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lunes, 11 de abril de 2022

UCRANIA YEL SUICIDIO DE EUROPA

  UCRANIA YEL SUICIDIO DE EUROPA

Yahoo/Buzón
  • Purificacion G. de la Blanca <p.delablanca14@gmail.com>
    Para:
    CCO:erubielcamacho43@yahoo.com.mx
    sáb 9 de abr a las 11:51



                                     Ojos para la Paz

                  Un gran análisis, como todos los de este autor


    Ucrania y el suicidio de Europa

    Fernando del Pino Calvo-Sotelo
    Asombroso: el presidente de uno de los 
    países más corruptos del mundo da 
    lecciones a parlamentarios occidentales 
    y éstos le ovacionan puestos en pie.

    Incluso para los estándares de mentira actuales, no deja de causar 

    estupefacción la canonización como campeón de la libertad de quien 

    manda arrestar al jefe de la oposición democrática de su país[1]

    cierra sus medios de comunicación y prohíbe las actividades de once 

    partidos opositores[2].

    No podemos olvidar que el irresponsable gobierno ucraniano pudo 

    evitar este conflicto y no lo hizo: una semana antes de la brutal 

    invasión rusa el canciller alemán pidió a Zelensky que declarara la 

    neutralidad de su país y renunciara a entrar a la OTAN, condiciones 

    razonables a las que el líder ucraniano (o sea, EEUU) se negó[3]

    Dado que tras el conflicto Ucrania tendrá que aceptar ambas, 

    el sacrificio del pueblo ucraniano habrá sido estéril. Mientras el 

    presidente ucraniano intenta arrastrarnos a la Tercera Guerra 

    Mundial y, con sus sobreactuaciones y su cuidada puesta en escena 

    (barba de tres días y camiseta verde), se dedica full-time a ganar 

    la batalla de la propagada de la opinión pública occidental

    (algo irrelevante para Putin, que ya la tenía perdida de antemano sin

    invadir a nadie), los rusos se dedican a lograr la mayor parte de sus 

    objetivos militares y estratégicos.

    Escepticismo

    El escepticismo es la castidad del intelecto, decía Santayana, 

    especialmente ante una guerra en la que quizá no podamos conocer 

    la verdad, pero sí aplicar la lógica. Por ejemplo, EEUU afirma que 

    un Putin “arrinconado” puede usar armas químicas o nucleares 

    (entonces, ¿por qué le arrinconan?). Sin embargo, la lógica nos dicta 

    que las armas sucias las utiliza el contendiente que va perdiendo 

    (y Rusia va ganando) y que antes de utilizarlas habría agotado otros 

    modos de destrucción que no han tenido lugar, como cerrar el 

    gas a Ucrania, arrasar sus campos de cereales, destruir sus 

    infraestructuras, dejar a Kiev sin electricidad ni agua corriente o 

    reducirla a escombros mediante bombardeos de alfombra (por cierto,

    un invento anglosajón). De hecho, la prensa norteamericana ha 

    desvelado hace pocos días que la supuesta amenaza de guerra 

    química fue sólo una campaña de desinformación del gobierno de 

    EEUU y que no existía evidencia alguna de inteligencia de que 

    Rusia fuera a utilizarlas[4]. Según la misma fuente, lo mismo 

    aplicaría al relato de un Putin supuestamente mal informado por su 

    entorno.

    Un sano escepticismo también nos lleva a no sacar conclusiones 

    precipitadas ante los horribles hechos de Bucha, que deben ser 

    investigados hasta el final. No parece lógico que Rusia, que dominaba

    la zona y la ha abandonado con toda tranquilidad anunciándolo con 

    antelación, deje pruebas de una matanza de civiles con todos los 

    cadáveres ordenados en una calle. Naturalmente que los rusos son 

    capaces de semejante carnicería. pero también puede ser una 

    operación de falsa bandera (otra más) de los ucranianos, acusados de

     torturar a prisioneros de guerra rusos, o incluso ejecutarlos[7]. Que un

     vídeo y unas fotos aportadas por uno de los contendientes basten

    para sacar conclusiones indica lo fácil que es manipularnos. 

