¿Es Rosario Robles una traidora?
Javier Rosiles Salas / www.sinembargo.mx
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Gilberto Ensástiga, quien formó parte de la Unyr, la corriente que lideró Robles dentro del PRD, accede a hablar sobre la actual secretaria de Desarrollo Social.
–Sin duda es un personaje de la izquierda mexicana, con una experiencia muy importante sobre el país, sobre la ciudad y, bueno, polémica, si así lo quieres entender, pero al final es una compañera con una historia importante.
¿Qué opinas de su transformación, de su paso de la izquierda, del PRD particularmente, a ser parte de un gabinete priísta? ¿Es Rosario una traidora?
–No. Creo que es una decisión que ella ha tomado y hay que respetarla. No tendría una opinión negativa porque corresponde a una decisión personal.
¿Por qué Rosario Robles en Sedesol?
–No lo sé, pero algunos dicen que es para cooptar, atrapar o acercar a sectores progresistas.
No lo sé, puede ser, o igual al gobierno federal le interesa tener una política social incluyente que enfrente los problemas de este país. Hay que esperar.
Una secretaria experimentada
Francisco Reveles Vázquez, profesor investigador de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPS) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), considera que Robles no representa a la izquierda, no es feminista ni tampoco está interesada en combatir la pobreza y la desigualdad social. “Rosario Robles fue contratada por Peña Nieto por ser una empleada experimentada y eficiente en el tráfico de influencias, en el manejo clientelar de los recursos públicos y en la demagogia de izquierda y feminista.
Su agudo pragmatismo se nota en haber aceptado colaborar en un gobierno como el de Peña Nieto, no sólo por ser priísta y lo que representa el priísmo en nuestra historia, sino por lo que está por venir: los recursos que manejará la Sedesol provendrán de la apertura de Pemex a la iniciativa privada o bien de un incremento al IVA o su generalización. ¿Qué dirá Robles al respecto? ¿Justificará estas medidas con argumentaciones neoliberales o con realismo político?”, se pregunta el académico.
Para Juan Reyes del Campillo, profesor investigador de la Universidad Autónoma Metropolita Xochimilco, Robles representa “el transfuguismo: Alguien que está en la izquierda, que se le acaban sus expectativas en la izquierda, y no le queda más que mirar hacia otra fuerza política porque sus puertas se cerraron en la izquierda”, expone. “Diría que sus ambiciones políticas la llevaron a cometer algunos errores políticos y que no le quedó más que acercarse a otro tipo de políticos bastante vinculados con el régimen priísta, pero que de alguna manera se identifican por ciertas cuestiones.
En el caso de Rosario ella siempre se ha dedicado o ha pensado en la parte social de la política y en este caso se acercó a Peña Nieto a partir de una consultoría, que finalmente le ha redituado estar ahí”, añade. Por su parte, Héctor Zamitiz, catedrático de la FCPS de la UNAM, recuerda que Robles tiene su origen en la izquierda, “y la izquierda en México ha definido programas con cierta relevancia de política social que han marcado la pauta a gobiernos de centro y derecha para definir la atención y la asignación de recursos a poblaciones determinadas por su vulnerabilidad social”, apunta. “Sin embargo, Robles contribuyó a que el PRD recibiera mediante los videoescándalos de marzo de 2004 una de las mayores críticas de su historia y su imagen se viera deteriorada en el sentido de ser un partido cuyos dirigentes no sólo tenían acuerdos subrepticios con el gobierno o con otros personajes de la política nacional, sino que existían redes de corrupción.
“Con los videoescándalos se trató no sólo de exhibir al PRD como un partido corrupto, me parece que el objetivo fue que como proyecto político sucumbiera”, asevera. Zamitiz considera que Robles tiene como tarea redefinir la política social y hacerla eficaz, así como pasar del asistencialismo a la promoción de la participación social. “Lo interesante será ver qué orientación y uso se le dará a los programas en periodos electorales”, advierte. “Por ahora la Sedesol tiene al frente a una mujer protagónica, con experiencia, con capacidad de diálogo y sensible a las demandas naturales de grupos diversos, urbanos y rurales, de nuestro país.
