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miércoles, 25 de agosto de 2021

Afganistán y las redes islamistas armadas

 Afganistán y las redes islamistas armadas ERIC LA IR La primacía estadounidense es potencial mente vulnerable a nuevas amenazas, provenientes bien de contendientes regionales, bien de constelaciones noveles. Zbigniew Brzezinski, El Gran Tablero Mundial Ciertamente, los que creen, y los que siguen la religión judía, y los cristianos [...] no estarán afligidos. Corán1, sura II - versículo 59 U t í t í t í O u INTRODUCCIÓN EL ISLAMISMO ARMADO CONTRA EL ISLAM Después de los atentados perpetrados en Estados Unidos en septiembre de 2001, el activismo armado asociado al Islam2 ha sido objeto de una creciente atención por el protagonismo de Osama Bin Laden, oriundo de Arabia Saudita, como comanditario intelectual de dichos atentados y por los nexos de sus autores directos con el mundo musulmán3. Hoy, existe el riesgo de hacer una amalgama entre la religión del Islam y la violencia armada. Por eso, es útil recordar que el Islam es tolerante con los creyentes de las otras religiones de las Escrituras, a saber los judíos y cristianos. El Corán— libro sagrado de los musulmanes— que es una fuente de inspiración y de fe cotidiana para los creyentes, no llama explícitamente a la guerra contra estas religiones. Es más, en términos teológicos, el Corán reconoce a Abraham y a Jesucristo como mensajeros de Alá. Pero retomando la tradición musulmana, éstos fueron mal «entendidos» por los pueblos que fundaron las religiones judías y cristianas que son anteriores al Islam4. Según la acepción del Corán, Abraham y Cristo hacen parte de una línea de profetas que se sometieron a la ley de Alá antes de la llegada del último profeta Mahoma, quien vivió aproximadamente entre 570 y 652 d.c. Es en él en quien recayó la labor de difundir la palabra divina de Alá. El proceso de «islamización» de los demás pueblos iniciado por Mahoma a partir de 622 d. c. fue particularmente Profesor de Ciencia Política, Universidad de los Andes. 111 Corán: libro sagrado de la religión del Islam. Está organizado en 1 14 Suras, las cuales se articulan en versículos, que corresponden a las revelaciones de Dios al profeta Mahoma. t21 Islam: «sumisión u obediencia» a los preceptos establecidos por Alá (Dios). ,5) La palabra «musulmán» remite de manera genérica a los seguidores de la religión del Islam (los que siguen la palabra de Alá) que reconoce a Mahoma como último profeta. El mundo musulmán es de una gran heterogeneidad política, cultural y humana. Hace presencia en todos los continentes, concentrándose en algunas regiones com o África del Norte, Medio Oriente, Asia Central y Europa (principalmente en su parte occidental y en los Balcanes). '4) Para una introducción al Islam, véase Horrie, Chris y Chippindale, Peter ¿Qué es el Islam?, Madrid: Alianza Editorial, 1995. 77 ANÁLISIS P O LIT IC O N “ 44 AN Á LISIS P O L ÍT IC O N» 44 difícil e incluso violento. La resistencia que encontró Mahoma puede en parte explicar por qué la defensa del Islam es una noción fundamental y recurrente en el Corán y en la tradición musulmana en general. El Islam es una religión que ha nacido y se ha forjado históricamente en la adversidad. El Corán incita a defender el Islam (la y ih a d ) y a luchar contra distintas figuras de infieles como los impíos, los politeístas, los seguidores del Mal y del Diablo (T aghu t) y los que atacan el Islam. Pero la lucha por el Islam no es necesariamente violenta. Tradicionalmente, la violencia es considerada por numerosos jefes y guías religiosos como una dimensión «menor» de la y ih a d . La y ih a d es más bien no violenta. Complementa los cinco grandes pilares del Islam que son: la fe única en Alá, la oración, la limosna, el ayuno y la peregrinación a La Meca en Arabia Saudita. La y ih a d no violenta pasa por comportamientos cotidianos y «ordinarios» como la lectura del Corán y un conocimiento de los preceptos del Islam (en varias ocasiones, el Corán advierte al creyente que Alá no ama a los ignorantes y a los incrédulos) y el diálogo que empieza en su propia familia. Además, cuando contempla el uso de la fuerza, el Corán pone restricciones físicas y morales a su implementación. Por ejemplo, el combate contra los infieles no es sin límite ya que el defensor del Islam no debe atacar al infiel en caso de que éste esté dispuesto a dejar «las armas» y ofrecer la «paz»5. Es la interpretación de algunos grupos armados, jefes religiosos e intelectuales la que tiende a hacer del Islam una religión refractaria y violenta. En muchos casos, los que se reclaman del Islam se fundamentan en las categorías de infiel mencionadas anteriormente para justificar y legitimar sus exacciones contra poblaciones cristianas o judías. Cristianos y judíos