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domingo, 8 de febrero de 2015

La indiferencia mutila

La indiferencia mutila

6F. Día Mundial de Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina

08/02/2015 - Autor: Ana Silva - Fuente: secretolivo
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Día Mundial de Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina
Día Mundial de Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina
Decía María Zambrano que cualquier momento es bueno para hacer lo correcto. Así es como el pasado martes 3 de febrero el frío de Granada nos dio una tregua y conseguimos reunir voces y conciencias en torno a un tema tan delicado como la mutilación genital femenina en las II Jornadas sobre Mutilación Genital Femenina, organizadas por SecretOlivo, con la colaboración de la Fundación Cultura de Paz, Fundación Euroárabe, Medicusmundi Andalucía, el Departamento de Derecho Penal de la Universidad de Granada y el Grupo de Estudios de Actualidad, en un escenario tan acogedor y comprometido con los Derechos Humanos como es la Fundación Euroárabe.
Una jornada en la que intentamos precisamente hacer lo correcto, entendiendo que tanto la información como la educación deben ser herramientas fundamentales en la lucha contra la mutilación genital femenina. Mujeres. Hombres. Todos girando hacia el unísono de la tolerancia cero con la práctica de la mutilación genital femenina. Una puesta en común y espacio de diálogo y reflexión que fue capaz de dar voz a disciplinas tan importantes para la erradicación de la Mutilación Genital Femenina como el Derecho, la Medicina y la Antropología.
El punto de partida no pudo ser alentador. Las cifras se anteponen a cualquier intento de teorización del problema y apuntan a un verdadero drama mundial. Más de 135 millones de mujeres en el mundo son víctimas de ablación y en torno a 2 millones de niñas y adolescentes cada año son mutiladas. No puede alzarse la vista hacia la indiferencia, máxime cuando la mutilación genital femenina se traslada como práctica cultural allá donde van las personas que la secundan. Esto es, las corrientes migratorias propias de nuestro tiempo implican un desplazamiento de las conductas identitarias siendo la mutilación genital femenina un fenómeno que se extiende a cualquier parte del Planeta.
Quisimos escarbar las respuestas para plantear las soluciones. Nos preguntamos por qué este tipo de práctica cultural tiene como víctima a la mujer y no al hombre. Qué tiene esto que ver con el control de la sexualidad de la mujer y con su docilidad. Y de la mano del humanismo interdisciplinar intentamos comprender, acercarnos a teorías, discursos, legislaciones y también a la escucha comprometida con cada grupo humano.
Mucho más que un problema de salud física
La ginecóloga y presidenta de Medicusmundi Andalucía, África Caño Aguilar, señaló que ante la práctica de la mutilación genital femenina -por la que se amputa de manera total o parcial los órganos sexuales externos de la mujer- no deben aceptarse razones de tipo higiénico ni sanitario. Enfatizó que la ablación se practica cada vez en niñas de menor edad conllevando a graves complicaciones para el desarrollo de la mujer, desde hemorragias e infecciones a corto plazo hasta problemas sexuales e incluso fistulas obstétricas muy difíciles de tratar, pudiendo llegar a la muerte.
La doctora quiso dejar claro que a pesar de las técnicas de reconstrucción que se están ejecutando ultimamente y de los intentos paliativos, no existe literatura científica en el ámbito de la medicina sobre la que depositar un poco más de esperanza. Es la OMS la que a través de un estudio ha verificado que la práctica de la ablación lleva aparejadaaltos índices de mortalidad materna por hemorragias en el momento del parto.
De especial relevancia resultó su particular propuesta para abordar este problema. La apuesta incansable por la sensibilización de las familias y de las mujeres en riesgo de ablación, evitando sentimientos de culpablidad desde la aceptación de la pluralidad cultural sin llegar a aceptar ni asumir esta práctica. Resulta curioso cómo en nuestro mundo occidental hemos tenido que esperar a los años 70 para considerar la ablación como un problema visible. Esta circunstancia, entiende África Caño, supone la falta de consciencia en cuanto a la consideración de la ablación como una forma de violencia hacia la mujer.
Más allá de las fronteras culturales
La antropóloga y profesora titular de Antropología Social de la Universidad de Granada, Soledad Vieitez Cerdeño, abordó el problema de la mutilación genital femenina desde el prisma de las prácticas culturales y las identidades de género.
Posicionada claramente en contra de esta práctica, no obvió en considerar cómo desde nuestra sociedad occidental entendemos la ablación como algo estátito y ajeno a nosotros, cuando verdaderamente la cultura -que en el caso de la mutilación genital femenina es la principal causa de su práctica- es de carácter movible, evolutiva y por lo tanto susceptible de revisar.
Vieitez recurrió a los estudios de la antropóloga Adriana Kaplan en los que se recoge como propuesta para la erradicación de la ablación la continuación del ritual de la misma, sin llegar al corte de los órganos genitales femeninos.
Pero lo que verdaderamente resultó conmovedor e interesante es su particular manera de centrar el problema en el contexto más adecuado. Para la antropóloga, la la ablación debe tratarse en el contexto cultural africano con sus propios parámetros culturales. Acudió a la reacción de algunas tribus de mujeres africanas, como las Kikuyu (naturales de Kenia), para explicar cómo la mutilación genital femenina puede convertirse en una reacción cultural hacia el empoderamiento de la mujer. Un panorama que explica a complejidad del problema y la necesidad de llevar a cabo acciones locales, donde los agentes que intervengan conozcan de manera nítida cómo y dónde se produce esta práctica, y sean capaces de hacer llegar a las mujeres mensajes en su idioma y desde su manera de entender los hechos culturales.
Cuando el Derecho toma partido
