“Es interesante observar la calidad moral tanto de nuestras instituciones de justicia como de los antiguos compañeros de mis hermanos”
Julio, hermano de Napoleón y Julieta Glockner, rebate a Yáñez Muñoz y a Tello Díaz
“De no ser por la trágica muerte de cerca de una docena de personas, entre las que se encuentran dos hermanos míos, la historia de las FLN (Fuerzas de Liberación Nacional) relatada por el señor Fernando Yáñez a Proceso, tiene hilarantes semejanzas con una comedia de Woody Allen 
Así comienza la carta que envió a este semanario Julio Glockner Rossainz, hermano de Napoleón y Julieta, ambos integrantes de las FLN y ambos muertos debido a ello, en la que refuta algunas de las afirmaciones que en la entrevista publicada en Proceso 992, hizo Fernando Yáñez Muñoz, identificado por el gobierno como el comandante Germán y uno de los principales dirigentes de las FLN y del Ejército Zapatista
Además, adjunta el comunicado confidencial que el 20 de febrero de 1975 le fue entregado a su padre, el doctor Julio Glockner, por un desconocido, cuando salía de su consultorio en la ciudad de Puebla, y mediante el cual el “C Federico”, le comunicaba la muerte de Julieta y le daba detalles de las circunstancias en que había fallecido
Basado en las declaraciones de Yáñez Muñoz y en algunos puntos del comunicado entregado a su padre, Glockner Rossainz critica las tácticas e ideología de los integrantes de las FLN, y sale en defensa de su hermano Napoleón, mostrado tanto por Yáñez Muñoz y por Carlos Tello Díaz, en su libro La rebelión de las Cañadas, como un delator, pues fue quien informó a la policía sobre la existencia de la casa de seguridad de Nepantla, en el Estado de México, y por ello, según Tello, habría sido ajusticiado por las FLN Sin embargo, tanto Minerva como Fritz Glockner, hermana e hijo de Napoleón, respectivamente, aseguran que fue asesinado por la policía Por cierto, el comunicado de las FLN en el que se da a conocer la muerte de Julieta, dice que la casa fue descubierta “como resultado de una denuncia”
Este es el texto completo de la carta:
De no ser por la trágica muerte de cerca de una decena de personas entre las que se encuentran dos hermanos míos, la historia de las FLN relatada por el señor Fernando Yáñez a Proceso tiene hilarantes semejanzas con una comedia de Woody Allen
Según sus propias declaraciones, las FLN nunca recurrieron a medios ilícitos (secuestros, robo, etc) para hacerse de recursos, de este modo evitaban también, obviamente, ser descubiertos y combatidos prematuramente, como sucedió con otras organizaciones que terminaron en el absurdo de ser perseguidos como delincuentes comunes cuando querían cambiar el mundo
Esta aparente sensatez de las FLN los condujo a una relativa inactividad en la que se preparaban pacientemente, formando redes aquí y allá en espera de un momento que, como Godot, nunca llegó Lo que llegó fue la muerte, la tortura, la duda desesperanzada, la sospecha de traición y la decepción
Hoy es evidente que su descabellado proyecto estaba destinado al fracaso Sólo el delirio ideológico de aquellos años podía hacer que alguien pensara que el objetivo de su vida debía consistir en “crear dos, tres muchos Vietnam” Pocas frases hay tan estúpidas y abominables como ésta Sólo la obsesiva idea de “instaurar” el socialismo pudo hacer que en aquellos años un grupo de jóvenes decidieran que eran ellos quienes debían cargar con el peso de tan ingenua tarea
¿Cuál era el primer paso para lograr este objetivo? “Conseguir armas para defenderse” El problema es que aquí la instauración corre el riesgo de transformarse en imposición Cuando un propósito noble está respaldado por un arma en ese mismo momento pierde su mejor cualidad: la mayor virtud del levantamiento zapatista no consistió en tomar las armas sino en haberlas depuesto para tratar mediante el diálogo sus propuestas, y no me refiero sólo a sus dirigentes sino a los indios hundidos en la miseria que son la auténtica razón de ser de ese alzamiento
Los miembros de las FLN, en cambio, se adjudicaron a sí mismos, en base a torpes lecturas y peores conjeturas cargadas de resentimiento, que en sus manos estaba decidir el destino de este país creando redes clandestinas en el cuerpo social, pero ignorando la complejidad de los problemas sociales y, por supuesto, ignorando la voluntad de la gente a la que pretendían “conducir” al socialismo Quien desea pensar en los motivos más profundos que animan estas ideas debe leer cuidadosamente Los endemoniados de Dostoyevski
