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miércoles, 1 de diciembre de 2021

Lo peor de ómicron, hasta ahora, es la incertidumbre

 

Lo peor de ómicron, hasta ahora, es la incertidumbre

(Bloomberg) — Aquí vamos de nuevo... El coronavirus mutó, como siempre supimos que sucedería, y la nueva variante, llamada ómicron, se está propagando rápidamente. ¿Deberíamos tener miedo o ser optimistas? ¿Deberíamos modificar nuestro comportamiento y planes o seguir adelante? Para responder a estas preguntas, necesitamos tres datos que aún no tenemos, así que solo debemos esperar. Y para muchos de nosotros, la espera en sí es el problema.

Eso se debe a que esperar –irónicamente, noticias buenas o malas– causa ansiedad. Y es una angustia que, a través de una serie de hormonas del estrés que envía por nuestros cuerpos, nos atormenta casi como lo hace un virus.

Estos son los tres datos que estamos esperando. Primero, ¿cuánto más contagiosa que la variante delta y sus antecesoras es ómicron? En segundo lugar, ¿la variante ómicron causa cuadros más graves de la enfermedad y más muerte? Y tercero, ¿hasta qué punto la variante ómicron evade la respuesta inmune que proporcionan las vacunas o una infección previa?

Commuters walk past a notice board reminding them of wearing face coverings at Stratford underground station in east London on December 1, 2021. - Britain will require all arriving passengers to isolate until they can show a negative PCR test against Covid-19 and is restoring a mandate to wear face masks in shops and public transport as part of its response to the new Omicron strain of Covid-19. (Photo by Daniel LEAL / AFP) (Photo by DANIEL LEAL/AFP via Getty Images)

Los fabricantes de las dos principales vacunas de ARNm, BioNTech SE y Moderna Inc., ahora están trabajando para responder la tercera pregunta y deberían tener respuestas en unas dos semanas. Científicos de todo el mundo están trabajando en las otras dos, pero sus veredictos tardarán un poco más. De ahí nuestro dilema: ¿qué deberíamos hacer ahora y en las próximas semanas?

Mientras observo las reacciones en mis propios círculos sociales, las respuestas psicológicas se dividen más o menos como ocurrió a principios de 2020, cuando se comenzó a hablar de una pandemia. Algunas personas optan por la negación. Con su lenguaje corporal, gestos, bromas y planes sociales y de viajes, señalan que, dado que aún no sabemos nada, no tiene sentido preocuparse o adaptarse. Vivamos un poco mientras podamos.

Otros dan vueltas en círculos viciosos mentales de ansiedad. Planifican y replanifican escenarios –¿cancelar planes de vacaciones?, prepararse para cierres de escuelas y confinamientos?– y presionan de forma obsesiva el botón de actualización en los sitios de noticias que han elegido. Esos canales de medios de comunicación brindan esta demanda adicional ofreciendo interminables charlas de expertos que –recuerde– todavía no tienen más información que el resto de nosotros.

Los rasgos de personalidad –una tendencia hacia el neuroticismo, por ejemplo– influirán en dónde caigan las personas en este espectro. Pero la evolución nos ha hecho propensos a odiar la incertidumbre, primero, haciéndonos inusualmente inteligentes para que nuestros cerebros puedan prepararse para algo potencialmente malo que acecha a la vuelta de la esquina y, por lo tanto, puedan ayudarnos a sobrevivir. El tigre dientes de sable podría estar allí o podría no estarlo, pero nos irá mejor en promedio si damos por hecho lo peor.

Desafortunadamente, los cerebros humanos se aceleran fácilmente. Notamos un bulto en alguna parte de nuestros tejidos y vamos al médico para que lo revise. Él lo envía al laboratorio. Ahora tenemos que esperar, y durante ese tiempo imaginamos lo que podría mostrar el resultado. Y ¡cuán creativas se vuelven nuestras mentes en esos momentos!

La ansiedad

Investigaciones han demostrado que, de hecho, las personas tienden a estar más tranquilas cuando anticipan cierto dolor en lugar de un 50% de probabilidad de padecerlo. Otros estudios revelaron que la incertidumbre en torno a nuestro empleo es más perjudicial para nuestra salud que efectivamente perderlo.

Si piensa que el homo sapiens es racional, esto no tiene sentido. No puede –al menos no lógicamente– tener más miedo de una situación que podría terminar mal o bien que de una que definitivamente terminará mal. Pero si acepta que somos seres biológicos, tiene perfecto sentido. En nuestro pasado lejano, aquellos de nosotros que sobrestimamos el peligro sin tener el conocimiento tuvimos una ventaja evolutiva sobre aquellos que se tomaron la vida con calma.

El problema es el exceso. A medida que nuestra imaginación se desborda, muchos de nosotros desarrollamos una intolerancia a la incertidumbre, que, a su vez, puede conducir a un trastorno de ansiedad generalizada. Eso es siempre así, pero más aún en una pandemia. La ansiedad ha aumentado, especialmente entre los adolescentes y los adultos jóvenes. A nivel mundial, las tasas parecen haberse duplicado, a más de uno de cada cinco.

La ansiedad, por supuesto, es una enfermedad por derecho propio: nos hace buscar escape en sustancias que son adictivas y nocivas para la salud, a menudo incluso mortales; arruina lentamente nuestros cuerpos y nuestras relaciones; y nos roba la alegría y el optimismo.

Así que ahora nos enfrentamos a una nueva ola de incertidumbre sobre lo que nos depara la variante ómicron. ¿Qué significará para nuestros planes, educación, carrera, relaciones, salud y vida? Y después de ómicron, habrá otras letras griegas, hasta llegar a omega. Practicaremos tanto la preocupación que seremos profesionales.

