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martes, 24 de abril de 2012
¿Quién es musulmán?
¿Quién es musulmán?
13/10/2004 - Autor: Ismail Faruqi - Fuente: Webislam
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¿Quién es musulmán?Es musulmán cualquier persona, hombre o mujer, que consciente y solemnemente declara que "no hay más dioses que Dios y Muhammad es Profeta de Dios". La pronunciación de este testimonio es todo lo que la Jurisprudencia islámica requiere para que una persona se convierta en musulmana y en miembro de la Ummah o comunidad islámica mundial. Ninguna otra prueba es necesaria para este fin.
La razón por la que la "islamicidad" es tan simple de definir y tan fácil de alcanzar, reside en el hecho de que el Islam no es una religión etnocentrista ni tampoco una religión sacramental. Uno no tiene que nacer musulmán ni que tener padres o parientes de esa religión –tal como sucede en el Judaísmo- para convertirse en musulmán. Cualquier persona en el mundo puede hacerse musulmana si así lo decide, por una decisión personal. La iniciación en el Islam no necesita una ceremonia sacramental, ni la participación de ningún clérigo ni la confirmación de ningún organismo. Así pues, todas las personas son absolutamente iguales y pueden entrar a formar parte del Islam después de cumplir el requerimiento más simple. En lo que se refiere a ser o no ser musulmán, no hay un término medio, ni ambigüedad, ni complicación.
En el Islam se cree que Dios juzga a la persona por sus actos u obras, no por ritos y ceremonias tales como el bautismo. De esta forma el Islam –a diferencia del Protestantismo- niega que un ser humano pueda alcanzar la felicidad del Paraíso únicamente por su fe. Se afirma que la fe es algo que un individuo debe tener para entrar en la comunidad islámica. Esta persona debe también manifestar públicamente su fe. Sin embargo, dicha fe podría ser únicamente la manifestación de una identidad social y no producir obras virtuosas o actos de rectitud. Y sólo las obras o actos conllevan un mérito a los ojos de Dios.
En la escala de las virtudes y la rectitud, las personas ocupan posiciones diferentes a lo largo de su vida. Esta escala es, en sí misma, infinita. Algunos luchan y se esfuerzan más que otros. Sin embargo, el juicio de Dios sobre el destino de una persona no viene predeterminado por nada de lo que un individuo pueda hacer, ya sea a favor o en contra de la salvación, ya que Dios puede rechazar los actos de nobleza más grandes, debido a la falta de fe y seriedad de los que los llevan a cabo, y también puede perdonar al mayor pecador. El musulmán es, por tanto, aquel que, como ha declarado públicamente, cree que no hay más dioses que Dios y Muhammad es Su Profeta. Creer que no hay más dioses que Dios –ya sean aquellos ídolos, gobernantes, poder, sexo, ideologías u otros objetos o conceptos que ocupan en el corazón del hombre el lugar destinado a Dios- convierte al musulmán en la más humilde y, al mismo tiempo, la más orgullosa de las criaturas. Por un lado, es humilde y apoya su frente contra el suelo para mostrar su sometimiento a Dios. Dios es para él el Único Creador, Sustentador, Gobernante, Perdonador, Juez, la Primera Causa y el Fin Último de todo, la Última Realidad. Él es el Único Objeto de Adoración y Alabanza, El que Merece todo el agradecimiento y el Único Señor a quien está dedicada la vida de todos y cada uno los musulmanes. Al mismo tiempo, el musulmán es la más orgullosa de las criaturas a causa de esta lealtad a Dios. Nadie más aparte de Dios merece ser adorado o servido, y mucho menos un tirano, porque la única sumisión que el musulmán debe es a Dios.
Los musulmanes poseen un sentimiento de sólida hermandad con respecto a todos los demás que se someten a la Soberanía Divina. Esta creencia constituye el más fuerte vínculo que se puede establecer entre diferentes seres humanos. El sentimiento de hermandad deriva también del reconocimiento de que todos los seres humanos comparten la cualidad de ser criaturas creadas por Dios.
El musulmán cree también que Dios ha creado la humanidad y el mundo no por capricho, sino con un propósito. Este propósito es que los seres humanos se desarrollen en todos los campos. Las Escrituras del Islam describen la vida de los seres humanos como una sana competición para ver quién es el que lleva a cabo los mejores y más nobles actos. A este respecto, el Corán llama al individuo "jalifa" o vicerregente de Dios, es decir, aquel que actúa por cuenta de Dios. El mundo que Dios ha creado es aquel que se acopla a la vocación moral de los seres humanos y donde la realización de la bondad, la verdad y la belleza resultan posibles.
Este propósito es el que da sentido a la vida del musulmán. No puede haber un mayor sentido que el de cumplir y hacer realidad la voluntad de Dios en la tierra. Ésta es la fuente de la dignidad y la autoestima musulmana. De hecho, el ver cómo su persona, y la de otros junto a él, se convierten en los puentes a través de los cuales el bien moral decretado por Dios se aplica en la tierra es algo que da a los musulmanes una dimensión cósmica. Esta realización del bien moral debe, sin embargo, ser llevada a cabo en un ambiente de completa libertad, es decir en unas condiciones en las que el ser humano pueda optar por realizar o violar este imperativo moral. De todas las criaturas que existen en la tierra, el ser humano es el único que está dotado de esta capacidad.
El ser un jalifa, o un vicerregente de Dios en la tierra, no es una tarea fácil. En primer lugar, esta tarea tiene un carácter universal. Todo lo que existe en el mundo puede ser mejorado. Esto significa que la tarea del musulmán incluye el mejorar cada rincón de la tierra y convertirlo en lo que debería ser, es decir, en un paraíso.
Del mismo modo, significa que sobre los musulmanes recae la tarea de educar y transformar a la humanidad –no sólo a uno mismo y su familia- y ayudar a cada persona a desarrollar su propio potencial. Todos los problemas de la humanidad se convierten, de esta forma, en los problemas de los musulmanes.
El buscar soluciones satisfactorias a estos problemas y trabajar para poner en práctica dichas soluciones es una obligación y el destino de los musulmanes, así como un motivo de orgullo para ellos. El Islam enseña que las personas tienen que afrontar los problemas de frente y les asegura que Dios les concederá el mérito, y la recompensa y felicidad, en proporción directa a su compromiso con la tarea requerida, su dedicación al trabajo y su búsqueda del propósito divino de la creación, es decir, el bien universal más elevado para todas las personas y cosas.
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