se vuelven así una encarnación del Mal o del Diablo y una figura mayor de los enemigos del Islam. Detrás de la retórica del Islam desarrollada por algunos grupos o partidos que se dirigen a veces con vehemencia contra los no musulmanes, se expresan casi siempre motivaciones e intereses de alcance político, económico y territorial, luchas por el poder y estrategias identitarias. La religión es así instrumentalizada simultánea o sucesivamente por distintos fines y medios: es un elemento de lo político (fusión entre el Estado y la religión musulmana, nacionalismo, etc.), un discurso movilizador, un referente comunitario, un medio (para conseguir fondos en nombre de la defensa del Islam)6 o la principal finalidad de la confrontación armada. Cuando la religión del Islam entra en interferencia y se mezcla con lo político, se habla entonces de islamismo. Islamismo que, a pesar de su diversidad, ha tomado en términos generales una fuerte connotación armada y anti-occidental a lo lai^o de la segunda mitad del siglo XX, la cual oscurece hoy la imagen del Islam percibida de manera errónea como una religión violenta e «intolerante». Aquí, nos enfocaremos únicamente en una de las vertientes más radicales y violentas de un islamismo sunita7 que tiene sus principales focos de expansión en Asia Central y Medio Oriente, para luego poner en perspectiva los atentados cometidos contra Estados Unidos y la intervención militar estadounidense en Afganistán. (,) El Corán (traducción española). Madrid: Editorial Alba, 2000, sura IV versículo 92. 161 Sobre este tema, véase Labéviére, Richard. Les dollars de la terreur: les Etats-Unis et les islamistes. París: Éditions Grasset ¿y Fasquelle, 1999. l7) Para una visión panorámica de los grandes grupos islamistas armados en el mundo, véase Roy, Olivier Généalogie de Íislamisme. París: Hachette, 1995. 78 LA ONDA DE CHOQUE DE LA GUERRA AFGANA CONTRA LA UNIÓN SOVIÉTICA La guerra contra la URSS provocó una doble ruptura en la historia reciente de Afganistán y la evolución política del mundo islámico en general, cuyas consecuencias indirectas se manifiestan hoy con el conflicto entre Estados Unidos, los taliban es y la organización de O. Bin Laden. Desde la invasión de la URSS, Afganistán ha sido el teatro de una sucesión de guerras que han puesto en evidencia la inestabilidad y la fragmentación política de este país, que se caracteriza además por la debilidad crónica del Estado. La sociedad afgana no reposa sobre una estructura estatal muy fuerte. Está más bien articulada en redes ciánicas y familiares que definen en gran parte el «juego» de las alianzas político-militares así como los patrones de identidad y de solidaridad. La noción de solidaridad (q a w m ) es uno de los «pilares» de esta sociedad y es fundamental para aprehender las múltiples transacciones inter-individuales y grupales cotidianas, las cuales pueden ser a la vez pacíficas o violentas8. La intervención militar de la Unión Soviética (1979-1989) alteró y transformó la organización tradicional del tejido social de Afganistán sobre dos principales planos. En primer lugar, las tropas enviadas por la URSS no supieron entender ni respetar el significado histórico de las interacciones —particularmente complejas— entre afganos, generando así una situación de desorden «societal» y un profundo sentimiento anti-soviético entre la población. Por otra parte, esta intervención contribuyó a redefinir la configuración del poder interno en el país con la creación de una alianza heterogénea entre distintas facciones de las principales «etnias» (pashtunes, tayikos, uzbecos y hazaras) que se solidarizaron un tiempo contra las fuerzas soviéticas antes de dividirse y pelear por el poder después del final de la guerra contra la URSS, como lo veremos a continuación. Sin pretender hacer un análisis detallado de la guerra afgana contra la Unión Soviética9, es importante recordar en qué contexto estalló y se desarrolló el conflicto armado. Varias tesis complementarias han sido avanzadas para explicar la intervención directa de la URSS en Afganistán, que fue la única operación militar soviética de gran magnitud afuera del continente europeo en la época de la confrontación este-oeste10. La ocupación de los soviéticos se inició a partir de diciembre de 1979, es decir un año después de la firma de un tratado de «amistad, buena vecindad y cooperación» entre la URSS y el régimen afgano comunista de Nour-Mohammed Taraki. Según varios analistas, dicho tratado reforzó la presencia de la URSS en Afganistán. También le dio un «pretexto» al Kremlin para justificar el mando de tropas argumentando la solidaridad entre ambos países y el hecho de que el poder afgano había solicitado una ayuda militar para enfrentar un fuerte estado de conmoción interior. Esta inestabilidad era, en parte, la consecuencia de las resistencias a la colectivización de las tierras y a la implementación de una economía de tipo socialista, así como el fruto de la rivalidad entre dos corrientes políticas en oposición. A finales de la década de los setenta, la escena política de Afganistán se singularizaba por un fenómeno de bipolarización entre un militantismo político Para una introducción a la sociedad afgana, véase Akram, Assem. Histoire de la guerre d'Afghanistan. París: Éditions Balland. 