¡¡¡ SOS PRONUNCIAMIENTO!!!
Yahoo/Buzón
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Graciela Machuca Martinez
Para:Zócalo Revista,TELESUR EN MEXICO
CORRESPONSALIA,Gerardo Yong,Kakumei2006,Jorge Meléndezy 80 más...
7 jun. a las 9:26 a. m.
Pronunciamiento dirigido al gremio
periodístico de México
Seamos personas actoras y no víctimas
Graciela Machuca Martínez*
La violencia contra periodistas se
incrementa a diario, la impunidad ya se arraigó en el sistema de
procuración y administración de justicia, la sociedad se
ahoga en las aguas turbias de la desinformación y quienes se atreven a publicar
el resultado de sus investigaciones periodísticas o a disentir por
medio de sus opiniones, son asesinadas, desaparecidas o excluidas, en un México
donde los grupos de poder económico y político dictan a la mayoría de los
medios de comunicación que deben informar a la sociedad y sobre qué
deben guardar silencio.
Los derechos a las
libertades de pensamiento, opinión, expresión y prensa, dimensionados en el
llamado Derecho a la Información, reconocidos en los artículos Sexto
y Séptimo de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, así como
en los artículos 19 de la Declaración Universal de los Derechos
Humanos, 19 del Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos,
así como en el 13 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, son letra
muerta a pesar de que el Estado mexicano sostiene en foros internacionales que
estos derechos fundamentales son garantizados.
María del Sol Cruz Jarquín, fotógrafa
de profesión y jefa del Departamento de Comunicación Social de la Secretaría de
Asuntos Indígenas (SAI) del gobierno del estado de Oaxaca, es la séptima
comunicadora asesinada en este violento país antes de que termine el
primer semestre de 2018 y es asesinada, precisamente en uno de los municipios
más violentos del país, Juchitán de Zaragoza, el noveno más peligroso de la
república mexicana, con 95.1 homicidios por cada cien mil habitantes, de
acuerdo al Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad.
Pero este homicidio es imposible
considerarlo como uno más de la delincuencia común por las características de
los hechos y porque María del Sol era una joven comunicadora, a quien como
servidora pública del Gobierno del Estado de Oaxaca, su jefe
inmediato, el secretario de Asuntos Indígenas, Francisco Javier Montero López,
la envío a realizar trabajos de comunicación social a la campaña electoral de
su hermano, Hageo Montero López, quien es postulado a la presidencia municipal
de Juchitán por los partidos Revolucionario Institucional, Verde Ecologista de
México y Nueva Alianza, institutos políticos que hasta ahora han guardado
silencio y se niegan a responderle a la sociedad sobre el uso indebido de
recursos públicos, del cual son copartícipes y cómplices.
El caso del asesinato de María del
Sol Cruz Jarquín, de Pamela Terán Pineda, candidata a segunda
consejal y de Adelfo Guerra, chofer de Pamela, debe ser investigado por la
Procuraduría General de la República y en especial por la Fiscalía Especial de
Delitos Electorales, porque se dio en un escenario electoral.
Además, no se debe descartar ninguna
línea de investigación, porque María del Sol Cruz Jarquín es hija de
la periodista Soledad Jarquín Edgar, reconocida a nivel nacional e
internacional por su trabajo de investigación y denuncia sobre
políticas públicas fallidas diseñadas para garantizar los derechos de las
mujeres, principalmente a una vida libre de violencia.
El gremio periodístico a nivel
nacional debe reencontrarse como clase trabajadora, erradicar la falacia de la
cercanía con el poder, tenemos una responsabilidad social en la coadyuvancia
con el Estado para que se garantice el Derecho a la Información, pero no somos
el Estado ni trabajamos para los gobiernos o para los grupos de poder, nos
debemos a la sociedad, la misma que ahora nos da la espalda, porque quizás,
como periodistas, no hemos estado a la altura de los requerimientos de
informativos del país.
Las mujeres periodistas y los hombres
periodistas de México debemos abandonar el papel de víctimas y
convertirnos en personas actoras de nuestro quehacer y trabajar desde nuestra
identidad de periodistas por nuestra defensa, protección y
profesionalización.
La historia del pensamiento
humano nos ha enseñado que el poder, lo ejerza quien lo
ejerza, busca, y por lo general lo consigue, acallar las voces de la sociedad y
extermina a las disidentes, solo un conglomerado
sólido de periodistas, cohesionado por la vocación de servicio, por
el profesionalismo, por la ética periodística y la participación ciudadana
podrá hacerle frente al poder e ir erradicando la violencia en su contra, ello
es posible, otras sociedades nos lo han demostrado.
Las 140 personas periodistas
asesinadas durante la administración del presidente de la República,
Enrique Peña Nieto y otros cientos de mujeres y hombres
que por ejercer su derecho a la Libertad de Expresión han sido violentados, son
prueba fehaciente de que las políticas públicas diseñadas desde el gobierno
federal y replicadas en algunas entidades federativas, no han servido, porque
su objetivo no es combatir la impunidad, eliminar las causas de la violencia
contra periodistas, sino maquillar la realidad, encubrir la incapacidad de un
sistema de procuración y administración de justicia y desde luego, se trata de
políticas públicas que están elaboradas para contener los efectos de la
violencia y no para erradicar causas estructurales.
Como periodista, mujer,
madre y ciudadana, le pido al gremio periodístico nacional, no un minuto
de silencio, sino uno, dos o tres o los minutos que les sea posible dentro de
sus apretadas agendas para reflexionar sobre nuestro ejercicio periodístico,
sobre nuestra contribución a que el Derecho a la Información sea garantizado.
También reflexionemos sobre nuestras
fobias a la unidad del gremio periodístico, porque la desunión, las
confrontaciones entre los de arriba y los de abajo, entre los del sur y el
norte, entre los egresados de una universidad y quienes adquirieron su
experiencia con la práctica, entre los que tienen salarios de primer mundo y
los que solo tienen una precaria compensación económica, son, entre muchas
otras, las causas que nos han debilitado como personas trabajadoras de los
medios de comunicación.
A la necropolítica y a la voraz
globalización económica no les importa que nuestras hijas y
nuestros hijos sigan muriendo, que jóvenes sigan
desapareciendo, porque para este sistema, todas las mujeres y todos los hombres
somos desechables.
Los últimos años de barbarie contra
periodistas en México nos han dejado experiencias dolorosas que debemos
transformar en opciones de esperanza. Seamos personas actoras de nuestras
vidas, de nuestro quehacer profesional, porque solo así, podremos romper el
círculo del proceso de victimización de quienes trabajamos en medios de
comunicación.
Asumamos la responsabilidad de
nuestra propia defensa y protección, porque la sociedad mexicana requiere de
nuestra participación.
Nos encontramos en un momento clave
de la historia de México, quien asuma la Presidencia de la República el primero
de diciembre de 2018 podrá tener buena voluntad, podrá ser
conservador o de avanzada, pero lo que no podemos perder de vista es
que ese cargo es para defender los intereses de los grupos de poder político y
económico y para ello, la Libertad de Expresión es un
obstáculo.
*Graciela Machuca Martínez, consejera
suplente del Consejo Consultivo de Protección de Personas Defensoras de
Derechos Humanos y Periodistas; corresponsal en Quintana Roo
del Noticiario Detrás de la Noticia que conduce Ricardo Rocha
y Directora de la Revista Maya sin Frontera que se edita en Quintana Roo.
Las mujeres empezamos a vivir la libertad hasta que vencemos nuestros miedos
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