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jueves, 3 de octubre de 2013

La belleza es al mismo tiempo un camino regio hacia Dios y un obstáculo para llegar a Él

Islam, entre la belleza y el recuerdo divino

La belleza es al mismo tiempo un camino regio hacia Dios y un obstáculo para llegar a Él

03/10/2013 - Autor: Seyyed Hossein Nasr - Fuente: instituto-sufi
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La belleza de este mundo, recuerdo de la Belleza de Dios
Se podría preguntar por qué si, el islam puede ser llamado la religión de la belleza, los pensadores religiosos, islámicos, judíos y cristianos, han advertido también que el alma puede ser atrapada en la trampa de la belleza y ser desviada de Dios, y por qué algunos grandes místicos han evitado poseer o estar rodeados de objetos hermosos. La respuesta es que, precisamente por ser la belleza una teofanía tan poderosamente atractiva, manifestación visible de la Realidad divina, tiene el poder de atraer al alma hacia sí y puede hacer que algunos confundan esa teofanía con el Origen de todas las teofanías. Es precisamente la capacidad de la belleza para atraer al alma lo que la hace una espada de doble filo. La belleza es al mismo tiempo un camino regio hacia Dios y un obstáculo para llegar a Él si se toma como un dios en sí misma. Se podría decir que si no hubiera belleza en este mundo no existiría ninguna distracción mundana para el alma y todas las almas serían atraídas sólo por Dios. En cierto sentido, la vida espiritual no sería un reto, y la grandeza del estado humano disminuiría. Lo que hace heroica la búsqueda espiritual es precisamente que el alma debe aprender a distanciarse de lo mundano, que no obstante la atrae como algo atractivo y bello, para llegar a la Fuente de toda belleza.
Es aquí donde entra el elemento del ascetismo, tanto para el islam como para otras religiones. Para ver la belleza terrenal como escala que conduce a la Belleza divina, es necesario, en primer lugar, que el alma saque sus raíces de este mundo y las plante en Dios. De ahí la necesidad de la práctica ascética y la disciplina espiritual. No existe ninguna ley religiosa ni sendero espiritual que no contenga al menos algunas prácticas ascéticas. En el islam, aunque no se acepte el ascetismo excesivo tal como lo practican algunos monjes o yoguis, ciertamente existe el ascetismo y la autodisciplina espiritual, como se ve en las plegarias y el ayuno. Mediante las disciplinas de la šarī`a, el alma se prepara para aceptar una disciplina espiritual adicional y se embarca en el sendero espiritual que conduce hacia Dios, donde la fuente de atracción que hace posible este viaje es la belleza y el amor. 
               
Está también, por supuesto, el poder espiritual e iniciático (wilāya/walāya) transmitido por el Profeta a todas las generaciones posteriores de musulmanes que buscaban y buscan todavía contemplar incluso en esta vida la belleza incomparable del Rostro del Origen de toda belleza. Para los sabios realizados, toda belleza es el reflejo de la Belleza divina. El alma de esas personas ha superado el peligro de ser desviada de la contemplación del Bello por el reflejo de la Belleza. Para esas personas, ninguna belleza terrenal puede convertirse en obstáculo en el camino a Dios. Al contrario, cada forma de belleza de este mundo es una ocasión para el recuerdo de la Belleza de Dios y la rememoración de la Belleza de Su Semblante en nuestro encuentro preeterno con nuestro Señor cuando atestiguamos, de acuerdo con el Corán, Su Señorío.
El pensamiento y la sensibilidad artística islámica han asociado siempre belleza con realidad, y fealdad con no existencia.

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