Me parece que hay que esperar a ver el Plan Nacional de Desarrollo para ver más claramente las propuestas que refuncionalicen el trabajo del sector”, concluye.
Aunque declina hablar específicamente de Robles, la economista especialista en temas de género Carmen Ponce Meléndez comparte su visión sobre la política social: “Si en verdad se quiere efectividad, la política social y su secretaria deben formar parte del gabinete económico, no es posible que esta política se siga dictando a espaldas o, lo que es peor, a contrapelo de la política económica. Un ejemplo: la cruzada contra el hambre; ésta debe conllevar un cambio en la política salarial, atención a la producción de alimentos y políticas de empleo, además de las transferencias que para estos efectos realice Sedesol”, asegura.
El lado feminista de la política
La noche del 31 de enero de 2002 Robles y varias feministas (Marta Lamas, María Consuelo Mejía, Ofelia Medina y Jesusa Rodríguez) festejaban que la Suprema Corte había ampliado las causales legales del aborto en el Distrito Federal. Robles había sido la promotora; aprobados los cambios al final de su gestión como jefa de Gobierno, de hecho se conoció como la “ley Robles”. Si en su currículo presumía ser parte de la organización feminista Grupo de la A a la Z y de la Unión Nacional de Mujeres, en esos días se convirtió en un referente de la lucha por la igualdad de las mujeres, en una mujer con tal reconocimiento que el 6 de octubre de 2003 fue capaz de reunir, en una casa prestada por Ahumada, a Elba Esther Gordillo, Marta Lamas, Patricia Mercado, Malú Micher, Beatriz Paredes, Marta Sahagún, Olga Sánchez Cordero, Margarita Zavala, entre otras mujeres pertenecientes a diversas fuerzas políticas, con objeto de unir fuerzas e impulsar juntas reivindicaciones de género.
Años atrás, al despedirse ante mujeres como jefa de Gobierno, ya había anticipado la necesidad de explorar el “lado feminista” de la política. “Ese ángulo que ya no privilegia la represión sino la negociación, que no confunde la mano dura con la mano firme, que busca ante todo el consenso y no la imposición de decisión”, explicó aquel 25 de noviembre de 2000.
Sin embargo, Robles no es una feminista, sino una política, explica Hilda Venegas Negrete, abogada penalista y perito criminalista. “Considero a la señora Robles más que feminista una mujer ciento por ciento política. No basta ser mujer ni traer las faldas bien puestas para nombrarse así, el feminismo es un movimiento que no para, que lucha y se defiende en muchos espacios.
Hay muchas mujeres de la política que quieren ganarse simpatía entre las mujeres, buscan afinidad; detallando, sin embargo, lo que nos diferencia, lo vimos con la pasada campaña de Josefina Vázquez Mota, por ejemplo, es que las políticas quieren, como los políticos, plataformas y utilizan a grupos, situaciones o movimientos para sus fines que no son más que mantenerse en el poder y en el reflector político: no pueden llamarse feministas si no existe una lucha de siempre que pueda sostenerlas.
Nunca vimos una Robles codo a codo con las mujeres abusadas de Atenco ni con las abusadas por militares, no vemos posicionamientos o declaraciones cuando hemos denunciado los feminicidios del estado de México o de Oaxaca. No basta con promover determinadas leyes o tener una ONG a favor del género para decirte feminista”, sostiene.
¿Es Robles alguien que puede enarbolar las causas de la lucha feminista o ésta ha perdido ya a un personaje como ella que podía hacerlo?
–Para las feministas de a pie, por así llamarnos, lo que digan las y los políticos es tomado con reserva porque sabemos que no todo lo que brilla es oro, y seguramente mucho de lo que prometen no lo cumplirán. No pierdes lo que no tienes y Robles ni nos enarbola ni nos representa, en cambio creo que sí traicionó su “convicción” de izquierda porque es internacionalmente entendido lo que representa el PRI para México. Por casualidad vi una entrevista cuando recién la habían nombrado parte del grupo de transición, su cara no escondía la felicidad que sentía al decir “estoy con el partido ganador”, lo que nos indica que Robles no es más que una política oportunista.
