Así es como el Estado Islámico usa las redes sociales para difundir sus mensajes de odio
El Estado Islámico ha cambiado su estrategia. Tras llegar a controlar vastas extensiones de territorio en Siria e Irak, la derrota en sus principales bastiones ha provocado que el grupo busque otras formas de mantener su influencia global. La principal es la formación de grupos que actúan como filiales de la organización en países tan distintos como Sri Lanka, Egipto, Nigeria o Afganistán.
El objetivo es que se sigan cometiendo atentados a lo largo y ancho del globo, llevando la yihad a todos los lugares del planeta. Una nueva táctica que ha escrito sucesivos capítulos en los últimos meses con atentados en lugares muy alejados entre sí. Donde no ha cambiado ni un ápice es en la propagación de sus mensajes.
Desde el principio el grupo optó por una gran campaña propagandística en la que las redes sociales tuvieron un papel destacado. Las fotos, los mensajes y los vídeos yihadistas se hicieron virales y tuvieron mucho éxito en la tarea de radicalizar a la gente. Miles de personas abandonaron sus países y se unieron al Estado Islámico en Siria e Irak. Un fenómeno que también estuvo muy presente en Occidente y que ahora supone un problema para los países, que temen la vuelta de estos simpatizantes del grupo radicalizados.
Así, el ISIS sigue teniendo la capacidad de cometer ataques (gracias fundamentalmente a los lobos solitarios) y su mensaje no decae en las sociedades por su presencia continua en redes sociales. En este sentido, una investigación reciente del periódico británico The Telegraph ha mostrado que las publicaciones en Instagram del grupo siguen siendo muy numerosas. Sus mensajes hablan de “promover la yihad” y “piden apoyo para cometer ataques terroristas en Occidente”.
El rotativo señala que ha encontrado instantáneas con el logotipo de la organización, fotos de soldados muertos, retratos de su líder Abu Bakr al-Baghdadi, que recientemente reapareció tras varios meses en los que no se sabía si había muerto, o imágenes de decapitaciones.
Unas publicaciones macabras que hasta el momento habían sido capaces de burlar todos los filtros de seguridad de la red social. No solo se habían mantenido publicadas, sino que también habían logrado hacerse virales y llegar a capas amplias de la población. El periódico señala que los gigantes tecnológicos están teniendo muchas dificultades para vigilar sus sitios web y evitar que proliferen estos contenidos tan peligrosos para la sociedad.
Precisamente este ha sido uno de los grandes caballos de batalla en la lucha contra el Estado Islámico. Hasta el momento, las redes sociales no han sido capaces de detener el flujo constante de propaganda de los grupos terroristas. La investigación del Telegraph ha mostrado que ahora es Instagram el que está sufriendo fallos en la detección del contenido, pero antes fueron otras como Facebook o Twitter.
En 2018 la organización sin ánimo de lucro Proyecto contra el Extremismo mostró que los usuarios con tendencias extremistas eran “presentados” los unos con los otros gracias a la función “personas que quizás conozcas” en la red social fundada por Mark Zuckerberg. Otra de las críticas que se le ha hecho a Facebook es que no realiza investigaciones sobre qué información está siendo compartida. Recientemente, cuando se produjeron los atentados en Nueva Zelanda, la red social se llenó de vídeos de la tragedia y mensajes ofensivos.
Twitter tampoco se ha librado y el grupo ha llegado a tener miles de cuentas abiertas. Hace unos meses se desveló que el ISIS estaba aprovechando cuentas inactivas para difundir su propaganda.
Y pese a que las empresas tecnológicas están intentando evitar esta manera de proceder, lo cierto es que la organización siempre encuentra nuevas vías para mostrar sus mensajes de odio. Respecto a esta última investigación, Instagram se ha defendido diciendo que emplea a más de 200 personas que se encargan de mantener al grupo fuera de la plataforma y que se ponen en contacto con la policía cuando es necesario.
Por su parte, Facebook ha decidido restringir las retransmisiones en directo para evitar que se vuelvan a difundir atentados y escenas violentas. Twitter ha cerrado en los últimos años cientos de miles de cuentas relacionadas con el grupo.
Medidas todas estas que han ayudado a reducir el impacto de la propaganda, pero que no han terminado definitivamente con el problema.
(La Gaceta Europea)
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