Entonces, ¿por qué no usar esa práctica? Quizás lo mejor que podamos hacer contra esta ansiedad en particular –de forma colectiva e individual– no sea reprimirla, sino identificarla y luego reírnos juntos de ella. Eso podría ayudar a alejarnos de los especialistas que hablan sin parar en televisión y simplemente esperar lo que digan los hechos, en su momento, por supuesto.

Nota Original:

What’s Worst About Omicron So Far Is Uncertainty: Andreas Kluth

©2021 Bloomberg L.P.

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Los errores que cometemos en el baño y nos dejan la piel reseca

Aunque parezca insólito hace un par de meses la ducha estaba en discusión entre los famosos. Algunos, como Leonardo Di Caprio alegan que bañarse a diario es un desperdicio de agua, que los jabones, desodorantes y champúes dañan el medio ambiente. Brad Pitt alega falta de tiempo; Charlize Theron dice que se siente cómoda sin bañarse, y otros, como Jake Gyllenhaal, consideran que puede dañar la piel. Estos últimos, tal vez tengan algún punto a su favor.

De hecho, James Hamblin, doctor especialista en medicina preventiva y profesor de la Universidad de Yale quiso demostrar que el baño diario no es esencialmente necesario y dejó de bañarse, así de simple. Tras cinco años de investigación, dice haber superado la costumbre del baño diario y se siente normal, pero sí insiste en el lavado con jabón y frecuente de manos y cepillado de dientes.

(Getty Creative)
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El especialista opina que cuando aplicamos productos como jabón, gel de baño, entre otros, se altera el equilibrio entre los aceites naturales y la flora bacteriana de la piel, lo que ocasiona malos olores, por ejemplo. "Cuando te duchas agresivamente, destruyes los ecosistemas. Se repueblan rápidamente, pero las especies quedan desequilibradas y tienden a favorecer los tipos de microbios que producen olor", explicó.

Sin embargo, todo es cuestión de equilibrio y quienes preferimos mantener el hábito del baño diario podemos tomar algunas acciones para evitar ser agresivos con la salud de nuestra piel.

La médico Susan Bard, MD, dermatóloga certificada por el Consejo Americano de Dermatología, consultada por AARP, organización sin fines de lucro dedicada a generar información y atender necesidades de personas mayores de 50 años, afirma que una ducha caliente y larga puede parecer muy reconfortante, pero lo ideal es que dure cinco minutos, y si incluyen afeitado y la aplicación de otros productos, que se extiendan a un máximo de 15 minutos, porque los baños prolongados realmente pueden afectar la piel resecándola, especialmente en los meses más fríos.

(Getty Creative)
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Asimismo, la experta señala la importancia de controlar la temperatura del agua. La recomendación no es darse un baño helado, pero tampoco caliente porque reseca la piel. Sin embargo, si elegimos bañarnos con agua caliente, controlemos el tiempo y se recomienda aplicar crema hidratante de la cabeza a los pies.

Con relación al tipo de jabón, el debate entre el jabón en barra y el jabón líquido es permanente. El jabón en barra tiene menos ingredientes y conservantes que el jabón líquido, además que suele venir en empaques de papel o cartón; mientras que el jabón líquido viene en envases plásticos y tiene dispensadores. Una fórmula adecuada puede ser usar el jabón líquido en los meses fríos, porque reseca menos la piel al ser formulados con agua. Sin embargo, en cualquier caso, es conveniente usar jabones neutros, sin fragancia y si son en barra que sean en base de glicerina. El objetivo es preservar la barrera natural de la piel.

(Getty Creative)
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Con relación a los accesorios para lavarnos, como esponjas o toallitas, la doctora Anna Chacon, MD, dermatóloga por la revista The Girlfriend de AARP, explica que estos elementos pueden ser demasiado abrasivos para la piel, y peor aún, acumulan bacterias y hongos. En todo caso, las toallitas son más convenientes que las esponjas vegetales porque pueden lavarse a máquina. También se pueden usar cepillos y guantes de silicona pues al ser de secado rápido, no albergan bacterias y pueden lavarse muy bien, pero en todo caso, la mejor herramienta al bañarnos son nuestras propias manos.

En este sentido, cabe destacar que al salir de la ducha, la toalla puede ser muy abrasiva si la usamos frotando con fuerza. Lo recomendable, según las especialistas, es secarnos con suaves palmaditas.

La cosmetóloga Johana Méndez de The Skinrant recomienda aplicar la crema inmediatamente después de secar muy suavemente la piel cuando aún esté ligeramente húmeda, pues es la manera de conservar el agua dentro de la piel. Esta recomendación aplica para el rostro. “Es muy buena idea tener la crema humectante, el sérum o cualquiera de los productos que usamos después de ducharnos o lavar el rostro para aplicarlos sobre la piel húmeda”.

(Getty Creative)
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Asimismo, la experta destaca la importancia de que los productos como geles, jabones, espumas sean adecuados para nuestro tipo de piel y características específicas, como sensibilidad, resequedad. Esto marcará la diferencia.

Finalmente, es importante tener en cuenta que si bien los famosos tienen sus excentricidades, la higiene es básica para la salud en general y, por supuesto de nuestra piel. De hecho, dejar secar el sudor en nuestra piel propicia un ambiente ideal para la proliferación de bacterias y hongos, así como también la aparición de erupciones e irritaciones. La mejor solución, si tienes dudas, es consultar al médico.

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