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sábado, 2 de febrero de 2019

Publicada: sábado, 26 de enero de 2019 12:33
Actualizada: sábado, 26 de enero de 2019 13:36
Los partidos políticos israelíes comienzan su campaña electoral con un claro eje de acción, provocar la máxima inestabilidad en el Oriente Medio.
Los partidos políticos del régimen israelí han comenzado la campaña para las elecciones legislativas de abril próximo teniendo como eje de acción el provocar la máxima inestabilidad en Oriente Medio, para que las posiciones más extremas sean las que tengan alguna opción y obliguen a aquellos más moderados a sumarse al coro de los perros de la guerra.
Las anticipadas elecciones legislativas en Israel, han desatado la carrera de los mencionados “perros de la guerra” – denominación que he usado con anterioridad, para referirme a esa unión entre colonos extremistas, políticos ambiciosos y belicistas y los perros que los acompañan en ejecutar sus políticas de ocupación, colonización y crimen. Una casta política con búsqueda de opciones que precipiten, ya sea estallidos sociales de la población palestina o la respuesta militar de los gobiernos de Siria e Irán frente a los bombardeos que la entidad sionista realiza sobre posiciones sirias, bajo la acusación que no permitirá presencia iraní en la zona.
En ambas situaciones, a lo cual sumo las continuas provocaciones contra el Movimiento de Resistencia islámica de El Líbano – Hezbolá - cualquiera sea la legítima respuesta de los mencionados blancos de la política exterior sionista, el régimen israelí alegara ser víctima de ataques a su “derecho a la existencia” con que suele embaucar al mundo desde el momento mismo de su nacimiento el año 1948, cuando la crisis de conciencia frente a los crímenes del nacionalsocialismo decidió a algunas naciones agrupadas en la ONU regalar un territorio que no les pertenecía. Ello, con el objeto de crear allí “un hogar nacional judío”, que en definitiva se convirtió en un territorio entregado para el uso y disfrute de un sionismo europeo, que además de ateo, tomó al judaísmo como rehén.
Una entrega territorial, aparentemente humanitaria que ocultaba  lo que Jacques Hersh denominó “diseño inteligente” que implicaba el trazado de una arquitectura política internacional, dominada principalmente por Estados Unidos y sus aliados occidentales en la región de Oriente Medio a cuyo advenimiento podía contribuir la formación de una entidad ligada incondicionalmente a ese objetivo hegemónico que comenzaba a labrase  desde Washington. Así, el sionismo instrumentaliza la religión judía con el norte de servir a su interés político, concebido primero en los salones europeos y posteriormente determinado por Estados Unidos.
Un sionismo que quiso mantener intacta la función social del judaísmo, para unificar al pueblo judío, pero eliminando al mismo tiempo su contenido místico. El rabino israelí, Yisroel Dovid Weiss ha señalado que ese régimen sionista, surgido de las cenizas de la segunda guerra mundial “no es heredero del judaísmo ni de sus enseñanzas y preceptos. Hay grandes diferencias entre el sionismo y el judaísmo, y los creadores del régimen de Israel, no sólo no respetan las enseñanzas del judaísmo, sino que no creen en Dios". Leyendo opiniones de antiguos miembros del parlamento israelí nos encontramos con aquellos que vislumbran el fin de la entidad sionista, por llevar en su seno el propio germen de su destrucción.
Efectivamente, el ex portavoz del parlamento israelí por el Partido Laborista, Avraham Burg ha dado a conocer su temor – que se ha ido comprobando indefectiblemente - que el experimento sionista lleva a la tragedia. Ya que los principios originales del Sionismo y los valores de la declaración de independencia han sido traicionados y que Israel se ha transformado en una entidad colonialista liderada por una camarilla corrupta de forajidos. En una entrevista publicada en el diario Haaretz, Burg afirmó que “la definición de Israel como estado judío llevará a su destrucción” En el sentido, que una sociedad que privilegia a los judíos, sólo es posible sostenerla mediante la violencia brutal y que la represión ejercida por el régimen israelí contra los palestinos, tiene paralelismos con lo que sufrieron los judíos bajo el Tercer Reich.
