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jueves, 1 de septiembre de 2011

Los efectos de la ilusión de las películas en nuestro tiempo

Los efectos de la ilusión de las películas en nuestro tiempo

El tomar una clase sobre teoría del cine y cinematografía me ha abierto los ojos literal y figurativamente. De pronto ver películas o relatos ya no es solo un momento de pura irreflexiva diversión. Esto sacó a la luz que la “realidad” ya no es la realidad, y las imágenes se han convertido en todo.

Desde 1888, la proyección de imágenes en movimiento entró en el mundo sistemáticamente, en cientos de países alrededor del planeta, con dos metas comunes: 1) manipular imágenes, para de ese modo manipular a los espectadores y sus respuestas; y 2) hacer películas para hacer enormes cantidades de dinero, y para asegurar que las películas mantengan estas dos cosas inseparablemente unidas.

Hollywood, MGM, United Artists y Paramount, para nombrar algunos nombres comunes que reconocemos incluso sin hacer un esfuerzo por recordar, encontraron sus lugares a principios de los años 1900. La velocidad a la que crecieron y se difundieron las películas fue notable. Y fue sorprendente la carrera para establecer raíces en el negocio que no solo creció, sino floreció.





En otras palabras, ahí estaba la meta unánime: tener el control y hacerse ricos.

Lo que encuentro más asombroso no son las brillantes invenciones y mentes que actualmente traen las películas a nuestras vidas, sino cuán práctica y ciegamente es aceptado que esto es para alcanzar la meta principal de hacer “imágenes animadas”: manipular a las masas, tener el control, hacerse ricos. Es sorprendente la claridad con que las películas son increíblemente irreales, y es impactante cómo nosotros, como espectadores, aceptamos la manipulación exactamente como los creadores de hace un siglo querían que lo hiciéramos: ellos querían “reducir el sentido de distancia entre el espectador y la imagen y optimizar una ilusión de participación”, dice Robert Kolker, profesor de Estudios de Cine y medios digitales del Georgia Institute of Technology.

Películas, televisión, fotografías son todas, en palabras de Kolker, “la creación y comprensión de ilusiones”. Y eso es precisamente lo que todas ellas son: ilusiones. Nosotros, como una sociedad, un mundo, nos dejamos, total y completamente, manipular por el engaño. En realidad, recibimos tan bien la manipulación que se convierte en nuestra realidad. Y luego nuestra realidad se vuelve confusa porque realmente no es la realidad. Por tanto, nuestras ideas sobre cómo las cosas deben lucir y ser están distorsionadas. Y nuestras percepciones distorsionadas y manipuladas dictan a nuestros seres esclavizados cómo pensamos que queremos que las cosas sean.

Nuestra pobre generación de jóvenes está llena de chicas que desean y se esfuerzan por tener el look de Hollywood, el cual ni siquiera los actores de Hollywood respetan ni pueden acatar.

La cámara prendida sobre ellos es un manipulador clave, solo filmando con ciertas luces, solo filmando ciertos ángulos, solo tomando porciones y partes inconexas. Si vemos todos estos protagonistas clave –actores, actrices, modelos– en la vida real sin la “puesta en escena” –lo cual incluye todo, desde el maquillaje hasta los fondos– tendremos una realidad totalmente diferente. Y esa realidad diferente es llamada: Real. “Solo las películas pueden hacer que las cosas parezcan “reales” por medio de inventar y crear la realidad a partir de un truco que configura, y que nos hace percibir, el espacio”, dice Kolker.




Los estándares que los hombres jóvenes se han puesto sobre sí mismos y sus deseos, son casi más aterradores que las chicas matándose de hambre por lograr un look que no es solo inalcanzable, sino que además a veces no es atractivo (en la vida real). Las chicas se hacen esto a sí mismas porque se les ha dicho que eso es la belleza y lo que los chicos quieren. Es raro que un muchacho reconozca que está siendo manipulado por un mundo fabricado para robarle no solo su dinero, sino su sentido de lo que constituye la verdadera felicidad. Como, no importa si ella es una buena persona, sino cuál es la talla de su brasier; o no importa si ella reza, sino cuán plano es su estómago y si hace ejercicios cinco veces al día; o no importa si el Islam y el Corán son las principales características en su vida, sino que no engorde.





Nosotros, como musulmanes, como la juventud musulmana, debemos saber esto mejor. En realidad, sabemos, pero lo olvidamos. Esto es precisamente porque somos muy fácilmente distraídos por el glamur del mundo que el Corán nos recuerda, una y otra vez, que: {Esta vida mundanal no es más que juego y diversión, y la otra vida es mejor para los piadosos. ¿Acaso no razonáis?} [Corán 6:32] {Esta vida mundanal transitoria no es más que distracción y diversión, y la verdadera vida [y eterna] está en el Paraíso. ¡Si supieran!} [Corán 29:64]

Estamos en un mundo que ya no es tan “real” como nuestras buenas acciones permiten que sea. Nuestras malas acciones regresarán para recordarnos que todo esto no era “real”. Por tanto, dentro de este mundo, cuya única realidad verdadera está en glorificar a Al-lah, existe un mundo que ha sido creado con el propósito de manipular, y está manifiesto ante nuestra vista y nuestros sentidos.

Qué triste es que hayamos abrazado la falsedad de una realidad devastada, porque ciertamente

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