“Todos podemos hacer más en la lucha contra el Estado Islámico”
“Estamos dispuestos a
que Rusia pague un precio más alto por su agresión a Ucrania”, dice
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El vicepresidente de EE UU, Joe Biden,
en su despacho en Washington. / DAVID LIENEMANN (GOBIERNO DE EE UU)
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Hace seis años, el vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden,anunciaba
en la Conferencia de Seguridad de Múnich un cambio en la política exterior de
Washington, enterrando el unilateralismo y tendiendo la mano a Rusia en lo que
calificó como un "reinicio" de la relación bilateral. Biden
intervendrá este sábado en ese mismo foro en un escenario internacional muy
diferente al que seguramente había bosquejado en 2009. El papel
desestabilizador de Rusia en Ucrania, que las sanciones no logran
atajar, ha provocado una crisis de seguridad en Europa,
avivada por el avance del Estado Islámico (EI) en
Oriente Próximo, cuyos ecos, como demostró París, retumban dentro de nuestras
fronteras. Estos asuntos centrarán la cumbre de Múnich y sobre ellos ha tratado
Biden en respuesta a un cuestionario enviado por correo electrónico por los
diarios que elaboran el Suplemento Europa.
Pregunta. La escalada bélica en Ucrania ha
vuelto a agravarse. El presidente Obama ha declarado que EE UU está preparado
para "incrementar la presión" sobre Rusia ¿Qué significa eso
exactamente?
Respuesta. Estoy
de acuerdo en que estamos asistiendo a unagravamiento del conflicto
militar en Ucrania. Pero que no haya equívocos sobre las razones: desde el
principio, es la agresión rusa la que ha provocado este conflicto. Como hemos
dicho el presidente Obama y yo, Rusia tiene todavía la posibilidad de cumplir
los compromisos de Minsk, en cuyo caso retiraríamos algunas de las sanciones
que hemos impuesto. Ahora bien, si no lo hace estamos dispuestos a que Rusia
pague un precio más alto por su agresión a Ucrania.
P. ¿Es
factible una guerra abierta contra Rusia?
R. Hemos
dejado muy claro desde el principio que no existe una solución militar para
esta crisis, aunque eso sea lo que Rusia está tratando de imponer. No tenemos
ningún interés en una escalada militar y estamos haciendo todo lo posible en el
sentido opuesto. Pero Ucrania tiene todo el derecho a defenderse, y para ello
estamos proporcionándole ayuda en materia de seguridad. También hemos tomado
otras medidas, como las sanciones económicas ya mencionadas.
P. Si
Ucrania solicitara entrar en la OTAN, ¿apoyaría EE UU la petición?
R. Los
ucranios no han hecho ninguna solicitud formal, y no creo que nadie piense que
se van a integrar a corto plazo. Dicho esto, Ucrania tiene el derecho soberano
de determinar su propia política exterior y de seguridad. Y recordemos que este
conflicto no tiene nada que ver con la pertenencia a la OTAN. Rusia
invadió Crimea cuando Ucrania optó por tener una relación más estrecha con la
Unión Europea y cuando su población escogió la democracia por encima de la
corrupción y el gobierno autoritario. En esencia, es un conflicto sobre el
principio de que una nación tiene derecho a decidir su propio futuro. Rusia no
está dispuesta a dejar que Ucrania tome esas decisiones sobre su futuro, y
nosotros no podemos permitirlo.
P. En
2009, EE UU emprendió un "reinicio" de sus relaciones con Rusia.
¿Cuándo se torció ese rumbo?
R. Hace
exactamente seis años hablé en la Conferencia de Seguridad de Múnich, en la que
volveré a participar dentro de unos días, y utilicé el término
"reiniciar" para calificar nuestra relación con Rusia. Dejé muy claro
entonces cuáles son nuestros objetivos en relación con Rusia. Para EE UU es
fundamental poder cooperar con Rusia en ámbitos en los que compartimos
intereses, como la lucha antiterrorista, la no proliferación y el control de
armamento y otros problemas mundiales. Sin embargo, ya dije en 2009, perdóneme,
porque me voy a citar a mí mismo: "No aceptaremos que ningún país tenga
una esfera de influencia. Nuestra postura seguirá siendo que los Estados
soberanos tienen derecho a tomar sus decisiones y escoger sus alianzas".
