El dibujo y la ilustración han sido dos de las expresiones artísticas que más han evolucionado a lo largo de la historia. Desde tiempos inmemorables el humano ha intentado abstraer y reproducir su realidad con un pincel, con un lápiz y hasta con una piedra.
Al principio, los hombres dejaban sus bosquejos en los muros de las cuevas. Pintaban los pormenores de su universo de creencias y experiencias; un toro, un dios, un hombre enfrentando las adversidades del tiempo y naturaleza.
Después el dibujo tuvo la hermosa virtud de evolucionar como el humano y entonces una nueva ventana se abrió para los artistas. Nacieron así los paisajes bucólicos, bíblicos, feudales, las escenas de la vida cotidiana, y por supuesto los impresionantes cuadros de ciudades.
Retratar las urbes en pintura no ha sido una tarea sencilla ya que hay muchas cosas en juego. Antes de empezar hay que hacerse unas preguntas: ¿Cómo copiar la inmensidad?, ¿Cómo retratar las miles de emociones que coexisten en los grandes asentamientos? ¿Como capturar en un lienzo lo que nadie ve? ¿Cómo se dibuja la vulnerabilidad de un individuo ante la grandeza?
Quizá la respuesta a todas estas incógnitas está en aprender no a ilustrar una metrópoli, sino la idea de ella. Encontrar la forma de decir con proporciones, líneas, sombras, luces y técnicas lo que mil palabras no pueden, tal vez ese el el verdadero arte.
Dicho lo anterior y para el placer de aquellos que gustan de observar la capital más allá de los edificios, los árboles y las banquetas, el artista Cizza Bernal compartió en sus redes sociales unas pintorescas imágenes de la Ciudad de México.
Puntos icónicos como el Palacio de Bellas Artes, Monumento a la Revolución, el Ángel de la Independencia y la Calle de Madero se encuentran entre los lugares retratados. Pero lo que llama la atención es el trabajo de edición que ha realizado el artista, para así fusionar la CDMX con algunas de las pinturas más reconocidas del pintor neerlandés Vicent Van Gogh.
La gran era del Pleistoceno se conserva de diversos modos en Yucatán.
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Sac Actun, "La cueva blanca" es una red de ríos que recorren el subsuelo maya, es el sistema afluente de cavernas más grande del mundo con 350 kilómetros de longitud y una profundidad máxima de 120 metros bajo tierra a los que.
Si se suman los sistemas acuíferos aledaños, resulta un inmenso recurrido de aguas de 1000 kilómetros, mismo que además tienen un gran valor arqueológico e histórico.
En los aproximadamente 248 cenotes que posee, se ha encontrado fauna extinta y evidencias de la interacción de la cultura maya en este espacio. El sistema de Sac Actun tiene 198 contextos arqueológicos, de los cuales 138 se han vinculado con los mayas ya que al menos dos contienen restos óseos de individuos de más de 9.000 años de antigüedad, incluso se ha hallado un cráneo y el esqueleto de un individuo, al parecer completo, pero que se halla disperso.
El sistema es tan grande que tan solo hace dos años, otras cavidades denominadas Dos Ojos fueron descubiertas, con este hallazgo, Sac Actun alcanza una extensión equivalente a la distancia entre las ciudades de Cancún y Chetumal, ambas ubicadas en la península de Yucatán.
Gracias a estas a las largas y peligrosas inmersiones que han hechos los investigadores, se sabe que a finales del último periodo glacial, el nivel del agua estaba a unos 100 metros por debajo de la superficie actual.
El deshielo causó la subida del nivel del agua e inundó las cavidades que originalmente estaban secas, por ello se han conservado en su interior, y bajo condiciones idóneas, restos de megafauna extinta del Pleistoceno.
Uno de los cenotes más famosos es el denominado "Cementerio de mascotas" por la gran cantidad de fósiles que alberga. Éste fue descubierto en 1985 cuando después del paso del Huracán Elena, el ejército mexicano hacia una revisión aérea de los daños.
Al ser estudiado se encontraron varios fósiles animales, entre ellos la mandíbula inferior de un tapir y los restos fosilizados de un camello prehistórico.
El cenote es uno de los más ilustrativos de las cavidades que se forman en el subsuelo, sus paredes están adornadas de estalactitas, estalagmitas y columnas en el agua transparente. Aunque se ubica en medio de la selva, hay tours que lo incluyen en sus paseos, se puede nadar en él, aunque el acceso al cenote no tiene pasajes estrechos, no es muy recomendable para claustrofóbicos.
Información National Geographic
Foto destacada Cenote Sac Antun
El bajorrelieve que nos podría decir más del antiguo imperio.
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El Templo Mayor de la gran Tenochtitlan aún tiene mucho que contarnos a través de edificios, figuras, en este caso de un bajorrelieve cuta investigación aportará más información para continuar con la recuperación de nuestra historia más antigua.
A casi un año de ser descubierta, limpiada y extraída, la pieza hallada en febrero de 2020 muestra el perfil de la Itzcuauhtli, el "águila de obsidiana", cuya investigación de campo fue suspendida por la COVID-19 pero retomada a puerta cerrada para conocer más de los significados del águila real mexica.
El bajorrelieve encontrado, está labrado en tezontle rojo y mide 1.06 metros de largo por 70 centímetros de ancho, cifra que lo convierte en el mayor de entre los 67 elementos hallados en el que no deja de ser el más importante sitio arqueológico de las gran Tenochtitlán.
Además de su tamaño, la ubicación de la figura también le da un peso significativo, ya que fue hallada en el eje central que cruza la capilla de Huitzilopochtli y la escultura monumental de la diosa Coyolxauhqui, que queda cerca de la "jícara del águila".
El Cuauhxicalco es un edificio circular que pertenece al s. XVI donde se realizaban las incineraciones rituales de los gobernantes tenochcas.
Hasta el momento, se sabe que la escultura formaba parte del piso que habría estado durante el gobierno de Motecuhzoma Ilhuicamina, entre los años 1440 y 1469, pero que fue cubierto tras la ampliación del Templo Mayor razón por la que los españoles nunca la vieron y se conserva en excelente estado.
Las excavaciones en el Templo Mayor se dividen en etapas, hasta ahora se encuentran en la Etapa IV-a, que en otras palabras ha significado viajar en el tiempo hasta 1440 y con ello poder indagar más a fondo la cultura que nos dio origen.
Con este hallazgo los estudios iconográficos del águila real mexicana, aquella que fuera la señal para construir la tierra prometida a los mexicanos, se retoman a la luz de los códices como el Borgia que en su lámina 50 muestra un águila real posando encima de un mezquite, árbol que surge desde una deidad descarnada, imagen similar a la del bajorrelieve.
Los mexicas relacionaban a la Itzcuauhtli con la guerra y el sacrificio, era considerada como un nahual del sol y por lo tanto también de Huitzilopochtli; se espera poder abundar más en esta información una vez que se retomen las investigaciones alrededor del Cuauhxicalco.
El bajorrelieve será colocado de vuelta en su lugar original en cuanto sea posible para en un futuro ser mostrado al público.
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