Por su parte, la jurista y profesora titular de Derecho Penal de la Universidad de Granada, Mª Ángeles Cuadrado Ruiz, comparó la legislación penal -especialmente con el caso de Suecia- para centrarse en la regulación que nuestro Código Penal prevé para la mutilación genital femenina.
Con penas de 6 a 12 años de prisión y la pérdida de la patria postestad de 4 a 10 años, el artículo 149.2 del Código Penal contempla la ablación como un delito de lesiones. La penalista matizó que se trata de un delito doloso cuyas penas son gravesdependiendo su aplicación, en mayor o menor grado, de circunstancias como la minoría de edad de la víctima (muy frecuente en el caso de la por practicarse a niñas de corta edad). Pero también son castigadas la promoción de la ablación y su conspiración con penas inferior en 1 o 2 grados.
Cuadrado destacó la contradicción entre la reforma operada el año pasado en la Ley Orgánica del Poder Judical que deja fuera a la ablación de la institución de la Justicia Universal (no pudiéndose perseguir por los tribunales españoles aquellas ablaciones que se han producido fuera de nuestras fronteras), y las alarmantes cifras recientemente emitidas por el gobierno en función de las cuales 17.000 niñas se encuentran en riesgo de sufrir ablación en nuestro país.
Hoy, tres días después de las II Jornadas sobre Mutilación Genital Femenina, por ser el día mundial contra la mutilación genital femenina, queremos oponernos a esta práctica arraigada en la costumbre de muchos pueblos y comunidades, como lo venimos haciendo durante todos los días del año.
Y así, sentamos, interiorizamos y manifestamos los siguientes puntos a modo deManifiesto en Contra de la Mutilación Genital Femenina:
1. La mutilación genital femenina atenta de manera directa al cuerpo de la mujer, a su integridad física, a su salud, a su integridad psíquica, a su dignidad y a los derechos fundamentales de la mujer.
2. La preocupación internacional por la erradicación de toda forma de violencia contra la mujer, entre las que hay que nombrar a la mutilación genital femenina como una manifestación de la misma, ha sido respaldada en el ámbito de nuestro Estado por diversas medidas legislativas que deben ser valoradas positivamente, en tanto van encaminadas a la protección de la mujer.
3. Es necesario que el derecho penal de respuesta a los delitos culturalmente condicionados, estableciendo un marco sobre el que sentar el respeto de los Derechos Humanos en el marco de la integración de las minorías migratorias. Pero la función del Derecho Penal debe respetar sus propios principios, sobre todo el principio de intervención mínima, que en este caso supone un refuerzo de la educación como mecanismo de prevención y el uso del Derecho Penal en última instancia.
4. La reforma del Código Penal para la introducción del delito de mutilación genital debe ser entendida en sentido positivo, pese a que la técnica legislativa no es la más adecuada. Si bien, se debe señalar que nuestro ordenamiento no carecía de una auténtica falta de tipos penales para atender la mutilación genital femenina. Era posible su castigo por medio de las figuras ya existentes de lesiones.
5. La regulación más o menos expresa desde diferentes sectores del ordenamiento jurídico, entre ellos el jurídico-penal, conlleva el reconocimiento de estas prácticas como una lacra social extendida mundialmente que precisa de una regulación unitaria. Poco a poco se avanza en un reconocimiento expreso de la protección de dichas prácticas por parte de numerosas legislaciones nacionales. Junto a ellas se deberían arbitrar iniciativas oficiales alternativas al derecho penal basadas en la educación desde la infancia y basadas en los principios de respeto a los derechos humanos.
6. La regulación en nuestro ordenamiento jurídico de la violencia doméstica, choca frontalmente con la regulación europea que encuadra la mutilación genital femenina en el contexto de la violencia doméstica. Resulta inaceptable que la normativa española de ámbito nacional encuadre la Mutilación Genital Femenina únicamente en el ámbito del delito de lesiones negando su inconfundible carácter de género. Debería hacerse referencia a la tipología propia de la violencia de género. Sin embargo, podría tener encaje en algún caso muy concreto si acudimos a la normativa específica de las comunidades autónomas en las que no existe una uniformidad en el uso del término de violencia contra las mujeres. En algunas de ellas se emplea el término violencia “de género” en las que se podría encuadrar la mutilación genital femenina como una manifestación de la misma. Esto apunta a la disparidad con que se contempla la mutilación genital femenina en nuestro país, lo que acaba condicionando al contenido de la normativa. Dicha disparidad también puede ser susceptible de ser cuestionada en cuanto atenta de manera frontal al principio de igualdad.
7. El problema de la mutilación genital femenina supera con creces la problemática de un simple delito. Si bien la vía de los tribunales no es la única ni en todos los casos la más acertada para la prevención de la mutilación genital femenina. No obstante, debemos valorar positivamente que el Tribunal Supremo, como máximo exponente de la jurisprudencia española, esté mostrando la sensibilidad de la Sala por los Derechos Humanos, al señalar para los casos de ablación que el límite al respeto a las culturas autóctonas se encuentra en el respeto a los Derechos Humanos que actúan como mínimo común denominador intercultural.
8. Se debe apelar a los poderes públicos para que del mismo modo que utilizan el Derecho penal y el poder coercitivo del Estado en la contención y represión de la inmigración irregular, utilicen el Derecho Penal como medio coactivo de culturización de los inmigrantes, como medida de presión que favorezca la integración, o mejor dicho, la asimilación cultural de aquellos inmigrantes procedentes de culturas diferentes a la nuestra.
9. Junto al Derecho Penal se deben arbitrar soluciones encaminadas a la prevención de la mutilación genital femenina; que impliquen una conexión y coordinación entre Administraciones Públicas y que avancen en paralelo junto al Derecho Penal. Esto es, la elaboracin de un protocolo integral contra la mutilación genital femenina.
Ana Silva.

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