Sin embargo, la cuestión no es tan sencilla. Mientras que los saudíes wahabíes y los salafistas, que representan las ramas más radicales del islam, prohíben cualquier imagen del profeta o de sus compañeros, las autoridades chiíes permiten representar a Muhámmad siempre que muestren deferencia y respeto hacia el profeta. Por ello, no es difícil encontrar imágenes del profeta en regiones de mayoría chií, como en Irán e Irak.
“Y cuando Abraham dijo a su padre Azar: «¿Tomas a los ídolos como dioses? Sí, veo que tú y tu pueblo estáis evidentemente extraviados».”
(Corán 6:74)
El Corán castiga la adoración de ídolos o de objetos que representen a deidades, pero no menciona en ningún momento si está permitido mostrar a Muhámmad, a sus compañeros o a otros profetas del islam (Abraham, Jesús, etc.) en imágenes. El islam es contrario a la idolatría ya que se interpone entre Dios y el hombre, y puede llegar a convertirse en objeto de adoración.
Para encontrar referencias a la relación de las imágenes con el islam hay que recurrir a los hadices (los dichos y hechos del profeta relatados por sus compañeros y compilados años después). En ellos podemos encontrar que Muhámmad criticó a un hombre que se ganaba la vida con el arte: “Quien haga imágenes en esta vida, le será exigido que insufle en ellas un espíritu (o alma), pero no podrá hacerlo” y que prohibió construir tumbas fastuosas, rezar o peregrinar hacia estas tumbas: “¿Quieres que te envíe a la misma misión en que me envió el Mensajero de Allah? No dejes imagen sin borrarla, ni tumba elevada sin nivelarla”.
Sin embargo, de las diferentes interpretaciones que han suscitado estos hadices a lo largo de los siglos, ninguna se ha decantado por prohibir las imágenes dentro del islam.
Una de las primeras referencias se encuentra en un documento legal escrito por Ibn Qudama (1147-1223), uno de los eruditos suníes más importantes de la época medieval, en el que explica la imposibilidad de prohibir las imágenes, ya que su legalidad depende del contenido que muestren y de su contexto.
Un siglo más tarde el teólogo Ibn Taimiyya (1263-1328), cuya influencia se extiende hasta nuestros días a través de los movimientos ultraconservadores wahabí y salafista, llegó a la conclusión que las imágenes no debían ser utilizadas como medio para acercarse a Dios, buscar su mediación o pedir un favor.
Pero sin duda, la más importante interpretación se encuentra en la fatua del jurista egipcio Muhammad Abduh (1849-1905), referente del modernismo y del reformismo islámico. En ella se explica la necesidad de preservar las imágenes y pinturas para proteger el patrimonio cultural y el conocimiento islámico. Más allá, M. Abduh llega a afirmar que “ninguno de los ulemas (eruditos del Islam) se ha opuesto nunca a las imágenes. No se pueden oponer a los beneficios de las imágenes en los casos ya mencionados. … No es posible convencer a un mufti (jurista) que las imágenes se han utilizado, en todos los casos, como objeto de idolatría. Por ello, la ley islámica no puede ilegitimar uno de los mayores medios de conocimiento, siempre y cuando no representen un peligro para la religión y las creencias. De hecho, los musulmanes no deberían prohibirse a ellos mismos algo de lo que se benefician tan claramente”.
En la tradición musulmana, Dios habla al hombre a través de la palabra, y es por ello que la caligrafía árabe ocupa un lugar central no sólo en el arte islámico, sino también en la representación de lo divino.
Las interpretaciones de los eruditos musulmanes y los textos sagrados muestran que es posible emplear imágenes para representar a Muhámmad, igual que la caligrafía representa lo divino, siempre que no sean objetos de idolatría y se hagan con respeto.
Las pinturas y los frescos que durante siglos han mostrado a Muhámmad y a sus compañeros, más allá de simples imágenes, son una fuente de conocimiento y un legado cultural e histórico para los musulmanes y para toda la humanidad.
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