1996, pp. 31-50. 19 Para un análisis de las grandes fases de esta guerra, remítase a Bachelier, Eric. LAfghanistan en guerre. Lyon: Presses Universitaires de Lyon. 1992. " 0) E n o t r o s c o n f l i c t o s a s í d e n o m i n a d o s « p e r i f é r i c o s » c o m o A n g o l a , M o z a m b i q u e , N i c a r a g u a y El S a l v a d o r , la U R S S l u c h ó d e m a n e r a m á s « i n d i r e c t a » c o n t r a lo s o c c i d e n t a l e s m a n d a n d o a s e s o r e s m i l i t a r e s , a y u d a l o g ís tic a y a p o y a n d o f u e r z a s a r m a d a s ( p r o ) c o m u n i s t a s . 79 ANÁLISIS P O LÍT IC O N* 4 4 AN ÁLISIS P O L ÍT IC O N* 44 islámico (islamismo) en auge que entró en competencia con el recién creado partido comunista11. Es con el propósito de fortalecer la implantación del partido comunista afgano, debilitado por distintas luchas intestinas, y respaldar a un régimen pro-soviético (favorecido por la llegada al poder de un nuevo dirigente comunista, Babrak Karmal), que la URSS decidió intervenir militarmente. Además, ésta quería evitar que el territorio estratégico de Afganistán (ubicado en la periferia de la Unión Soviética y espacio de transición hacia el sur de Pakistán que tiene un acceso directo al mar cálido) cayera en la órbita de influencia estadounidense, y que se conformara una alianza hostil a la URSS entre los afganos, Pakistán y China. La intervención militar soviética abrió un ciclo de violencia armada que fluctuó a lo largo de los años y se prolongó más allá del retiro de la URSS de Afganistán en 1989. Preparada para librar una guerra «clásica» en Europa contra los miembros de la Organización del Tratado Atlántico Norte (OTAN), la Unión Soviética se vio atrapada en un conflicto de guerrilla con un enemigo sin frentes estáticos y estables. Los principales protagonistas de esta guerra móvil contra el «invasor» soviético fueron los integrantes de la coalición afgana mencionada anteriormente que recibió a su vez el respaldo de unos 10.000 musulmanes procedentes en su mayoría de países árabes. Estos voluntarios musulmanes participaron directamente en los combates contra la URSS en nombre de la «Comunidad de los creyentes del Islam» (U m m a ) y de la defensa del Islam (la y ih a d ). La coalición afgana anti-soviética y los voluntarios extranjeros, hoy denominados los «veteranos afganos» o «afganos» por haber participado en la lucha contra la URSS, recibieron apoyo financiero y militar por parte de otras naciones como Pakistán, Arabia Saudita y Estados Unidos. Este último país vio en todos estos musulmanes un aliado de circunstancia para luchar contra la expansión del comunismo, mientras que Pakistán y Arabia Saudita procuraban asegurarse con esta guerra un papel importante en Asia Central y promover el Islam sunita en detrimento del chiísmo promovido a veces con vehemencia por Irán desde la revolución islámica de 197912. Gracias al apoyo occidental, y entre otras cosas a la entrega de misiles antiaéreos de fabricación estadounidense (Stinger), que se intensificó a partir de la segunda mitad de los ochenta, los combatientes (los m u ja h id ín 13) musulmanes obstaculizaron la progresión militar y geográfica de las tropas soviéticas en Afganistán. El control territorial de los soviéticos se limitó en gran parte a la capital del país —Kabul— a algunas vías de comunicación con la URSS y el Pakistán limítrofes y a varias bases militares repartidas a lo largo de la frontera de Afganistán con sus países vecinos. La política de apertura y de reforma lanzada por Mijail Gorbachov en 1985, el costo humano y económico creciente de la guerra (unos 20.000 soldados procedentes de la URSS perdieron la vida mientras que la cifra de muertos entre los afganos ascendió a 1.000.000), cada vez más impopular en la URSS, y la imposibilidad de vencer militarmente a los m u ja h id ín se combinaron para explicar la decisión de retirar las tropas soviéticas de Afganistán. Sin embargo, la salida de los soviéticos de Afganistán no puso un fin total a la guerra en el país. Ésta se prolongó entre 1989-1992 contra el poder comunista (M) Oficialmente conocido com o el Partido Democrático del Pueblo Afgano (PDPA). (l2) Sobre la rivalidad entre Arabia Saudita (sunita) e Irán (chiíta) en su voluntad de asumir el liderazgo político y religioso del mundo musulmán, véase Kepel, Gilíes. Jihad: Expansión et déclin de l'islamisme. París: Gallimard, 2000, pp. 101-165. ,l5) Los mujahidín, plural de mujahid. 