    ¿Primero sancionamos y luego investigamos? No sabemos cuántos 

    civiles han muerto, ni quién los ha matado, ni cuándo, ni cómo. La 

    guerra es un horror siempre, pero no es lo mismo que mueran 

    civiles como daño colateral en enfrentamientos armados a que sean 

    ejecutados a sangre fría por soldados rusos. Si la investigación 

    sigue su curso sabremos quién es el culpable, y si no se investiga, 

    también.

    Asimismo, podríamos aplicar la lógica para averiguar quién 

    obstruye los corredores humanitarios en las ciudades sitiadas. 

    ¿Cui prodest? ¿Quién se beneficia de ello? Los rusos rodean y 

    atacan las ciudades porque los combatientes ucranianos se han 

    refugiado en ellas evitando enfrentamientos en campo abierto y 

    utilizando de facto a su población como escudo humano. 

    Entonces, ¿quién está interesado en impedir que los civiles 

    abandonen el área, los sitiadores, que no pueden bombardear a 

    discreción, o los sitiados, que se benefician de ello? ¿Quién impide 

    que los rehenes de un atraco salgan del banco, los atracadores o 

    la policía que los tiene rodeados? Son los débiles los que cogen 

    rehenes, y creo significativo que Ucrania acuse a la Cruz Roja 

    Internacional de “trabajar para el enemigo” por facilitar la 

    evacuación voluntaria de civiles desde Mariupol (ciudad del Donetsk 

    de mayoría rusófila) hacia Rusia[8].

    Visión global

    La guerra sobre suelo ucraniano es un conflicto entre EEUU 

    (el provocador) y Rusia (el agresor). Un factor que añade 

    complejidad y suele ser obviado es que Ucrania, enfrascada en un 

    enfrentamiento civil de intensidad variable e independiente sólo 

    desde 1991, es una no-nación dentro de un Estado creado de una 

    forma más o menos artificial. No son inventos de Putin: el 

    poco sospechoso Premio Nobel Alexander Solzhenitsyn, férreo 

    anticomunista superviviente del Gulag soviético, denunciaba en 1994 “

    las falsas fronteras leninistas de Ucrania, con Crimea como dote 

    ofrecida por el déspota Kruschev[9]”.

    La causa próxima de la guerra ha sido la innecesaria expansión de 

    la OTAN hacia el Este a pesar de las constantes advertencias de 

    Rusia y de expertos occidentales de que una Ucrania perteneciente 

    a la OTAN suponía una “amenaza existencial” para Rusia. Quizá 

    los rusos sean unos paranoicos, pero no son los únicos: la Agencia

     de Inteligencia de Defensa norteamericana considera al ejército 

    ruso (aunque no salga de Rusia) “una amenaza existencial para EEUU

    [10]”.

    EEUU no sólo defiende su hegemonía sino sus intereses 

    económicos, pues casi todas las guerras de EEUU desde 1991 

    han tenido un componente religioso en nombre del dios dinero. 

    Así, uno de los objetivos de EEUU al empujar a Rusia a la guerra 

    era descarrilar el proyecto de gaseoducto Nord Stream 2, que 

    permitía a Rusia proveer de gas a Europa sin pasar por Ucrania y 

    unía más estrechamente los lazos comerciales pacíficos de Eurasia. 

    Recordemos que EEUU ve a Europa con condescendencia, como 

    a un familiar lejano venido a menos, pero también como a un 

    competidor, como a Rusia. Biden primero nos mete en el lío y luego 

    nos vende gas licuado norteamericano, mucho más caro que el ruso 

    ¿y nadie se pregunta nada?

    La fina diplomacia occidental

    Bajo la batuta de EEUU, Occidente se empeña en alargar la 

    guerra con una escalada retórica sin precedentes. El ministro de 

    Economía francés declara la “guerra económica total a Rusia[11]

    , un senador norteamericano y el ministro de Exteriores de 

    Luxemburgo piden el asesinato de Putin[12] y Biden llama al 

    autócrata ruso asesino[13], criminal de guerra[14] y carnicero. 

