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jueves, 14 de julio de 2011

Contra los políticos católicos hipócritas

Contra los políticos católicos hipócritas
El Sínodo de los Obispos denuncia a los parlamentarios que dicen en privado lo contrario de lo que hacen en público

El papa Benedicto XVI, durante su intervención del jueves ante el sínodo. (AP)¡Ay de los políticos hipócritas! Ésta es, por ahora, la advertencia más sonada del Sínodo de los Obispos, reunido todo este mes en Roma con la presencia de 252 jerarcas de 118 países. El papa Benedicto XVI dijo, en el discurso de inauguración, el domingo pasado, que "Dios está proscrito de la vida pública", y el sínodo se ha puesto manos a la obra para remediar la situación. "La tolerancia que admite a Dios como opinión privada, pero lo niega públicamente, no es tolerancia sino hipocresía", advirtió el Papa. Al día siguiente, su sustituto como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (la antigua Inquisición), el arzobispo estadounidense Willian Joseph Levada, lanzó el reto: "Es pecado votar a políticos que no combatan el aborto o ignoran doctrinas morales fundamentales", según Roma.

Algunas veces, los discursos episcopales en el aula conciliar alcanzan el dramatismo de los quince ayes del Evangelio de san Mateo ("¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis el reino de los cielos a los hombres!", por ejemplo). El panorama dibujado por el Papa lo justifica: "Jabalíes devastando la viña del Señor", "vinagre en lugar de buen vino", "un mundo con derramamiento de sangre y opresión, con injusticias e hipocresía".

Los obispos creen llegado el momento de plasmar en un documento público, a ser posible subrayado por el "carisma petrino" del nuevo Papa, la idea de que los responsables no pueden irse de vacío. Señalan, sobre todo, a aquellos políticos y legisladores católicos que disfrutan en privado de las complacencias eclesiales, pero ignoran en público la doctrina oficial de la iglesia a la que dicen pertenecer.

Perdida la esperanza de que estos políticos vuelvan a la disciplina, Roma recurre a una tuerca electoral, la que más duele, y apela a la conciencia de los fieles, los protagonistas del discurso del arzobispo Levada. "Es pecado votar" a esos políticos hipócritas. El nuevo policía de la fe vaticano quiere que esta idea fuerza, común ya en el catolicismo estadounidense, donde la jerarquía en las últimas elecciones presidenciales apostó por George W. Bush, protestante y belicista, pero antiabortista, frente al moderado candidato demócrata, el católico John Kerry, "sea debatida en profundidad" por el sínodo para ver de "extenderla", dijo, a toda la Iglesia católica.

Pero la execración a los políticos católicos hipócritas va más allá del voto. Roma quiere, además, arrojarles a las tinieblas exteriores de la comunión eclesial. Éstas son las palabras del patriarca de Venecia, cardenal Angelo Scola: "Algunos reciben la Comunión aún negando las enseñanzas de la Iglesia o sosteniendo públicamente opciones inmorales, como el aborto, sin pensar que están cometiendo un acto grave de deshonestidad personal y causando gran escándalo".

El cardenal Scola, designado por el Papa relator general de este mini concilio, añadió, ahora con el dedo en la conciencia de los fieles: "Existen católicos que no comprenden por qué es pecado sostener políticamente un candidato abiertamente favorable al aborto, entre otros actos graves contra la vida, la justicia y la paz. De esta actitud resulta evidente, entre otros aspectos, que está en crisis el sentido de la pertenencia a la Iglesia y que no es clara la distinción entre pecado venial y mortal".

Menos diplomático, el cardenal colombiano Alfonso López Trujillo, presidente del Pontificio Consejo para la Familia y uno de los prelados que maquinaron la elección papal de Joseph Ratzinger, dijo que "los políticos y legisladores deben saber que proponiendo o defendiendo leyes inicuas, como las que destruyen la familia (en referencia expresa a la legalización en España del matrimonio entre homosexuales), o como el divorcio y el aborto, tienen una grave responsabilidad y deben poner remedio al mal hecho si quieren volver a acceder a la comunión con el Señor".

"No puede ser un problema privado aceptar leyes que ponen en peligro el futuro de la sociedad. El hombre no se puede separar de Dios, ni la política de la moral. Es contrario al derecho divino, al mandato de Dios, y una negación de la ley natural", sentenció López Trujillo.

Esta idea de la inmoralidad en la práctica católica la subrayó, sobre todo el cardenal Scola en el documento base del sínodo, conocido como Instrumentum laboris. "En muchas respuestas (de obispos) se observa que ciertos católicos no se distinguen mucho de otras personas en cuanto, también ellos, ceden a la tentación de la corrupción en sus diversas expresiones y niveles".

En el aula sinodal se ha reiterado esa idea, paralela a esta otra queja, también recurrente: la legión de quienes acuden a comulgar sin haberse confesado, una prueba, dicen los obispos, de que se está perdiendo entre los fieles católicos el concepto de pecado y la penitencia. Conclusión: pedir que el Papa convoque, más pronto que tarde, un nuevo sínodo para relacionar la eucaristía (tema de este sínodo) con reconciliación y penitencia.

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