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jueves, 29 de agosto de 2019

Chimalli: tesoro de Moctezuma en Chapultepec

 Chimalli: tesoro de Moctezuma en Chapultepec
Yahoo/Buzón
  • El Colegio Nacional 
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    29 ago a las 9:10
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    Chimalli: tesoro de Moctezuma en Chapultepec | La arqueología hoy
    • Los escudos chimalli fueron un punto de unión entre los indígenas y los europeos porque ambos veían su valor artístico: Salvador Rueda Smithers
    • El chimalli funcionó como regalo diplomático en el siglo XVI, de Moctezuma a Cortés, y volvió a funcionar como regalo diplomático en el siglo XIX, de Maximiliano a México: Leonardo López Luján
    • Los chimalli que fueron enviados a Europa eran un símbolo del despojo, una forma de dar cuenta de la conquista: María Olvido Moreno Guzmán
    • La elaboración de un chimalli sólo era posible bajo el manto de un imperio como el de Moctezuma II que podía tener a sus disposición artistas que elaboraran estos magníficos objetos con ricos materiales que provenían de regiones distantes: Laura Filloy Nadal
    “Vamos a escuchar la biografía cultural del chimalli, de esta rodela de época mexica que regresó a nuestro país en 1866 antes de que Maximiliano pereciera con una sobredosis de plomo allá en el Cerro de las Campanas”, anunció el miembro de El Colegio Nacional (Colnal) Leonardo López Luján en el preámbulo de la conferencia Chimalli: tesoro de Moctezuma en Chapultepec impartida por Laura Filloy Nadal, María Olvido Moreno Guzmán y Salvador Rueda Smithers, en la tercera sesión del ciclo Arqueología hoy que coordina el colegiado. 
    “El chimalli del castillo de Chapultepec en realidad era una pieza que se sabía muy importante pero de la que había poca información. Llevo muchos años en el castillo de Chapultepec y les puedo asegurar que hasta principios del siglo XXI para mí, en lo personal, era como el cadáver de un objeto del que no sabíamos cómo había sido ni para qué servía”, narró en su turno el director del Museo Nacional de Historia-INAH, Salvador Rueda Smithers. “La ficha del museo era por demás escueta: escudo azteca que trajo Maximiliano en 1866”, agregó sobre la que calificó como una “gran pieza de ingeniería, considerada por Moctezuma digna de un regalo para una persona que no conocía”, en referencia al conquistador Hernán Cortés. 
    Smithers subrayó que el chimalli, en cuanto obra de arte, fue un punto de unión, cuyo peso estético permitió un diálogo distinto y la sobrevivencia de estas piezas: “lo que era considerado por los indígenas una gran obra de arte, era igualmente considerado por los españoles y por los alemanes”. Y agregó que “en casi toda la plástica a partir de 1870 que tiene que ver con representaciones indígenas es este el chimalli que sale. Lo mismo está en México a través de los siglos, en la Biblioteca del niño mexicano, que en Saturnino Hernán. Cuando se pintaba un chimalli prehispánico era este, el que estaba a la vista”.  
    El colegiado López Luján resaltó que “esta pieza sólo puede ser concebida como el producto de un gran imperio”. Además reparó en que el chimalli “funciona como regalo diplomático en el siglo XVI y vuelve a funcionar como regalo diplomático en el siglo XIX”.
    “En mesoamérica había muchos tipos de escudos y eran objetos que acompañaban a distintos personajes importantes de la élite, tanto a los guerreros como a los gobernantes e incluso a ciertas deidades. La iconografía era muy variada y su decoración era muy rica en componentes”, explicó la restauradora del Museo Nacional de Antropología-INAH Laura Filloy Nadal, una de las responsables de la investigación multidisciplinaria que hizo posible la exposición del chimalli en Chapultepec. La curadora expuso las características generales de la rodela, los objetos preciosos que, según registros históricos, fueron enviados a Europa, y también comentó que en México sólo quedaron dos piezas prehispánicas elaboradas con plumas. 
    Por su parte, la especialista en arte plumario y curadora de la misma exposición, María Olvido Moreno Guzmán, empezó su participación analizando una imagen del libro IX del Códice Florentino en la que se ilustra el taller de un amanteca, es decir, de un artesano prehispánico especializado en arte plumario. Moreno hizo hincapié en que los oficios se heredaban de padre a hijo.
    Asimismo, al proyectar fragmentos del Códice Mendoza, la investigadora dijo que gracias a los documentos tributarios “conocemos la procedencia, la frecuencia, las cantidades, las formas en que se enviaban las materias primas y los productos terminados. Con respecto a los chimalli, sabemos que se enviaban escudos sueltos, escudos acompañados de un traje, pero también todas las materias primas para elaborar escudos”. 
    “Gracias a las representaciones que tenemos en piedras, cerámica, pintura mural o códices, reconocemos la profusa iconografía de los escudos en el mundo mesoamericano. Además nos permiten confirmar que a lo largo del territorio se usaron desde el preclásico hasta el posclásico y que tenían varios formatos”, agregó Moreno Guzmán. 
    “Para hacer un chimalli de este tipo, con esta riqueza, se necesitan aves que vienen de lejos, aves locales, mamíferos manchados del soconusco, distintos elementos vegetales, cochinilla para el rojo, conejo para proteger las zonas con oro, piel de venado para darle resistencia. Esto sólo era posible bajo el manto de un imperio como el de Moctezuma II que podía tener a sus disposición artistas que elaboraran estos magníficos objetos y ricos materiales que provenían de regiones distantes”, concluyó Laura Filloy Nadal. 
    “Sí, el chimalli fue un regalo diplomático, pero fue algo más. Los hispanos traían espadas y rodelas metálicas, e identifican el objeto chimalli como un escudo, no les es ajeno como pudo haber sido un penacho o las divisas de espalda. Si bien sobreviven cuatro, sabemos que fueron varios centenarios los que salieron. Es el objeto que aparece de manera más asidua en las relaciones, en las listas de envíos, en los embarques, sin duda porque fue un símbolo del despojo; los indígenas quedaron despojados de sus armas defensivas, era una forma de dar cuenta de la conquista”, concluyó María Olvido Moreno Guzmán. 
    La próxima sesión del ciclo de conferencias La arqueología hoy se llevará a cabo el jueves 19 de septiembre con el título Arqueología de la sal, a cargo de Blas Román Castellón Huerta. 
    Puede consultar la actividad completa en el canal de YouTube de El Colegio Nacional:  https://www.youtube.com/watch?v=gbBxK1HuGbM

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