UCRANIA YEL SUICIDIO DE EUROPA
- Purificacion G. de la Blanca <p.delablanca14@gmail.com>Para:CCO:erubielcamacho43@yahoo.com.mxsáb 9 de abr a las 11:51
Ojos para la Paz
Un gran análisis, como todos los de este autorUcrania y el suicidio de Europa
Fernando del Pino Calvo-SoteloAsombroso: el presidente de uno de lospaíses más corruptos del mundo dalecciones a parlamentarios occidentalesy éstos le ovacionan puestos en pie.Incluso para los estándares de mentira actuales, no deja de causar
estupefacción la canonización como campeón de la libertad de quien
manda arrestar al jefe de la oposición democrática de su país[1],
cierra sus medios de comunicación y prohíbe las actividades de once
partidos opositores[2].
No podemos olvidar que el irresponsable gobierno ucraniano pudo
evitar este conflicto y no lo hizo: una semana antes de la brutal
invasión rusa el canciller alemán pidió a Zelensky que declarara la
neutralidad de su país y renunciara a entrar a la OTAN, condiciones
razonables a las que el líder ucraniano (o sea, EEUU) se negó[3].
Dado que tras el conflicto Ucrania tendrá que aceptar ambas,
el sacrificio del pueblo ucraniano habrá sido estéril. Mientras el
presidente ucraniano intenta arrastrarnos a la Tercera Guerra
Mundial y, con sus sobreactuaciones y su cuidada puesta en escena
(barba de tres días y camiseta verde), se dedica full-time a ganar
la batalla de la propagada de la opinión pública occidental
(algo irrelevante para Putin, que ya la tenía perdida de antemano sin
invadir a nadie), los rusos se dedican a lograr la mayor parte de sus
objetivos militares y estratégicos.
Escepticismo
El escepticismo es la castidad del intelecto, decía Santayana,
especialmente ante una guerra en la que quizá no podamos conocer
la verdad, pero sí aplicar la lógica. Por ejemplo, EEUU afirma que
un Putin “arrinconado” puede usar armas químicas o nucleares
(entonces, ¿por qué le arrinconan?). Sin embargo, la lógica nos dicta
que las armas sucias las utiliza el contendiente que va perdiendo
(y Rusia va ganando) y que antes de utilizarlas habría agotado otros
modos de destrucción que no han tenido lugar, como cerrar el
gas a Ucrania, arrasar sus campos de cereales, destruir sus
infraestructuras, dejar a Kiev sin electricidad ni agua corriente o
reducirla a escombros mediante bombardeos de alfombra (por cierto,
un invento anglosajón). De hecho, la prensa norteamericana ha
desvelado hace pocos días que la supuesta amenaza de guerra
química fue sólo una campaña de desinformación del gobierno de
EEUU y que no existía evidencia alguna de inteligencia de que
Rusia fuera a utilizarlas[4]. Según la misma fuente, lo mismo
aplicaría al relato de un Putin supuestamente mal informado por su
entorno.
Un sano escepticismo también nos lleva a no sacar conclusiones
precipitadas ante los horribles hechos de Bucha, que deben ser
investigados hasta el final. No parece lógico que Rusia, que dominaba
la zona y la ha abandonado con toda tranquilidad anunciándolo con
antelación, deje pruebas de una matanza de civiles con todos los
cadáveres ordenados en una calle. Naturalmente que los rusos son
capaces de semejante carnicería. pero también puede ser una
operación de falsa bandera (otra más) de los ucranianos, acusados de
torturar a prisioneros de guerra rusos, o incluso ejecutarlos[7]. Que un
vídeo y unas fotos aportadas por uno de los contendientes basten
para sacar conclusiones indica lo fácil que es manipularnos.
¿Primero sancionamos y luego investigamos? No sabemos cuántos
civiles han muerto, ni quién los ha matado, ni cuándo, ni cómo. La
guerra es un horror siempre, pero no es lo mismo que mueran
civiles como daño colateral en enfrentamientos armados a que sean
ejecutados a sangre fría por soldados rusos. Si la investigación
sigue su curso sabremos quién es el culpable, y si no se investiga,
también.
Asimismo, podríamos aplicar la lógica para averiguar quién
obstruye los corredores humanitarios en las ciudades sitiadas.
¿Cui prodest? ¿Quién se beneficia de ello? Los rusos rodean y
atacan las ciudades porque los combatientes ucranianos se han
refugiado en ellas evitando enfrentamientos en campo abierto y
utilizando de facto a su población como escudo humano.
Entonces, ¿quién está interesado en impedir que los civiles
abandonen el área, los sitiadores, que no pueden bombardear a
discreción, o los sitiados, que se benefician de ello? ¿Quién impide
que los rehenes de un atraco salgan del banco, los atracadores o
la policía que los tiene rodeados? Son los débiles los que cogen
rehenes, y creo significativo que Ucrania acuse a la Cruz Roja
Internacional de “trabajar para el enemigo” por facilitar la
evacuación voluntaria de civiles desde Mariupol (ciudad del Donetsk
de mayoría rusófila) hacia Rusia[8].