90 afgano, dirigido desde 1 986 por Mohammed Najibullah, cuando se cayó bajo la presión de la coalición entre pachtunes, tayikos, uzbecos y hazaras. Al salir de esta guerra, el país entró en una lucha de sucesión poscomunista. La coalición opuesta a los comunistas afganos y a la ocupación de la URSS se desmembró bajo la rivalidad de sus jefes. Incapaces de acordarse en la constitución de un gobierno de alianza nacional estable, éstos pelearon por el poder (1992- 1996) provocando una nueva situación de conflicto armado. Durante esta guerra, los grupos tayikos y uzbecos, respectivamente, encabezados por Ahmad Shah Masud y Rachid Dostum (controlando sobre todo el norte de Afganistán) amenazaron la hegemonía política y cultural de los pashtunes, mayoritarios en el país. El pashtún Gulbbudin Hikmetyar (líder de un partido radical, H e z b -e -ls la m i: partido del Islam) intentó oponerse a estos jefes de guerra y cohesionar detrás de su partido a los distintos clanes pashtunes del país divididos por años de combate y debilitados por el éxodo masivo de familias que huyeron de la violencia para instalarse en Pakistán donde se encuentra también una fuerte comunidad pashtún. Este contexto de declive relativo de la influencia pashtún y de desorden «societal» permite comprender el fortalecimiento del movimiento ta lib á n que surge en la escena política afgana como grupo estructurado en 1994. EL RÉGIMEN REFRACTARIO Y VIOLENTO DE LOS TAUBANES Los ta lib a n e s14 (estudiantes en teología) son de religión islámica. Vienen casi exclusivamente de la «etnia» pashtún. Muchos de los talibanes fueron formados en «escuelas religiosas» (m a d r a s a s) en Pakistán durante la guerra contra la URSS en la cual participaron algunos de ellos como su máximo jefe, el m u lá 15 Mohammed Ornar. La fulgurante toma del poder de los ta lib a n es por vía de las armas en 1996 se explica por varios factores. En numerosas partes de Afganistán, los ta lib a n es no encontraron mayor resistencia a su avanzada militar. Se aprovecharon de la debilidad y división de sus enemigos (principalmente tayikos y uzbecos) agotados por años de combate e incapaces de imponerse como fuerzas políticas legítimas sobre grandes porciones del territorio nacional. Además, los taliban es lograron imponer un orden socio-religioso y ganarse el apoyo de una parte de la población afgana que había sufrido los efectos de la guerra desde 1979. En muchas localidades de población pashtún, los t a lib a n e s fueron acogidos como defensores de la cultura e identidad pashtún. Aunque en sus discursos oficiales los representantes del régimen talibán pretenden representar los intereses del conjunto de los afganos, poco a poco se han vuelto los aliados privilegiados de las poblaciones pashtunes. La mayoría de estas comunidades pashtunes se ha acomodado más que los demás grupos «étnicos» del país del orden moral impuesto por los «estudiantes en teología». Es más, para muchas de ellas, el ascenso al poder de los taliban es simboliza de cierta manera la revancha de los pashtunes en la sociedad afgana poscomunista en detrimento de los tayikos y uzbecos que entraron en resistencia armada (unión conocida como la Alianza del Norte) contra la dominación ta lib á n . Sin embargo, vale aclarar que todos los pashtunes de Afganistán no son del movimiento de los talib an es ni lo apoyan de manera voluntaria sino bajo el uso de la fuerza y del terror. También, con la generalización de las prohibiciones cotidianas y de las sevicias corporales contra la población civil, el gobierno talibán se ha distanciado últimamente de una gran P 3 o u (,4) Talibán. plural de taleb. 1151 Jefe religioso que guía a los fieles. 81 ANÁLISIS P O LÍT IC O N» 44 AN ÁLISIS P O L ÍT IC O N* 44 parte de ésta. Desde un punto de vista político, diversas familias y organizaciones pashtunes de gran influencia local no se reconocen en el régimen. Incluso, los partidarios de G. Hikmetyar, una de las principales figuras pashtunes de la guerra contra los soviéticos y de la lucha por el poder poscomunista, son adversarios (por ahora sin poder significativo ya que varios de ellos están en el exilio en Pakistán) más o menos declarados de los taliban es Por último, la ayuda de países extranjeros como Pakistán y Arabia Saudita jugó un papel decisivo en la conformación y la consolidación del régimen talib án . Hasta la intervención estadounidense en Afganistán, consecutiva a los atentados de septiembre de 2001, estos dos países eran de los muy pocos aliados del régimen de los ta lib a n es y de los Estados que lo habían reconocido (con los Emiratos Árabes Unidos) en calidad de