La referencia canina que daba al inicio de este artículo da cuenta de aquella opinión del fallecido ex diputado y periodista israelí Uri Avnery, respecto a la simbiosis entre los colonos extremistas, que están asentados en los territorios ocupados de Cisjordania y los perros utilizados por estos sionistas y el Ejército ocupante, para generar terror y atacar al pueblo palestino, una imagen simbólica que nos hace retroceder a esos campos de concentración del nacionalsocialismo donde se hacinaban: gitanos, judíos, prisioneros políticos, prisioneros de guerra, custodiados por guardias armados hasta los dientes y sus infaltables perros. Palestina es hoy un Estado dividido en dos grandes campos de concentración: la Franja de Gaza y Cisjordania.
Una realidad que se acrecienta y donde cada uno de los candidatos sionistas, para las elecciones de abril ofrecen más y más prebendas a estos colonos extremistas y los partidos que los representan, para tener así una base de apoyo que les permita seguir manteniendo sus privilegios y el estado de guerra que tanto rédito les ha dado, desde el momento mismo del nacimiento de la entidad sionista el año 1948. El cumplimiento de esas promesas al núcleo duro del sionismo, obliga a mantener un estado de guerra permanente, provocar a vecinos, ocupar más territorio, asesinar día a día a palestinos, como una manera de mantener encendido los hornos del complejo militar-político-industrial israelí de una industria del genocidio que parece haber aprendido de su propia experiencia como pueblo.
Avnery constató que esta unión entre colonos y perros exige más guerra, más dosis de violencia, más territorios, más agua, más sometimiento. Un Avnery que terminó convencido que “cualquier tipo de paz entre Israel y el pueblo palestino estará basado, necesariamente, en ceder Cisjordania, Jerusalén Este y la Franja de Gaza al futuro Estado de Palestina…Esto significa que la paz, necesariamente, implica el desmantelamiento de un gran número de colonias y la evacuación de colonos a lo largo de Cisjordania”. Para Avnery esta presencia e influencia de colonos han dominado la gestión de gobierno israelí “oponiéndose a entregar siquiera una pulgada cuadrada de territorio del país que Dios nos prometió, (incluso los colonos que no creen en Dios creen que Él nos prometió la tierra). Por eso no hay negociaciones de paz, no hay congelación de la actividad inmobiliaria en las colonias, ningún movimiento de ninguna clase hacia la paz”.
Esa realidad, descrita por el fallecido ex diputado no ha cambiado un ápice, más aún, el incremento de construcciones, la llegada de más y más colonos extranjeros, entre ellos 65 mil sionistas estadounidenses, ha significado que hoy Cisjordania cuente con 650 mil invasores distribuidos a lo largo y ancho de este territorio ocupado, concentrados fundamentalmente en torno a Al Quds, Bayt Lahm, Al Khalil entre otras ciudades y pueblos palestinos. Surcado además por un muro de 720 kilómetros de largo que serpentea por las ciudades y campos palestinos dejando claro que el sionismo no tiene intención alguna de concretar una negociación, que permita la conformación de un Estado Palestino.
Entre Perros No hay Cornadas
Candidatos de diversas corrientes políticas israelíes, algunos de ellos ex militares unificados con el mismo objetivo: seguir siendo una entidad colonialista, racista y criminal, incrustada en Oriente Medio bajo el marco de una supuesta preeminencia mitológica en base a consideraciones de “pueblo elegido” para una “Tierra prometida” por una divinidad excluyente de otros pueblos que no sea el judío. Así, estos candidatos ya han comenzado su campaña con discursos y acciones destinadas a seguir generando la desestabilización regional, el asesinato del pueblo palestino, el ataque a países vecinos y mostrarse como el matón del barrio, cumpliendo el papel de títere de los intereses occidentales en la zona, como ha sido desde la Declaración Balfour el año 1917 y posteriormente con su nacimiento el año 1948. Las diferencias entre candidatos son mínimas y más bien sus programas, con relación a palestina y oriente medio son calcados con la misma moneda. Políticos clonados en su conducta violatoria de los derechos humanos.
Uno de esos candidatos a suceder a Netanyahu, es el ex Jefe del Estado Mayor del Ejército Sionista Benny Gantz (militar de familia Húngara) y miembro del Partido Resiliencia de Israel. Un aspirante, que durante la denominada Operación Militar “margen Protector” contra la Franja de Gaza entre julio y agosto del año 2014 se vanaglorió de haber devuelto a la Franja de Gaza “a la edad de piedra” mediante el bombardeo sistemático del enclave que se saldó con 2,310 muertos palestinos, el 80% de ellos civiles, 10 mil heridos y 475 mil desplazados. La operación militar de la cual tanto se felicita el ex Militar significó el asesinato der 369 niños y 284 mujeres palestinas en lo que se consideran crímenes de guerra.