Aquella líder radical de izquierda
María del Rosario Robles Berlanga, nacida en la ciudad de México el 17 de febrero de 1956, estudió en el Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH), en el plantel Naucalpan, durante los primeros años de los 70. Ingresó a la Facultad de Economía de la UNAM cuyas aulas marcarían su vida. En ellas conoció a Julio Moguel, un profesor universitario con quien tendrá, en 1984, a su hija Mariana, y se consolidará, además, como una combativa luchadora de izquierda radical.
Entre risas, Telésforo Nava, un militante de izquierda por muchos años y actualmente profesor investigador de la UAM Iztapalapa, recuerda cómo en una ocasión Robles y sus compañeros lograron sabotear un evento inundando el auditorio en el que se realizaría. “Siempre fue una persona muy activa dentro de la izquierda”, añade.
Es en la facultad en donde Robles se integró a la Organización de Izquierda Revolucionaria-Línea de Masas (OIR-LM), una corriente de extrema izquierda de tendencia maoísta.
Muchas veces tuvo entre sus manos aquel pequeño libro titulado Cuatro tesis filosóficas de Mao Tse-Tung. “Es preciso educar a nuestros camaradas en la teoría materialista dialéctica del conocimiento para que orienten correctamente sus pensamientos, sepan investigar y estudiar bien, realicen el balance de sus experiencias, superen las dificultades, cometan menos errores, trabajen bien y luchen esforzadamente para convertir a China en una gran potencia socialista y ayudar a las grandes masas de los pueblos oprimidos y explotados del mundo”, se lee en su último párrafo. Robles se convirtió en profesora adjunta en 1976, a los 20 años.
No dejó de ser docente universitaria hasta 1997, cuando Cuauhtémoc Cárdenas la nombró secretaria de Gobierno del Distrito Federal. Se graduó como licenciada en economía en 1980 con la tesis El movimiento campesino en México: una década de lucha (1970-1979), una investigación de 290 páginas que dedicó “A mis padres, Francisco y Rosario” y “A Julio, mi compañero”.
En su tesis dejó ver su marcado antipriísmo. En la página 15, dentro del primer capítulo titulado “El marxismo frente a la cuestión campesina”, escribió: “Desde nuestro punto de vista, la solución de raíz a la condición de explotación a la que están sometidos los campesinos pobres sólo puede ser resuelta, al igual que la de los obreros, a través de la Revolución Socialista, de la instauración de la Dictadura Proletaria”. Veinticinco páginas después anota: “Es una tarea impostergable para las organizaciones revolucionarias mexicanas desarrollar acciones que tiendan a consolidar la alianza obrero-campesina y avanzar así en el camino de la Revolución”.
Además de la docencia, Robles se interesó por la lucha sindical. De 1985 a 1993 fue miembro del comité ejecutivo del Sindicato de Trabajadores de la UNAM (STUNAM). En dos ocasiones, en 1988 y en 1990, fue parte del grupo de 17 dirigentes sindicales que revisaron, junto con autoridades universitarias, los contratos colectivos en la UNAM. En 1995 obtuvo el grado de maestra en desarrollo rural por la UAM Xochimilco con la tesis Voces de mujeres: la experiencia de las campesinas e indígenas del Valle del Mezquital.
Del maoísmo al cardenismo
La reforma político-electoral de 1977 –que buscaba facilitar la existencia de partidos políticos después de que a la elección de 1976 no se presentara más que el candidato del PRI, José López Portillo– provoca un debate dentro de la izquierda: se radicalizaba o aceptaba la oferta de poder contender por la vía legal.
Como explica el profesor Nava, en aquellos años una posición muy propia de la izquierda era negarse a participar en los procesos electorales, cuyo resultado se sabía de antemano. Robles se muestra en un principio reticente, pero termina por aceptar que la participación electoral podría rendir frutos. La OIR-LM, que lideraba Robles junto con Armando Quintero y Saúl Escobar, empieza a buscar alianzas, como con el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), que obtuvo su registro en 1982 y en el que militaban personajes como Adolfo Gilly, Ricardo Pascoe y el propio Nava. Sin embargo, es hasta 1987, cuando Cárdenas y su grupo salen del PRI, que las discusiones se intensifican.