poder oficial y legítimo16. Tras haber tenido un protagonismo importante en la guerra contra la URSS, estas dos potencias quisieron influir en la política interior de Afganistán tratando de poner un término al desorden «societal» posterior a la caída del gobierno comunista en 1992. El régimen pakistaní respaldó directamente a los taliban es en su conquista del poder con sus servicios de inteligencia y con la entrega de armas para combatir la Alianza del Norte. Pakistán vio en los «estudiantes en religión» formados en sus escuelas la oportunidad de estabilizar su frontera oeste con Afganistán y un aliado estratégico susceptible de permitir el uso de su territorio (instalación de campos de entrenamiento, bases de lanzamiento de misiles, etc.) por parte de sus tropas en la eventualidad de un conflicto con su enemigo histórico, la India. En cuanto a Arabia Saudita, sus lazos con el gobierno talibán se explican no tanto por consideraciones militares sino más bien por una solidaridad religiosa e intereses geopolíticos cuyo propósito es contener el Islam político de Irán en esta parte del mundo. De hecho, los ta lib an es se reclaman del Islam sunita y se han manifestado en varias ocasiones en contra de los chiítas, principalmente los iraníes. Se inspiran en particular en dos corrientes religiosas radicales, la escuela wahabbi que prevalece hoy en Arabia Saudita y la deobandi (procedente de la India). En sus privaciones de libertad y obligaciones (como la oración cinco veces al día) impuestas a la población afgana, el poder ta lib á n presenta muchas similitudes con el rigorismo del Islam practicado por los mayores jefes religiosos en la monarquía Saudita17. A pesar de estas similitudes y de la filiación con Arabia Saudita, el movimiento ta lib á n representa una singularidad en el mundo islámico. Se ha «ilustrado» por su voluntad de «islamizar» todos los aspectos de la sociedad afgana aplicando de manera estricta la ley islámica (s h a r ia ), la cual se elabora básicamente a partir del Corán (libro sagrado) y de la Suna (relatos sobre el comportamiento del profeta Mahoma). Los ta lib a n es comparten con otros grupos islamistas (entre otros en Argelia y Egipto), esta estrategia de islamización total de la esfera política y social. Pero a diferencia de éstos, han logrado tomar el poder y el control (casi absoluto a excepción de la zona septentrional de Afganistán defendida por la Alianza del Norte) de un país. Han instaurado un régimen violento y refractario sin haber desarrollado las estructuras del Estado y una plataforma política y socioeconómica viable para el futuro del país. La retórica, los valores y el «horizonte de expectativa» del movimiento talibán se defínen por esencia en torno a la difusión del Islam y a la sh a ria . A la imagen de su líder el m u lá Ornar que dice haber re- (,6) A finales de septiembre de 2001, los Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita dejaron de reconocer diplomáticamente al régimen talibán. U7) Sobre esta tema, véase Basbous, Antoine. L'islamisme: une révolution avortée? París: Hachette, 2000, pp. 59-85. 82 cibido revelaciones de Dios (Alá)18, el movimiento se siente depositario de la palabra de Alá y encargado de luchar contra los infieles y los enemigos del Islam. Los ta lib a n es hacen una lectura estricta de los textos y preceptos fundadores del Islam, los cuales interpretan en una visión «ahistórica» sin tener en cuenta la evolución de la sociedad. En este sentido, constituyen un grupo islamista fundamentalista19. Por tanto, han instaurado un régimen de terror, censura y privación, sobre todo en Kabul, capital de un país que históricamente ha sido un gran cruce de civilizaciones. En cinco años de poder, se han intensificado las restricciones de libertad y los actos de violencia ejemplarizantes en los lugares públicos. Han restringido o prohibido totalmente, según los casos, las salidas de la mujer fuera de su hogar y sus actividades laborales. También han limitado las actividades culturales cerrando las salas de cinema y teatro o aun prohibiendo la música y diversas lecturas presentadas como contrarias al Islam. Libran una guerra contra la pluralidad cultural y el saber que pasa por una violación permanente de los Derechos Humanos y han logrado paralizar el tejido social de la sociedad afgana sitiada por la violencia y la delación, principales recursos del régimen. En términos diplomáticos, la política de represión de los ta lib a n es ha contribuido a aislar cada vez más a Afganistán en el escenario mundial. Si bien es cierto que la llegada al poder del m u lá Ornar fue saludada por diversas cancillerías occidentales, entre las cuales se encontraba la de Estados Unidos, éstas se han demarcado del gobierno ta lib á n por sus exacciones y su apoyo a O. Bin Laden, quien es acusado