Otro de los pretendientes al cetro sionista es el presentador de noticias Yair Lapid (cuya familia es de origen serbio) y que preside el partido Yesh Atid – hay un futuro en Hebreo – organización que tiene dos ejes políticos principales: orientar su acción a una clase media, principalmente asquenazi y la limitación del poder de los sectores ultraortodoxos. Lapid no ha entrado en el ruedo respecto al tema palestino, aunque en principio su movimiento era partidario de establecer conversaciones con la Autoridad Nacional Palestina. Pero, el ser parte de la coalición de gobierno, tras obtener un sorprendente segundo lugar en las elecciones del año 2013, alejó cualquier posibilidad de establecer vínculos que no estaban en los planes del gobierno de Netanyahu del cual fue su Ministro de Economía. De Yesh Atid no se espera un cambio radical en materia de asentamientos, muro, crímenes o detener el proceso de colonización. La preocupación de Lapid es la pauperización de la clase media, los subsidios a los ultra religiosos y que ese grupo esté exento de realizar el servicio militar. No existen propuestas de paz, devolver territorios ni avanzar hacia la autodeterminación palestina.
El candidato a repetirse el plato es el actual Primer Ministro, Benjamín Netanyahu. Esto, a pesar de las acusaciones de corrupción que pesan sobre él, sin que hagan mella para que siga moviendo los hilos en el régimen israelí y donde seguramente volverá a ocupar el cargo de Primer Ministro por su partido, el Likud. Para ello se vale de todos los medios que el poder le proporciona en materia de política interna y externa. En lo local buscando apoyo en el partido Kulanu del Ministro de Finanzas Moshé Kahlon (hijo de colonos provenientes de Libia), como también volver a seducir a Yisrael Beitenu – hogar judío – del ex Ministro de Asuntos Militares Avigdor Lieberman (de origen Moldavo) cuyo retiro del gobierno de Netanyahu precipitó el llamado a elecciones anticipadas. Lo más probable es que Lieberman, negocie más carteras y mayores beneficios para los colonos y mantener sin cambios el derecho de los ultra religiosos de no hacer el servicio militar, para que, de esa forma de los votos necesarios al Likud y Kulanu para ser mayoría tras las elecciones de abril próximo. Parafraseando el dicho bovino, entre perros no hay cornadas.
De igual forma la nueva agrupación de la Ministra de Justicia, Ayelet Shaked (hija de padre iraquí) y el de educación Naftali Bennet (hijo de colonos estadounidenses), HaYemin HeHadash – Nueva derecha en hebreo - considerados parte del núcleo anti palestino y proclives a intensificar la guerra, la ocupación y la construcción de más asentamientos en los territorios ocupados pero, al mismo tiempo abrirse hacia el mundo secular, de tal forma de tener una sociedad absolutamente homogénea y en línea con los grandes objetivos del sionismo: impedir la autodeterminación palestina mediante la colonización, la ocupación  y la consolidación de un sistema de apartheid en los territorios ocupados, el bloqueo permanente de Gaza y las restricción de derechos para la población árabe-israelí.
En el caso del Partido Laborista, dirigido por Avi Gabbai (hijo de colonos de origen marroquí), tiene escasas posibilidades de acceder a puestos de vanguardia, toda vez que se ha roto la alianza que se tenía en la llamada unión Sionista junto a la ex Ministra de Relaciones Exteriores Justicia Tzipi Livni (de familia Bielorrusa) líder del partido Hatnuah. Divorcio que se originó en virtud de la opinión de Gabbai de no poder seguir un camino político con quien desconoce su liderazgo. Ambos partidos han llamado a votar contra Netanyahu pero la realidad política israelí suele mostrar que a la hora de conformar alianzas las discrepancias actuales suelen ser promesas de cargos e influencias futuras. Cualquiera sea el camino seguido por el laborismo o Hatnuah no saldrán del esquema trazado en torno a no permitir la autodeterminación del pueblo palestino, seguir considerando a irán como su enemigo regional y fortalecer las fronteras artificiales a través de la construcción de muros.