Visión global
La guerra sobre suelo ucraniano es un conflicto entre EEUU
(el provocador) y Rusia (el agresor). Un factor que añade
complejidad y suele ser obviado es que Ucrania, enfrascada en un
enfrentamiento civil de intensidad variable e independiente sólo
desde 1991, es una no-nación dentro de un Estado creado de una
forma más o menos artificial. No son inventos de Putin: el
poco sospechoso Premio Nobel Alexander Solzhenitsyn, férreo
anticomunista superviviente del Gulag soviético, denunciaba en 1994 “
las falsas fronteras leninistas de Ucrania, con Crimea como dote
ofrecida por el déspota Kruschev[9]”.
La causa próxima de la guerra ha sido la innecesaria expansión de
la OTAN hacia el Este a pesar de las constantes advertencias de
Rusia y de expertos occidentales de que una Ucrania perteneciente
a la OTAN suponía una “amenaza existencial” para Rusia. Quizá
los rusos sean unos paranoicos, pero no son los únicos: la Agencia
de Inteligencia de Defensa norteamericana considera al ejército
ruso (aunque no salga de Rusia) “una amenaza existencial para EEUU
[10]”.
EEUU no sólo defiende su hegemonía sino sus intereses
económicos, pues casi todas las guerras de EEUU desde 1991
han tenido un componente religioso en nombre del dios dinero.
Así, uno de los objetivos de EEUU al empujar a Rusia a la guerra
era descarrilar el proyecto de gaseoducto Nord Stream 2, que
permitía a Rusia proveer de gas a Europa sin pasar por Ucrania y
unía más estrechamente los lazos comerciales pacíficos de Eurasia.
Recordemos que EEUU ve a Europa con condescendencia, como
a un familiar lejano venido a menos, pero también como a un
competidor, como a Rusia. Biden primero nos mete en el lío y luego
nos vende gas licuado norteamericano, mucho más caro que el ruso
¿y nadie se pregunta nada?
La fina diplomacia occidental
Bajo la batuta de EEUU, Occidente se empeña en alargar la
guerra con una escalada retórica sin precedentes. El ministro de
Economía francés declara la “guerra económica total a Rusia[11]”
, un senador norteamericano y el ministro de Exteriores de
Luxemburgo piden el asesinato de Putin[12] y Biden llama al
autócrata ruso asesino[13], criminal de guerra[14] y carnicero.
Esto contrasta con una entrevista a Trump en 2017. Cuando un
periodista le espetó que Putin era un “asesino”, el expresidente no
se arredró: “Hay muchos asesinos… ¿Por qué cree usted que
nuestro país es tan inocente? Eche una ojeada a lo que hemos
hecho…recuerde la guerra de Irak…murió mucha gente, así
que, créame, hay muchos asesinos a nuestro alrededor[15]”.
Naturalmente, ningún periodista le pregunta a Biden si cree que el
príncipe heredero de Arabia Saudí es un “asesino” a pesar de que
la CIA le acusa abiertamente[16] de haber aprobado el “atroz
asesinato”[17] del periodista del Washington Post Jamal Khashoggi,
exiliado por denunciar las acciones del dictador saudí y asesinado
dentro del consulado saudí en Estambul. Su cuerpo fue aserrado y
desmembrado in situ, pero el caso no se toca porque “el riesgo de
dañar los intereses norteamericanos es demasiado grande”,
según el New York Times[18]. La política exterior no va de defender
valores sino intereses, y Ucrania no es una excepción.
La retórica belicista es incompatible con la desescalada que
necesitamos y nos conduce a una nueva Guerra Fría que no
enfrentará a la OTAN con un opresivo Pacto de Varsovia, sino a un
crepuscular Occidente (15% de la población mundial) con a un
Oriente renaciente (el 85% restante), y será Occidente quien
quedará paulatinamente aislado del resto del mundo.
De la globalización a la autarquía.
¿Alguien en Occidente está tomando nota de lo que ocurre? El
gobierno de la India, tras anunciar que seguirá comprando petróleo
ruso y que quizá lo haga en rublos, cancela la visita de un
grupo de parlamentarios británicos que iban a presionarle con
Ucrania[19] pero recibe ese mismo día al ministro de Exteriores
chino. Turquía y Brasil dicen públicamente que no sancionarán a
Rusia, Arabia Saudí anuncia que aceptará yuan en vez de dólares
por parte del petróleo que vende a China, y ésta afirma que “todo el
mundo sabe” quién provocó la guerra en Ucrania, en referencia
directa a EEUU. Países que representan más de la mitad de la
población del planeta no apoyan las sanciones a Rusia.