    Esto contrasta con una entrevista a Trump en 2017. Cuando un 

    periodista le espetó que Putin era un “asesino”, el expresidente no 

    se arredró: “Hay muchos asesinos… ¿Por qué cree usted que 

    nuestro país es tan inocente? Eche una ojeada a lo que hemos 

    hecho…recuerde la guerra de Irak…murió mucha gente, así 

    que, créame, hay muchos asesinos a nuestro alrededor[15]

    Naturalmente, ningún periodista le pregunta a Biden si cree que el 

    príncipe heredero de Arabia Saudí es un “asesino” a pesar de que

     la CIA le acusa abiertamente[16] de haber aprobado el “atroz 

    asesinato”[17] del periodista del Washington Post Jamal Khashoggi, 

    exiliado por denunciar las acciones del dictador saudí y asesinado 

    dentro del consulado saudí en Estambul. Su cuerpo fue aserrado y 

    desmembrado in situ, pero el caso no se toca porque “el riesgo de 

    dañar los intereses norteamericanos es demasiado grande”, 

    según el New York Times[18]. La política exterior no va de defender 

    valores sino intereses, y Ucrania no es una excepción.

    La retórica belicista es incompatible con la desescalada que 

    necesitamos y nos conduce a una nueva Guerra Fría que no 

    enfrentará a la OTAN con un opresivo Pacto de Varsovia, sino a un 

    crepuscular Occidente (15% de la población mundial) con a un 

    Oriente renaciente (el 85% restante), y será Occidente quien 

    quedará paulatinamente aislado del resto del mundo. 

    De la globalización a la autarquía.

    ¿Alguien en Occidente está tomando nota de lo que ocurre? El 

    gobierno de la India, tras anunciar que seguirá comprando petróleo 

    ruso y que quizá lo haga en rublos, cancela la visita de un 

    grupo de parlamentarios británicos que iban a presionarle con 

    Ucrania[19] pero recibe ese mismo día al ministro de Exteriores 

    chino. Turquía y Brasil dicen públicamente que no sancionarán a 

    Rusia, Arabia Saudí anuncia que aceptará yuan en vez de dólares 

    por parte del petróleo que vende a China, y ésta afirma que “todo el 

    mundo sabe” quién provocó la guerra en Ucrania, en referencia 

    directa a EEUU. Países que representan más de la mitad de la 

    población del planeta no apoyan las sanciones a Rusia.

    La manía de las sanciones

    Los gobiernos culparon “al covid” de la recesión del 2020, pero no 

    era verdad: la recesión no la había provocado el virus, sino las 

    absurdas, ilegales, dañinas y estériles medidas tomadas en 

    estampida por los distintos gobiernos. De igual forma, el 

    agravamiento de la inflación y la crisis económica en ciernes no 

    es principalmente responsabilidad de la invasión rusa, sino de las 

    sanciones tomadas sin ton ni son por EEUU y sus obedientes 

    “socios” europeos a pesar de que el historial de sanciones 

    (Cuba, Venezuela o Irán) muestra que son un estrepitoso fracaso

    :los regímenes no caen, los pueblos sufren injustamente y el equilibrio

     mundial se resiente.

    Simpatizo con quienes defienden que la flagrante violación de la 

    legislación internacional mediante el uso de la violencia que ha 

    supuesto la invasión rusa no puede quedar impune, pero las 

    reacciones deben ser proporcionadas, ajustadas a Derecho, eficaces

    y quirúrgicas, y en ningún caso autolesivas. Como veremos, han sido 

    justo lo contrario.

    En primer lugar, la limitación a la importación de materias primas 

    de uno de los principales exportadores del mundo ha agravado el 

    pertinaz problema de inflación preexistente y disparado el coste de 

    los combustibles, la electricidad, los fertilizantes y los alimentos. 