El primer paso de las FLN fue un tropiezo en el que murieron inútilmente muchas personas, digo inútilmente porque no creo en la macabra cursilería revolucionaria de la sangre derramada que fertiliza los campos de los futuros combatientes Quien repite para sí mismo estas palabras sólo está intentando sustentar su valor otorgándole un sentido a su propia muerte Ningún futuro se fertiliza con sacrificios gratuitos Es aquí justamente donde se revela el carácter autocomplaciente de las actividades de las FLN, expresado tanto en la carta que doy a conocer como en las entrevistas publicadas por Proceso con el señor Fernando Yáñez
Vistos los hechos a la distancia y dejando a un lado las tragedias familiares, los acontecimientos tienen algo de absurda comicidad: un grupo de tipos que deciden cambiar el país se esconden, compran armas y cometen mil torpezas, compran o alquilan autos, casas, teléfonos y van dejando un rastro que conduce a la policía directo hacia ellos, mientras tanto no tuvieron tiempo de conversar larga y pacientemente con los pobres del país que querían redimir, apenas y los conocieron, pues su delirio de persecución, primero, y la persecución real, después, no los dejó nunca en paz En este contexto Fernando Yáñez se presenta a sí mismo como un cartógrafo en busca de un hermano que nunca logra encontrar
En febrero de 1974 la policía detuvo a Napoleón Glockner y a Nora Rivera Dice Carlos Tello en entrevista a Proceso: “Me imagino que mediante tortura delataron a sus compañeros de Nepantla” A Tello parece constarle la delación y se imagina cómo fue que la policía obtuvo la confesión A mí, en cambio, me constó la terrible tortura, que parecía no tener fin, las ocasiones en que visité a mi hermano en la cárcel; bajo esas condiciones me imagino que pudo haber confesado y sólo un sinvergüenza puede decir que soportaría lo mismo sin abrir la boca
El señor Yáñez, a su vez, dice que no conoció a Napoleón, y que mi hermana Julieta le dijo “más o menos”, que Napoleón y Nora habían revelado a la policía la ubicación de la casa de seguridad que tenían en Nepantla Cuando el reportero que lo entrevista le pide precisar si Julieta habló de delación ¡él responde que no le pida que se acuerde de una palabra!, pero añade: “nosotros no podíamos, en nuestras órdenes, hacer nada en contra de la causa revolucionaria” y como la causa revolucionaria, por supuesto, eran ellos mismos dejo los puntos en suspenso para subrayar lo que Julieta “más o menos” le dijo a este señor, ya que me parece de un cinismo digno de Pedro Stepanovich que ponga en labios de una persona muerta los juicios que él, por lo visto, no se atreve a sustentar
No obstante, reconoció que según el código de la organización “había que aguantar la tortura o morirse en la tortura, pero convertirse en un delator, nunca” ¿Qué significan estas palabras en boca de un hombre que en la misma entrevista reconoce haber tenido miedo en la cárcel, en boca de un hombre que dice de sí mismo: “no soy una persona de mucho valor”? ¿Es que cuando crearon las normas de su organización no se les ocurrió pensar —y en ello no exculpo a mis hermanos que aceptaron esas normas— que el hombre puede descubrir en sí mismo debilidades insospechadas en los momentos decisivos, como le ocurrió al propio señor Yáñez con una simple detención? ¿Con esas premisas pretendían fundar un mundo nuevo? ¡por favor!
El señor Fernando Yáñez no dice algo que todo el mundo sabe: que en una organización clandestina, del tipo que sea, cuya existencia depende de su anonimato, la infracción del mandato que ordena el silencio se paga con la vida Yo no sé quienes fueron los responsables de la muerte de mi hermano y no creo llegar a saberlo, pero no deja de ser interesante observar la calidad moral tanto de nuestras instituciones de justicia como de los antiguos compañeros de Napoleón
Respecto a la carta que le entrego a usted, señor Scherer, con plena confianza en su trabajo profesional, quisiera decir que fue entregada a mi padre una noche en la calle, cuando salía de su consultorio Una persona se acercó y le extendió un sobre, le dijo que lo leyera hasta que llegara a su casa y en seguida se fue Si la persona que suscribe esa carta aún vive y por fortuna está leyendo estas líneas, quisiera decirle que deseo que esté viviendo en el campo, cultivando la tierra y criando unos cuantos animales Espero que por las noches, en lugar de “entonar cantos luctuosos con el tableteo de ametralladoras” tenga simplemente ganas de cantar, porque tan sólo a estas pequeñas cosas se reducen las posibilidades del individuo, y eso no es poco, eso es todo
Puebla, Pue 8 de noviembre de 1995
Julio Glockner Rossainz