La manía de las sanciones
Los gobiernos culparon “al covid” de la recesión del 2020, pero no
era verdad: la recesión no la había provocado el virus, sino las
absurdas, ilegales, dañinas y estériles medidas tomadas en
estampida por los distintos gobiernos. De igual forma, el
agravamiento de la inflación y la crisis económica en ciernes no
es principalmente responsabilidad de la invasión rusa, sino de las
sanciones tomadas sin ton ni son por EEUU y sus obedientes
“socios” europeos a pesar de que el historial de sanciones
(Cuba, Venezuela o Irán) muestra que son un estrepitoso fracaso
:los regímenes no caen, los pueblos sufren injustamente y el equilibrio
mundial se resiente.
Simpatizo con quienes defienden que la flagrante violación de la
legislación internacional mediante el uso de la violencia que ha
supuesto la invasión rusa no puede quedar impune, pero las
reacciones deben ser proporcionadas, ajustadas a Derecho, eficaces
y quirúrgicas, y en ningún caso autolesivas. Como veremos, han sido
justo lo contrario.
En primer lugar, la limitación a la importación de materias primas
de uno de los principales exportadores del mundo ha agravado el
pertinaz problema de inflación preexistente y disparado el coste de
los combustibles, la electricidad, los fertilizantes y los alimentos.
La inflación es tanto más peligrosa cuanto los bancos centrales no
pueden subir los tipos de interés como debieran, encerrados en su
propia trampa. No olviden que para los países ricos el aumento
del precio del pan es un inconveniente, pero en los países pobres
puede suponer la diferencia entre la vida y la muerte, no en
balde organismos internacionales han alertado sobre una posible
hambruna.
En segundo lugar, los belicistas del Departamento de Estado que
juegan a Napoleón no comprenden que en un mundo globalizado
cualquier sanción tiene un efecto bumerán. Jugar a hundir el rublo
(algo en lo que por ahora han fracasado, pues la divisa rusa ha
recuperado todo lo perdido) es peligroso, como quedó demostrado
con LTCM y el default de 1998 de una Rusia entonces mucho más
irrelevante y que estuvo a punto de hundir al sistema financiero
mundial.
Por otro lado, la “congelación” de activos decidida por un gobierno
sin sentencia judicial y sin que el acusado haya podido
defenderse es un claro atentado contra el Estado de Derecho y
contra la propiedad privada y crea un peligroso precedente.
La congelación de reservas rusas en el extranjero supone la
defunción del sistema financiero internacional basado en la confianza
y, entre otros efectos perniciosos, vaciará Occidente de reservas
de países de Oriente, particularmente de China, y contribuirá a la
pérdida del dólar como moneda de reserva, pues Oriente ha
tomado nota de que en Occidente ya no se respetan las reglas
ni la propiedad privada. Igualmente graves son las sanciones a
personas físicas que no han sido acusadas de ningún delito,
aunque se trate de oligarcas ciertamente siniestros. Que un
gobierno pueda impedir arbitrariamente que un ciudadano disponga
de sus bienes por pertenecer a una determinada nacionalidad o
por sus relaciones de amistad resulta inadmisible. Este abuso de
acciones ejecutivas sin amparo judicial supone una muestra más
del nuevo totalitarismo que se está imponiendo en Occidente sin que
nadie proteste.
El suicidio de Europa
Pero la gran perdedora será Europa, que comprenderá demasiado
tarde que no puede obedecer a EEUU con fidelidad perruna cuando
sus intereses divergen. China e India tienen mucha densidad de
población y pocos recursos y Rusia tiene poca densidad de
población y muchos recursos, por lo que su acuerdo sería muy
natural. Así, en un mundo de recursos escasos que a Europa no le
sobran, lo que estamos logrando es arrojar a la principal reserva
de recursos naturales de Eurasia, que estaba deseando comerciar
con nosotros, en brazos de Oriente. A EEUU le da igual, pero para
nosotros es un auténtico suicidio. ¿Tan difícil es comprender que el
deber del gobierno alemán era defender los intereses del pueblo
alemán, que evidentemente pasaban por obtener gas ruso barato a
través del gaseoducto y no adoptar una actitud agresiva con un
importante socio comercial con el que no tenía conflicto alguno?
El extraño giro de 180 grados por el que Alemania pasó de echar a
Rusia de Eurovisión a anunciar que enviaría misiles para matar
soldados rusos ha supuesto el suicidio económico de Alemania,
su tercera derrota a manos de EEUU y la triste constatación de
que, a pesar de las apariencias, sigue siendo un país ocupado.
De igual modo, el deber del gobierno de España era defender los
intereses de los españoles, pero también ha decidido
sacrificarnos para suicidarnos con Alemania y defender los intereses
norteamericanos, con Ucrania y con el Sahara.
La insensata escalada de Occidente puede provocar una crisis
económica, financiera y humanitaria de imprevisibles consecuencias.
Nos conducen al abismo, una vez más
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