Cuando lo dije entonces, como cuando dije que intentaría cooperar con Rusia
pero no sacrificaría nuestros principios ni los intereses de nuestros aliados,
hablaba en serio; y sigo hablando en serio ahora.
“Putin ha escogido
un rumbo de represión interna y violación de normas internacionales”
P. ¿Ve
plausible reconducir la relación bilateral con Rusia durante la presidencia de Vladímir Putin?
R. Entre
2009 y 2012 conseguimos cooperar en muchos aspectos con Rusia. Ratificamos el
nuevo tratado START, llevamos suministros a nuestras tropas en Afganistán a
través de la Red de Distribución Norte y, juntos, elaboramos la serie más
amplia de sanciones internacionales que se hayan impuesto jamás a Corea del
Norte e Irán. También dedicamos esfuerzos a crear el tipo de Rusia que
esperábamos, y seguimos esperando, ver surgir un día, contribuyendo a su
campaña para incorporarse a la Organización Internacional de Comercio, para que
fuera un país integrado en la economía mundial, más próspero y más interesado
en el orden internacional. Por desgracia, el presidente Putin escogió otro
rumbo, de creciente represión interna y violación de las normas
internacionales. Nosotros no podemos tolerar ese flagrante desprecio a los
principios más esenciales del sistema internacional.
P. ¿Cómo
podrían restablecerse las relaciones con Moscú?
R. Seguimos
cooperando con Rusia en todo lo que podemos, pero debemos tener muy claro el
reto al que nos enfrentamos; nos encontramos ante un Estado ruso que ha
prescindido de la mayoría de las normas internacionales fundamentales. Si Rusia
cambia de actitud, empieza a acatar esas normas y respeta la soberanía y la
integridad territorial de sus vecinos, nuestra relación también cambiará.
P. ¿Se
arrepiente el Gobierno estadounidense de no haber atacado al régimen de Bachar el Asad después de que
utilizara armas químicas?
R. Gracias
a la labor diplomática, EE UU consiguió lo que los ataques militares no habían
logrado: la eliminación de todos los
arsenales declarados de armas químicas en Siria. La
perspectiva de que unas armas tan terribles pudieran estar en manos de un
régimen brutal el tiempo suficiente como para que cayeran en manos de
terroristas afiliados a Al Qaeda o al EI constituye una amenaza contra la
seguridad de Siria, la región y el mundo, y nuestro plan de acción la disminuyó
de forma radical.
P. Dado
que El Asad, en la práctica, es un aliado en la lucha contra el EI, ¿su
expulsión sigue siendo un requisito indispensable para lograr un acuerdo en
Siria?
R. Estamos
colaborando con diversas fuerzas, como los dirigentes iraquíes de todo el
espectro étnico y sectario y más de 60 socios de otro tipo, para debilitar y
derrotar al EI. Muchos países han hecho aportaciones considerables. Todos
podemos hacer más. Son esos países, no El Asad, los que componen nuestra coalición contra el EI.No
estamos coordinándonos con El Asad, que está sujeto a sanciones.
P. ¿En
qué condiciones podría Occidente negociar con él?
R. No
vemos cómo va a ser posible que, después de haber perdido toda su legitimidad
por sus actuaciones, pueda volver a presidir la Siria estable, pacífica y unida
que deseamos. Por el contrario, vamos a colaborar con elementos fiables de la
oposición moderada para que puedan estabilizar las zonas liberadas y defenderse
contra los ataques del EI o del régimen.
P. ¿Qué
prioridad dan a la lucha contra el yihadismo en Europa?
R. Debemos asumir muy
seriamente la responsabilidad de colaborar con el fin de intercambiar
informaciones, interrumpir el flujo de dinero que llega a los terroristas,
luchar contra el extremismo violento en nuestras comunidades, entre otras cosas,
mediante una verdadera integración económica y social, y vigilar y destruir las
redes que facilitan que los combatientes extranjeros vayan y vengan de los
campos de batalla. Las naciones europeas son unos de nuestros socios más
cercanos en este esfuerzo.
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