de ser al autor intelectual de diversos atentados contra intereses estadounidenses desde 1993. Para compensar su creciente aislamiento internacional y mantenerse en el poder, el régimen de Kabul ha multiplicado sus contactos y vínculos con redes de musulmanes de tipo transnacional cuya acción ha sido coordinada por grandes figuras carismáticas como O. Bin Laden desde Afganistán, con el respaldo de otros líderes religiosos y políticos repartidos en el mundo. O. BIN LADEN, LOS «VETERANOS AFGANOS» Y LA DEFENSA DE LA UMMA Para comprender el activismo armado de algunos grupos islamistas que se ha manifestado en la posguerra fría y el papel de Afganistán en la propagación de este islamismo, hay que remontarse a la guerra contra la Unión Soviética. Como lo mencionamos anteriormente, la invasión de la URSS en Afganistán provocó la creación de una resistencia conformada por las principales etnias del país (pashtunes, tayikos, uzbecos y hazaras), casi exclusivamente de religión islámica. Dicha coalición fue respaldada por una multitud de musulmanes procedentes de diferentes países (Arabia Saudita, Argelia, Egipto, Sudan, etc.), que en nombre de la defensa del Islam y de la «comunidad de los creyentes del Islam» (U m m a ), llegaron a Afganistán para combatir directamente contra el ocupante soviético. Son estos extranjeros de religión musulmana, los «veteranos afganos», los que nos interesan ahora. El entrenamiento de los combatientes musulmanes fue en muchos casos coordinado desde Turquía y sobre todo Pakistán con la ayuda de Arabia Saudita y Estados Unidos. Los voluntarios y los miembros de la coalición afgana en lucha contra la URSS fueron empleados como fuerzas «delegadas» (proxy forces) por los servicios de inteligencia estadounidenses en un conflicto periféri1181 Jacquard, Roland. Au nom d'Oussama Ben Laden. París: Jean Picollec, 2001, p. 82. 'I9J Sobre la noción de fundamentalismo que se aplica también a algunos grupos religiosos cristianos y judíos, véase Luis E. Bosemberg. «Historia, diversidad, transformación y sentido del fundamentalismo islámico: una introducción», en Historia Crítica, No. 20, 2000, pp. 143-169. 83 ANÁLISIS P O LÍT IC O N* +4 AN ÁLISIS P O L ÍT IC O N« 44 co en el cual Estados Unidos no podía involucrar tropas para no entrar en una lógica de guerra frontal con los soviéticos. Se formó así una alianza de «oportunidad» tripartita entre Estados Unidos, dos países musulmanes de religión islámica sunita y una miríada de islamistas de diversas nacionalidades más o menos integrados a redes o grupos de militantes armados. Financiados, entrenados y armados por estos distintos países, la llegada a Afganistán de los voluntarios islamistas fue organizada a partir de la ciudad pakistaní de Peshawar por dos personajes claves: Abdallah Azzam y Ossama Bin Laden. Multimillonario de origen Saudita, O. Bin Laden era en la primera mitad de la década de los ochenta uno de los numerosos discípulos de A. Azzam, profesor de universidad palestino, miembro del grupo de los Hermanos M usulmanes20. Es él quien va a dar entonces un impulso a la coordinación de los voluntarios musulmanes para librar una y ih a d armada contra la URSS. A su lado, O. Bin Laden se va a afirmar a lo largo de la segunda mitad de los años ochenta como un gran líder islamista particularmente ambicioso, animado por el deseo de exportar la y ih a d hacia otros países con el propósito de instaurar un Estado totalm ente islámico. En esta misma época, O. Bin Laden empezó a abrir sus propios campos de entrenamiento en la frontera afgano-pakistaní y se acercó al partido islamista radical del pashtún G. Hikmetyar, quien fue el principal beneficiario de la ayuda externa brindada por el mundo musulmán en su lucha contra la URSS. Después de la muerte de A. Azzam en 1989 en circunstancias oscuras21, O. Bin Laden se volvió el símbolo de la lucha transnacional musulmana contra el enemigo soviético. Con el propósito de estructurar cada vez más la defensa armada del Islam en Afganistán y en el resto del mundo, creó una red de islamistas armados, denominada «la Base», con el apoyo de grupos egipcios ya activos, entre los cuales se destacan G a m a 'a t Is la m iy y a (Grupos Islámicos) y A l-Y ih a d . El papel de «la Base» se ha revelado decisivo en la evolución del militantismo armado musulmán sunita después del final de la guerra contra los soviéticos y de la confrontación este-oeste. En efecto, una vez terminada la guerra contra la URSS, se planteó la cuestión del futuro de los voluntarios musulmanes que habían peleado en Afganistán. En la mayoría de los casos se dispersaron y regresaron a sus respectivos países donde han seguido defendiendo el Islam de manera más o menos violenta (por ejemplo, los afganos nativos de Argelia22 y Egipto se han manifestado con vehemencia