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viernes, 3 de noviembre de 2017

Los musulmanes catalanes, en guardia ante el posible rechazo

Considerada un ejemplo de convivencia multicultural, en Cataluña es donde hay más comunidades islámicas
MARTES 22 DE AGOSTO DE 2017
PARA LA NACION
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Anteayer, miles de musulmanes radicados en Cataluña salieron a manifestarse en Barcelona contra el terrorismo. Rechazaron la violencia y dejaron en claro que no todos son iguales.
La sociedad catalana siempre fue considerada un ejemplo de convivencia multicultural, donde, a diferencia de muchas ciudades europeas, los extranjeros están integrados en la ciudadanía y no están sesgados en barrios independientes. Pero ahora las comunidades islámicas temen que el atentado del jueves pasado afecte la relación que tanto orgullo les ha dado.
"El atentado nos ha chocado y sorprendido, porque los terroristas han efectuado estos actos bárbaros con el nombre de mi religión, que no es incompatible con los valores y los derechos humanos. Esto va a afectar muchísimo de manera negativa la relación en la sociedad, pero espero que los españoles y los catalanes no caigan en el error de estigmatizar a la comunidad musulmana y achacarle el mal de unos pocos que a nosotros no nos representan", dice a LA NACION Mohamed Ahsissene, marroquí, musulmán y vicepresidente del Centro Euro-Árabe de Investigadores y Profesionales.
En los años 60 hubo una gran ola migratoria de magrebíes que se instalaron en Barcelona. Elegían la ciudad por el potencial económico, superior al resto de las regiones españolas, y por la gran hospitalidad del pueblo catalán. Con la corriente de aquellos años comenzó a renacer también la instalación de mezquitas, algunas acusadas de propagar el islam conservador.
"Las mezquitas no tienen la culpa de la radicalización de los jóvenes, sino los medios de comunicación, especialmente los provenientes de otros países, y las redes sociales. Esos canales inculcan una cultura de odio y de rechazo a todo lo que es diferente a su ideología y lamentablemente eso está comiendo el cerebro de muchos jóvenes", explica Ahsissene, que llegó a España para estudiar y finalmente se quedó a vivir.
Además advierte que el sentimiento de rechazo por parte de la sociedad autóctona influye también en la radicalización: "Los musulmanes cuando emigran a Europa sufren mucho rechazo xenófobo y cultural. Desde chicos, cuando estudian en el colegio, no se sienten locales, y ese sentimiento aumenta más la ideología del odio y del rechazo al otro. Luego, como se ven rechazados, intentan buscar una identidad, y lamentablemente muchos caen en la radicalización religiosa".
Los 13 años en los que España no recibió ataques terroristas se explican en parte por la eficiencia de las agencias de inteligencia, pero también por la integración de la comunidad musulmana, que en rechazo a la violencia ha denunciado a posibles sospechosos, lo que le ha permitido a la policía investigar con antelación posible ataques.
"La injusticia internacional también alimenta más el discurso radical de odio de esos criminales. Pero la solución, para mí, es la educación, para que se pueda dejar de estigmatizar a los musulmanes", concluye.

Crece el malestar en cataluña con el rey Felipe

En las últimas horas, una renovada tensión parece desandar todo lo andado, al extremo de poner en posición potencialmente incómoda al rey Felipe. Son varias las fuerzas políticas que están dispuestas a repudiar su presencia en la marcha contra el terrorismo convocada para el sábado próximo.
"Antes que venir a desfilar tendría que dar explicaciones y pedir perdón por ser amigo de los que financian este terrorismo brutal", sostuvieron desde Candidatura de Unidad Popular (CUP), un partido independentista. "Si va él, nosotros nos vamos y pedimos a la gente que lo silbe", dijo Mireai Boya, una de sus legisladoras en el Parlamento regional.
El rey no suele pasarlo bien cuando asiste a actos públicos en Cataluña. Son legendarios los silbidos que tiene que soportar al himno nacional durante los encuentros en el Camp Nou. O los que él mismo sufrió en el Teatro Liceu, hace sólo cuatro años, en uno de los peores momentos de la monarquía.
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