Robles participa en muchas reuniones, en casas de compañeros, en la Facultad de Economía o en la de Filosofía, en Ciudad Universitaria. Producto de ellas se forma, en marzo de 1988, el Movimiento al Socialismo (MAS), que apoyará finalmente la candidatura de Cárdenas.
¿Qué se decía del PRI en esas reuniones? se le pregunta a Nava.
–Lo que opinábamos toda la izquierda. En eso no hay mayor diferencia. Veíamos el mal tan terrible que había significado y que significaba el PRI para la sociedad mexicana; en eso teníamos total coincidencia: en que era un partido de Estado que mantenía un régimen autoritario, antidemocrático, verticalista, con muy exiguas libertades democráticas, en que una forma de democratizar a la sociedad mexicana era echando del poder al PRI, y en ese tenor veíamos como posibilidad el triunfo de Cárdenas. Y ahí mostraba Rosario su plena creencia en esa orientación. Trabajó con ahínco y con todo para el triunfo de Cárdenas; que no se logró por diferentes motivos, es otra cosa, pero ella trabajó a más no poder para derrotar al PRI.
Adiós a los lentes
Perdida la elección y convertido Salinas en presidente, Cárdenas convoca a la formación de un nuevo partido, el PRD, al que Robles se integra de lleno. “En el trabajo de la construcción del partido hay que reconocer que Rosario Robles jugó un gran papel; es una muy buena organizadora Rosario, es buena para la organización política, para la construcción partidaria”, comenta Nava.
Robles se fue ganando el aprecio del ingeniero Cárdenas, al grado de que, para sorpresa de muchos, en 1997 la nombra secretaria de Gobierno y la elige, dos años después, para sustituirlo como jefe de Gobierno del Distrito Federal cuando busca nuevamente competir por la Presidencia del país. Son los años en los que Robles deja los enormes anteojos, sus anticuadas mascadas y la desaliñada imagen que la caracterizaban y se hace “muy chic”: empieza a vestirse mejor, a usar vestidos y bolsos de marca y a hacerse de joyas.
Su gusto por viajar en helicóptero se hace cada vez más evidente. Con el apoyo del líder moral del partido, Robles se convierte en presidenta nacional del PRD en 2002. De acuerdo con alguien que vivió de cerca ese proceso, cambió las reglas “y les puso precio a las candidaturas”, además de que puso de moda las encuestas. “Ocasionó que quien quisiera ganar una candidatura tuviera que gastar mucho para promocionar su imagen, pues de otra manera no podría ganar la encuesta. Si no había dinero tenía que pedir. Ella mandaba a sus allegados a pedir dinero a ciertas personas, como a Ahumada”, afirma.
Esa misma fuente expone que, interesada más en la promoción de su imagen que en la conducción del partido y debido a la impericia de sus más cercanos colaboradores, Ramón Sosamontes y Carlos Imaz, Robles propició un vacío político que le permitió crecer a Nueva Izquierda –encabezada por Jesús Ortega, compadre del exgobernador de Oaxaca, José Murat–, la corriente que actualmente domina el partido y que ha manifestado su disposición a pactar con el gobierno de Peña Nieto.
Robles se mantiene poco más de un año en el cargo, presionada a renunciar ante el incumplimiento de su promesa: que en la elección intermedia de 2003 el PRD alcanzaría el 20 por ciento de la votación. Fijado ese objetivo y buscando promover su imagen personal, Robles le deja una deuda al partido de al menos 409 millones de pesos; entre los acreedores destacan medios de comunicación como Televisa y Televisión Azteca, a las que queda a deberles 29 y 15 millones de pesos, respectivamente.