contra las autoridades en el poder). Pero, algunos de estos «veteranos afganos» se quedaron entre Pakistán y Afganistán bajo el mando de O. Bin Laden. Apoyaron a las fuerzas de G. Hikmetyar en el Afganistán pos-soviético antes de salir del país con O. Bin Laden (entre 1992-1996, éste estuvo viajando entre Yemen, Somalia y Sudán donde vivió antes de devolverse a Afganistán y de aliarse posteriormente con los t a lib a n e s en detrimento del pashtún Hikmetyar apartado del poder) o de participar en calidad de extranjeros (20) Inicialmente, el grupo de los Hermanos Musulmanes fue fundado en 1928 en Egipto. Fervientes defensores del Islam y de la Comunidad de los creyentes (Umma), con una vocación a la vez nacional e internacional, este núcleo original participó desde entonces en la creación de una multitud de organizaciones en el mundo (Palestina, Jordania, Argelia, etc.) que se reclaman de su filiación. Organización heteróclita, los Hermanos Musulmanes sostienen hoy vínculos con otros grupos islamistas, no necesariamente violentos. Sobre el proceso de creación y evolución del grupo, véase Brynjar, Lia.. The Society o/Muslim Brothers in Egypt. Londres: Ithaca Press, 1998. l2l) A. Azzam fue víctima de un atentado que —según las versiones— ha sido atribuido, entre otros, al Mossad israelí o a los partidarios de O. Bin Laden para que éste se impusiera como gran líder islamista en esta parte central de Asia. (22) Se ha demostrado, por ejemplo, que varios de los «veteranos afganos» argelinos que habían combatido contra la URSS son hoy en día miembros influyentes del Grupo Islámico Armado, uno de los principales protagonistas de la guerra en Argelia que estalló en 1991. Véase, Martínez, Luis. La guerre civile en Algérie. París: Karthala, 2000. 84 en nuevos conflictos armados (Argelia, ex Yugoslavia y Chechenia). Todos los miembros de «la Base» no son «veteranos afganos». Tampoco todos estos «veteranos» han integrado «la Base». Sin embargo, O. Bin Laden cuenta con la experiencia de estos combatientes, su armamento y sus estructuras para formar nuevas generaciones de militantes armados y extender la guerra contra los enemigos del Islam. Más que todo, O. Bin Laden y otros líderes islamistas se fundamentan en el imaginario colectivo «glorificado» de la guerra de Afganistán y del capital de confianza acumulado con esta experiencia de lucha exitosa que se tradujo por el retiro de las tropas soviéticas para movilizar nuevos combatientes en el mundo. Esta experiencia en Afganistán, casi mítica para algunos combatientes, sirve de referente simbólico para acentuar otra guerra con una vocación más universalista y desterritorializada: la defensa y la expansión de la U m m a . Esta comunidad de creyentes presenta también una fuerte dimensión simbólica. Es una comunidad imaginada y deseada por numerosos islamistas que aspiran a un ideal de homogeneidad en el mundo islámico. Es en su nombre, y el del Islam en general, que varios miembros y aliados de «la Base» coordinada por O. Bin Laden han declarado la guerra a Estados Unidos después de su intervención militar en Irak (1991) y por su política de apoyo a Israel en el conflicto contra Palestina. En otras palabras, el final de la guerra fría y la ocupación militar de Arabia Saudita (uno de los principales lugares sagrados del Islam) por parte de Estados Unidos han provocado una ruptura en las relaciones entre este país y sus ocasionales aliados anticomunistas, a saber los «veteranos afganos». Hasta los atentados perpetrados en septiembre de 2001, todo indica que gran parte de los servicios de inteligencia y d e la c la s e p o lític a e s t a d o u n i d e n s e s h a b ía m e n o s p r e c i a d o , o n o h a b ía c o n s i d e r a ­ d o , e s t e c a m b i o d e a lia n z a . S o b r e to d o , lo s e x p e r t o s e s t a d o u n i d e n s e s se q u e d a ­ r o n e n f o c a d o s e n e l a c t i v i s m o i s l á m i c o c h i í t a f o m e n t a d o p o r Irá n , p r e s e n t a d o c o m o u n a a m e n a z a a la s e g u r id a d n a ­ c i o n a l y u n E s t a d o « d e l i n c u e n t e » (rogue State)2’ , q u e d e s d e la r e v o lu c ió n d e 1 9 7 9 y a n o t i e n e r e la c io n e s d i p l o m á t i c a s c o n E s t a d o s U n i d o s . E n c o n s e c u e n c i a , n o m i d i e r o n la m a g n i t u d t o m a d a p o r e l n o m a d i s m o d e g u e r r a s u n i t a e n c a r n a ­ d o p o r «la B a se » y lo s « v e t e r a n o s a f g a n o s » e n la ú l t i m a d é c a d a . PARA NO CONCLUIR: UNA GUERRA ASIM ÉTRICA DE «FLUJOS» La a c t u a l o p e r a c i ó n m i l i t a r e n c a b e ­ z a d a p o r E s t a d o s U n i d o s c o n t r a A f g a n is ­ t á n a b r e u n n u e v o c ic lo d e v i o le n c i a e n u n p a ís c u y a h i s t o r i a r e c i e n t e h a s id