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lunes, 30 de septiembre de 2024

El Líbano se derrumba bajo las bombas israelíes mientras comienza la Asamblea General de la ONU

 

El Líbano se derrumba bajo las bombas israelíes mientras comienza la Asamblea General de la ONU

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Mientras el mundo se reúne en Nueva York para la Asamblea General de la ONU, la voz de los estados del Golfo debe ser escuchada (Archivo/AFP)
Mientras el mundo se reúne en Nueva York para la Asamblea General de la ONU, la voz de los estados del Golfo debe ser escuchada (Archivo/AFP)
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Francia es el único país que se pronuncia a favor del Líbano, pero desgraciadamente sólo habla.

Las declaraciones del presidente francés Emmanuel Macron la semana pasada no han tenido ningún efecto, como tampoco lo ha tenido la visita de su enviado especial, Jean-Yves Le Drian, que en su día fue un gran ministro de Asuntos Exteriores. Hace tiempo que la voz de Francia no se escucha en el Líbano, ni en cuestiones de seguridad ni en la cuestión vital de la lucha contra la corrupción.

Todos recordamos las declaraciones del presidente francés sobre la gobernanza, ya sea desde Beirut o desde París. A su llegada a Beirut el 6 de agosto de 2020, dos días después de la devastadora explosión en el puerto de la ciudad, Macron dijo: “La prioridad hoy es la ayuda, el apoyo incondicional a la población, pero es (también) la demanda que Francia viene haciendo desde hace meses, si no años, de reformas esenciales en ciertos sectores. La energía, la contratación pública, la lucha contra la corrupción. Si estas reformas no se llevan a cabo, el Líbano seguirá hundiéndose. Este es otro debate que debemos tener y que también deseo llevar a cabo hoy”.

Tres días después, Macron declaró en la Conferencia Internacional de Apoyo a Beirut y al Pueblo Libanés: “Se lo dije hace unos días en Beirut, y el presidente (Michel) Aoun, a quien saludo aquí, lo sabe: hay reformas que hacer en los sectores de la energía y las compras públicas y en la lucha contra la corrupción. Hay que realizar una auditoría del banco central y del sector financiero, y hay que contar con la plena implicación del FMI y de todos los actores internacionales”.

La diplomacia francesa se ha convertido en nada más que una exhibición de autoridad, y esto es lamentable.

Nathalie Goulet

Las mismas declaraciones fueron reiteradas por el presidente francés en Pine Residence, residencia oficial del embajador de Francia en Líbano, el 1 de septiembre de 2020.

Sin embargo, con Francia los libaneses viven una decepción tras otra.

La diplomacia francesa se ha convertido en una mera exhibición de autoridad, y eso es lamentable. Atrás quedaron los días en que Jacques Chirac imponía su visión de la paz en la región. Atrás quedaron los días en que se esperaba y se escuchaba a Francia en Oriente Medio. La voz del “doctor Chirac”, como lo llamaba Yasser Arafat.

Por desgracia, una resolución única no cambiará la situación del martirizado pueblo libanés, atrapado entre sus vecinos israelíes y Hezbolá, el brazo armado de Irán en la región, que acaba de sufrir una operación de eliminación gracias a las explosiones de buscapersonas dignas de las series de espionaje más sofisticadas.

Mientras muchos aplaudían la destreza técnica de los servicios secretos israelíes –que, a pesar de tener motivos para ser admirados, era digna de ser cuestionada–, olvidamos que este acto de represalia en suelo libanés también fue un acto de guerra y que tuvo como resultado víctimas civiles. ¿Qué pensaría el mundo si Vladimir Putin utilizara los mismos métodos contra sus oponentes en Rusia, Ucrania o en otros lugares?

Nuestro sistema de derecho internacional se ha deteriorado hasta tal punto que nada puede conducir a una condena, y mucho menos a sanciones o restituciones.

El nuevo primer ministro francés, Michel Barnier, afirmó esta semana que “la cuestión de la seguridad de Israel no es negociable”, lo que presagia su posición y la del gobierno. A medida que se acerca el aniversario del pogromo del 7 de octubre de 2023, el caos regional es tal que nada parece capaz de detener la espiral de violencia y la conflagración de toda la región.

El caos es tal que nada parece capaz de detener la espiral de violencia y la conflagración de toda la región.

Nathalie Goulet

Mientras el mundo se reúne en Nueva York para la Asamblea General de las Naciones Unidas, la voz de los Estados del Golfo debe ser escuchada. Tal vez sería importante que la Organización de Cooperación Islámica o el Consejo de Cooperación del Golfo intentaran una mediación. Son los que apoyan financieramente al Líbano y no tienen ningún interés en que Hezbolá continúe su labor de desestabilización de la región.

Los Acuerdos de Abraham son una razón más para que los Emiratos Árabes Unidos, en particular, actúen como mediadores. Omán también tiene una larga historia en este campo. En cuanto a Arabia Saudita, también puede ser una fuerza impulsora. No está en el interés de los países árabes permitir la posible metástasis de este caos en curso.

El mundo no puede permitir que la situación se deteriore de esta manera; tenemos que actuar, y rápido. Frente a la impotencia de la comunidad internacional, incluida Europa, ¿quién defenderá a los libaneses y la paz, que debe comenzar por el fin de las hostilidades en Gaza y el Líbano y el regreso de los rehenes del 7 de octubre que llevan un año prisioneros?

La situación provocada por los atentados terroristas del 7 de octubre ha llevado a muchos israelíes a salir a la calle para exigir el fin de las hostilidades y la devolución de los rehenes. El gobierno israelí parece haber hecho oídos sordos a estas protestas y sigue aplicando su política del peor escenario posible, una política por la que el Líbano y los libaneses siguen pagando el precio hoy, ante una comunidad internacional que observa el desarrollo del desastre.

Esta vez no fue el puerto de Beirut el que explotó, sino todo el Líbano y pronto toda la región.

  • Nathalie Goulet es senadora francesa por el departamento de Orne, en Normandía, y autora de “El ABC de la financiación del terrorismo”, publicado por Cherche-Midi. X: @senateur61

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