Cada uno de estos candidatos, poseen un marcado sello antipalestino, de franca oposición y llamados a desestabilizar y combatir a la República islámica de Irán. Desarrollar políticas de alianza en forma más activa con Estados Unidos, al mismo tiempo que se estrechan lazos con monarquías árabes como aquellas ribereñas del Golfo Pérsico, incluyendo a la Casa al Saud y el régimen egipcio de Abdelfatah al Sisi, teniendo como eje de la política exterior el desafiar el poderío Iraní en la zona, ya presente en Siria y que ha implicado ataques de la Fuerza Aérea sionista contra instalaciones militares donde se acusa la presencia de asesores militares iraníes. Precisamente la campaña de Benjamín Netanyahu gira en torno a dos líneas: incrementar la ocupación de Palestina, generar nuevas unidades habitacionales en los asentamientos y concretar nuevos enclaves sionistas en Cisjordania. Intensificar el bloqueo contra Gaza lo que implica sumar día a día nuevos asesinatos de la población palestina y presentar como un peligro para la “seguridad de Israel” que las fuerzas de la resistencia, frente a los ataques permanentes del sionismo ocupen los escasos recursos que poseen, para contrarrestar a estos perros de la guerra.
En otro plano, aprovechando la guerra de agresión contra Siria, llevada a cabo por grupos takfiri, con apoyo justamente e Israel, sus socio saudí y bajo el manto protector de Washington, ha servido para que Netanyahu a través de una multimillonaria campaña mediática, voceada desde todos los grandes medios informativos manejados por el sionismo en estados Unidos, Francia, Gran Bretaña – donde se concentran las grandes agencias noticiosas – intensifique su campaña islamofóbica y sobre todo contra la República Islámica de Irán, signada hoy por Israel como su peligro más inmediato y contra quien hay que generar bombardeos, ataques selectivos y llamados para derrocar su gobierno. En el plano interno Netanyahu ha prometido recursos, carteras ministeriales, más apropiación de territorio palestino para satisfacer la voracidad de una jauría de perros rabiosos y sedientos de sangre.
Para mostrarse al mundo en su papel de víctima permanente, Israel dice atacar a Siria, a las fuerzas iraníes presentes allí por petición del gobierno sirio, asesina palestinos, amenaza a Hezbolá y a las fuerzas del Eje de la Resistencia presentes también en Irak, porque necesita “defenderse” bajo el argumento que no está dispuesto a aceptar otro genocidio como el que vivió en la segunda guerra mundial. Todo ello parte de su fabulación crónica, de su estrategia de hasbara, del clásico síndrome de dispara y llora, del victimismo falsario con que nos tiene acostumbrado este régimen israelí, así sea con el Likud o el laborismo.
En una conferencia sobre la Franja de Gaza, bajo el título “Gaza: Símbolo de Resistencia” celebrada en Teherán, la capital iraní, el vicepresidente de ese país Alí Akbar Salehi sostuvo que “Este régimen (israelí) sigue el camino de la opresión y la tiranía, por lo que no correrá otro destino que su destrucción”. Las palabras de la alta autoridad iraní se corresponden plenamente con la opinión que historiadores israelíes Benny Morris quien ha señalado en una entrevista dada al medio israelí Haaretz que “Este lugar, Israel, se aproximará a su fin (...) en el Oriente Medio con mayoría árabe y la violencia entre los diversos grupos de la sociedad israelí aumentará. En 30 años los árabes exigirán el regreso de los refugiados palestinos, y los judíos seguirán siendo una pequeña minoría dentro de un gran mar de palestinos”.
Es ese destino el que aterroriza a los políticos sionistas, quienes tratan de evitar lo que será inevitable, la completa eliminación del sionismo. Y esto pretenden evitarlo mediante una crónica política de provocación a países como Irán, Siria, a Hezbolá, atacándolos, generando estrategias de desestabilización, operaciones de bandera falsa, asesinando selectivamente a científicos nucleares, a líderes de la resistencia, armando grupos terroristas. Lanzando misiles, bombardeando su territorio y amenazando sus intereses, de tal forma que haya una respuesta, que en la estrategia político-militar del sionismo les de justificación y con ello a sus aliados, para plantearse una intervención militar que desate el competo caos en la región. Pero, las provocaciones sionistas son  tan evidentes, tan propias de un régimen desesperado, que quedan al descubierto incluso para sus aliados y los organismos internacionales, que han llamado insistentemente a la calma so pena de tener una guerra que desestabilice por completo la región y se propague al resto del mundo. El problema es que los mencionados perros de la guerra son ciegos, sordos y mudos en materia de respeto al derecho internacional y a la vida humana.

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