o ja l o n a d a p o r d i s t i n t o s c o n f l i c t o s a r m a ­ d o s d e s d e la i n v a s i ó n p o r p a r t e d e la U n i ó n S o v i é t i c a e n 1 9 7 9 . La ofensiva militar de tipo convencional de Estados Unidos traduce la sorpresa y la confusión que han sido perceptibles entre los diplomáticos y expertos estadounidenses y los analistas en relaciones internacionales en general para dar una respuesta a los atentados de septiembre de 2001. Signo de la confusión reinante, se ha hablado de «terrorismo» pero sin definir previamente esta noción particularmente ambigua y genérica. Esta remite, por tradición, a las técnicas usadas (carro bombas, asesinatos, etc.) para difundir un gran miedo con el objetivo de presionar y paralizara una población o un gobierno. Entonces, todos los grupos o alzados en armas en el mundo son «terroristas» potenciales ya que tienen la capacidad de generar miedo... También se ha evocado un «nuevo Pearl Harbor» para caracterizar el impacto de los atentados. Más allá de su efecto sen- (2i) S o b r e e s t a n o c i ó n a m b i g u a y c o n t r o v e r t i d a , véase Litvv ak , R o b e rt. Rogue States and iJ.S Foreign Policy. B a l t i m o r e : T h e J o h n s H o p k i n s U n i v e r s i t y P r e s s , 2 0 0 0 . 85 ANÁLISIS P O LÍT IC O N» 44 AN ÁLISIS P O L IT IC O N» 44 sacionalista, este tipo de comparación en referencia a eventos pasados que ocurrieron en otros contextos históricos y estratégicos revelan cierta incapacidad para pensar los ataques de septiembre. Estos no constituyen un «nuevo Pearl Harbor» porque Estados Unidos fue golpeado en sus centros vitales —símbolos de su potencia político-militar y económica— por un enemigo «descentralizado» que tarda en mostrar su rostro. Por supuesto, en ambos casos explotaron el factor sorpresa para desestabilizar a Estados Unidos, pero esta vez no se trata de un acto de guerra convencional con enemigos bien identificados ni de terrorismo tradicional. Es más bien una guerra descentralizada y asimétrica de «ñujos» (redes y violencia móviles) entre un conjunto de actores no estatal que se enfrenta a una gran potencia (Estados Unidos) superior a nivel militar y tecnológico. Estas operaciones de guerra asimétrica del «débil al fuerte» tienen una fuerte «carga» simbólica. Cuestionan el liderazgo estadounidense como superpotencia solitaria militar en la posguerra fría. Además, han alterado (¿provisionalmente?) algunas certidumbres de los estadounidenses: primero, el sentimiento de invulnerabilidad a un ataque exterior; su propensión a librar una guerra costosa en términos económicos y de vidas humanas contra un enemigo «difuso»; la confianza en los servicios encargados de la seguridad en Estados Unidos y, finalmente, la creencia según la cual este país es un modelo de desarrollo político, económico y cultural para el resto del mundo. Ahora, estos atentados plantean a los expertos la cuestión de saber cómo afrontar una violencia articulada en redes conformadas por individuos susceptibles de provenir de cualquier parte del mundo incluyendo a Estados Unidos. ¿Cómo resolver el «nomadismo» de guerra propuesto por las redes de «la Base» y de los «veteranos afganos», ya que el enemigo no ofrece frentes de combate tradicionales? Con la intervención militar en Afganistán donde se presume que O. Bin Laden está escondido por el régimen ta lib á n , Estados Unidos ha dado una respuesta de una gran potencia militar capaz de combinar armas de alto fuego convencional y de alta precisión tecnológica y de desplegarse dondequiera. Estados Unidos es una potencia militar estatal de «flujos» que se singulariza por su movilidad, flexibilidad y capacidad de proyección. Libra también una guerra asimétrica, pero en posición de fuerza contra un enemigo inferior a nivel militar y tecnológico. Sin embargo, uno puede interrogarse sobre los resultados militares de esta operación asimétrica eminentemente aérea llevada a cabo por Estados Unidos. Este tipo de guerra aérea parece por ahora amenazar más a la población civil que a los actores armados «descentralizados», los cuales podrían a su vez intensificar sus actos de guerra asimétrica en el futuro con el uso de armas biológicas o químicas y el apoyo de nuevos combatientes dispuestos a entregar su vida en nombre de la defensa del Islam. Comportamiento suicida, según muchos occidentales, mientras que para estos musulmanes activistas éste corresponde a una actitud que remite a la figura del mártir y al sacrificio religioso que permite acceder directamente al Paraíso. 86 PANORAMA GENERAL DEL ISLAMISMO ARMADO SUNITA ASOCIADO A LA GUERRA ANTI-SOVI ÉTICA EN AFGANISTÁN Grupos con fuerte dimensión local/nacional Grupos de tipo transnacional Alianza actual contra Estados Unidos

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