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sábado, 4 de noviembre de 2017

La enseñanza espiritual de Dhû-l-Nûn el Egipcio (5)

«Cuando un hombre invoca a Al-lâh, Al-lâh invoca para él».

21/06/2008 - Autor: Muhyi-d-din Ibn Arabî - Fuente: La maravillosa vida de Dhu-l-Nun, el Egipcio
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La limitación de la esperanzas (qasr al-amal)
Según Sa’îd ibn ‘Uthman, Dhû-l-Nûn ha dicho:
«Limitar el campo de sus esperanzas acarrea el renunciamiento. La limitación de las esperanzas resulta de la certeza, porque el que tiene de él la certeza de que la muerte es el vencimiento de los «soplos» (anfâs) no espera ya nada más del futuro inmediato (musta’naf), y el que es así no desea nada más de este bajo mundo».
La invocación (dhikr)
En Les Titres de gloire..., «La Corona del Islam» Abû ‘Abd Al-lâh al-Husayn ibn Nasr ibn Muhammad ibn Hamîs ha mencionado que se había interrogado a Dhû-l-Nûn sobre la invocación y que había respondido: «Es la “ausencia” (o la «inconsciencia»; gayba) del invocante (dhakir) con respecto a la invocación». Y declamó este verso: «Si Te invoco frecuentemente, no es porque yo Te haya olvidado, sino porque estas invocaciones fluyen de mi lengua».
Según la misma fuente, Dhû-l-Nûn ha dicho:
«Cuando un hombre invoca a Al-lâh, Al-lâh invoca para él».
Sa’îd ibn ‘Uthman ha referido esto: Yo he oído a Dhû-l-Nûn decir: «Aquel cuya invocación de Al-lâh es verdadera olvida toda cosa aparte de Él (variante de Abu Nu’aym: «en su amor por Él»), y el que lo olvida todo, aparte de Al-lâh, Al-lâh se lo guarda todo convirtiéndose para él en la compensación de toda cosa».
Sa’îd ibn ‘Uthman ha referido esto: Yo he oído a Dhû-l-Nûn decir: «La vida aquí abajo sólo es buena por la invocación de Al-lâh, la vida última sólo es buena por Su perdón, y el Paraíso sólo es bueno por la visión que se tiene de Él».
La amistad divina (walaya)
Según Sa’îd ibn ‘Uthman al-Hayyat, se había preguntado a Dhû-l-Nûn cual era el signo del apresuramiento (iqbal) de Al-lâh con respecto al servidor, y él había respondido: «Cuando se ve al servidor ser paciente, dar gracias, e invocar, es el signo del apresuramiento de Al-lâh a su respecto». Y a la pregunta: ¿Cuál es el signo del alejamiento (i’rad) de Al-lâh respecto al servidor? su respuesta fue: «Cuando se le ve dar muestras de negligencia, mostrarse olvidadizo y abandonar la invocación a Al-lâh, es que Al-lâh le aleja de él». Después añadió: «Escucha bien esto: ¡basta para apartarse de Al-lâh, no invocarlo más cuando se sabe que Él se apresura con respecto al servidor!».
Citamos igualmente en este capítulo, la frase referida por Yusuf ib al-Husayn: Yo he oído a Dhû-l-Nûn decir: En uno de Sus libros revelados, Al-lâh ha declarado: «¡Cualquiera que Me obedezca, Yo soy su amigo (walî); que ponga su confianza en Mí, y que Me tome por norma! ¡Por mi Omnipotencia! si Me pidiera el fin del mundo, Yo lo haría cesar para Él».
La fraternidad (uhuwwa)
Yusuf ibn al-Husayn ha referido esto: Yo he preguntado a Dhû-l-Nûn cuál es el signo de la fraternidad en Al-lâh, y me ha respondido: «Son tres cosas: la amistad sincera (safa’), la ayuda mútua (ta’awun), y la fidelidad (wafa’). Se trata de la amistad sincera en el aspecto de la religión, de la ayuda en lo que reclama el consuelo (mu’âsât) y de la fidelidad en la prueba».
La voluntad espiritual (irâda)
Yusuf ibn al-Husayn y Muhammad ibn Ahmad al-Shimshâtî han referido esto: nosotros hemos oído a Dhû-l-Nûn decir: «La voluntad espiritual es alimentada constantemente por tres cosas: la confianza en las promesas divinas, la aceptación del destino y el hecho de llamar continuamente a la puerta de Al-lâh».
La grandeza de alma o el dominio de sí (hilm)
Según Sa’îd ibn ‘Uthman, Dhû-l-Nûn ha dicho:
«Hay tres signos de la grandeza de alma: no enfadarse cuando se es contradicho, soportarse el género humano por humildad ante el Señor, y olvidarse de la mala acción del malvado perdonándolo y dando muestras de indulgencia para él».
La sumisión a Al-lâh (islâm)
Según Sa’îd ibn ‘Uthman, Dhû-l-Nûn ha dicho:
«Hay tres signos de la sumisión a Al-lâh: mirarse con benevolencia (nazar) los miembros de la comunidad (milla), abstenerse de hacerles daño, y perdonar en tanto que sea posible a esos que lo hacen mal».
*Del libro La maravillosa vida de Dhû-l-Nûn el Egipcio
Editora Regional de Murcia

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