    La inflación es tanto más peligrosa cuanto los bancos centrales no 

    pueden subir los tipos de interés como debieran, encerrados en su 

    propia trampa. No olviden que para los países ricos el aumento 

    del precio del pan es un inconveniente, pero en los países pobres 

    puede suponer la diferencia entre la vida y la muerte, no en 

    balde organismos internacionales han alertado sobre una posible 

    hambruna.

    En segundo lugar, los belicistas del Departamento de Estado que 

    juegan a Napoleón no comprenden que en un mundo globalizado 

    cualquier sanción tiene un efecto bumerán. Jugar a hundir el rublo 

    (algo en lo que por ahora han fracasado, pues la divisa rusa ha 

    recuperado todo lo perdido) es peligroso, como quedó demostrado 

    con LTCM y el default de 1998 de una Rusia entonces mucho más 

    irrelevante y que estuvo a punto de hundir al sistema financiero 

    mundial.

    Por otro lado, la “congelación” de activos decidida por un gobierno 

    sin sentencia judicial y sin que el acusado haya podido 

    defenderse es un claro atentado contra el Estado de Derecho y 

    contra la propiedad privada y crea un peligroso precedente. 

    La congelación de reservas rusas en el extranjero supone la 

    defunción del sistema financiero internacional basado en la confianza 

    y, entre otros efectos perniciosos, vaciará Occidente de reservas 

    de países de Oriente, particularmente de China, y contribuirá a la 

    pérdida del dólar como moneda de reserva, pues Oriente ha 

    tomado nota de que en Occidente ya no se respetan las reglas 

    ni la propiedad privada. Igualmente graves son las sanciones a

     personas físicas que no han sido acusadas de ningún delito, 

    aunque se trate de oligarcas ciertamente siniestros. Que un 

    gobierno pueda impedir arbitrariamente que un ciudadano disponga 

    de sus bienes por pertenecer a una determinada nacionalidad o 

    por sus relaciones de amistad resulta inadmisible. Este abuso de 

    acciones ejecutivas sin amparo judicial supone una muestra más 

    del nuevo totalitarismo que se está imponiendo en Occidente sin que 

    nadie proteste.

    El suicidio de Europa

    Pero la gran perdedora será Europa, que comprenderá demasiado

     tarde que no puede obedecer a EEUU con fidelidad perruna cuando 

    sus intereses divergen. China e India tienen mucha densidad de 

    población y pocos recursos y Rusia tiene poca densidad de 

    población y muchos recursos, por lo que su acuerdo sería muy 

    naturalAsí, en un mundo de recursos escasos que a Europa no le 

    sobran, lo que estamos logrando es arrojar a la principal reserva 

    de recursos naturales de Eurasia, que estaba deseando comerciar 

    con nosotros, en brazos de Oriente. A EEUU le da igual, pero para 

    nosotros es un auténtico suicidio. ¿Tan difícil es comprender que el 

    deber del gobierno alemán era defender los intereses del pueblo 

    alemán, que evidentemente pasaban por obtener gas ruso barato a 

    través del gaseoducto y no adoptar una actitud agresiva con un 

    importante socio comercial con el que no tenía conflicto alguno? 

    El extraño giro de 180 grados por el que Alemania pasó de echar a 

    Rusia de Eurovisión a anunciar que enviaría misiles para matar 

    soldados rusos ha supuesto el suicidio económico de Alemania, 

    su tercera derrota a manos de EEUU y la triste constatación de 

    que, a pesar de las apariencias, sigue siendo un país ocupado. 

    De igual modo, el deber del gobierno de España era defender los 

    intereses de los españoles, pero también ha decidido 

    sacrificarnos para suicidarnos con Alemania y defender los intereses 

    norteamericanos, con Ucrania y con el Sahara.

    La insensata escalada de Occidente puede provocar una crisis 

    económica, financiera y humanitaria de imprevisibles consecuencias. 

    Nos conducen al abismo, una vez más


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