La alianza con Salinas
Atrás quedaron aquellos momentos en los que Robles, junto con Salvador Martínez, El Pino, e Irma Serrano, La Tigresa, gritaba con todas sus fuerzas: “Salinas, mientes” y lo responsabilizaba de la muerte de perredistas, mientras el presidente rendía su VI Informe de Gobierno ante el pleno del Congreso de la Unión el 1 de septiembre de 1994. Nueve años después, y a menos de un mes de haber renunciado como presidenta del PRD –lo hizo el 9 de agosto de 2003– Robles busca ser salvada por Salinas agobiada por la enorme deuda que le había dejado al partido. El 8 de septiembre se reunió con él, gracias a Ahumada, en Londres, Inglaterra.
Durante la cena, “se abordó el tema de la deuda. Salinas dijo que apoyaría en todo lo que pudiera para conseguir los recursos para pagarla; que hablaría con Roberto Andrade y Arturo Montiel, en ese entonces gobernadores de Tabasco y el estado de México respectivamente, y con Enrique Peña Nieto, quien en aquel entonces era prácticamente un desconocido a nivel nacional”, da cuenta Ahumada en Derecho de réplica. En reuniones posteriores, Salinas parece alentar la mayor obsesión de Robles: “En la madrugada, antes de despedirnos, surgió una de las escenas más impactantes que he visto en mi vida. Salinas le mostró su biblioteca a Rosario. Había condecoraciones y fotografías, entre otros recuerdos.
Cuando llegamos a la vitrina donde conserva sus bandas presidenciales, Rosario le comentó que debía ser un gran honor y un orgullo portar la banda presidencial. Salinas inmediatamente tomó una escalerita para subir a abrir la vitrina y sacó una de las bandas presidenciales. Yo creía que nos la quería mostrar, y en efecto así lo hizo, pero no fue sólo eso, sino que la tomó y se la puso a Rosario cruzándole el pecho y le dijo: Te luce muy bien”, escribe Ahumada en su libro. Ese impulso no parece haberse aminorado hasta la fecha.
De acuerdo con una de las fuentes consultadas, Robles “fue una recomendación directa, Carlos le pidió directamente a Enrique que la pusiera en el gabinete”. En el gabinete sólo fueron incluidas tres mujeres: además de Robles, Mercedes Juan López en la Secretaría de Salud y Claudia Ruiz Massieu, sobrina de Salinas, en la Secretaría de Turismo. Otra fuente señala que uno de los objetivos de Robles es convertirse en candidata presidencial de Concertación Mexicana, un nuevo partido político formado por Manuel Espino, René Arce, Víctor Hugo Círigo, Jorge Carlos Díaz Cuervo, Patricia Olamendi, Teresa Vale, entre otros, quienes apoyaron la candidatura de Peña Nieto.
Entre la trova y el poder
Además de su olfato político, el gusto por la trova es una característica esencial de Robles, de acuerdo con quienes han convivido con ella. Una de las primeras cosas que hizo como jefa de Gobierno fue buscar a Silvio Rodríguez para que diera un concierto y se pudieran escuchar en el Zócalo “Ojalá” (Ojalá que el deseo se vaya tras de ti a tu viejo gobierno de difuntos y flores), “Coincidir” (Soy vecino de este mundo por un rato y hoy coincide que también tú estas aquí) y, por qué no, la “Balada de las ratas” (Y en nombre de mayor pureza salen las ratas disfrazadas que con paciencia y con destreza quieren trocar el agua en baba).
A Robles le gusta rodearse de ciertos artistas para dar una imagen de que sabe apreciar la cultura. Amiga de Eugenia León, disfruta de “La Tirana” (Cada cual en este mundo, cuenta el cuento a su manera, y lo hace ver de otro modo en la mente de cualquiera) y “Envidia” (Envidia, tengo envidia de los valles, de los bosques y los ríos, de los pueblos y de las calles que has cruzado tú sin mí).
Presume saberse letras cantadas por Mercedes Sosa, quien interpreta “Todo cambia” (Cambia lo superficial, cambia también lo profundo), o por Manu Chao, quien canta temas como “Caí en la trampa” (Caí en la trampa de ser tu amigo, caí en la trampa de en ti confiar desde que un día tú decidiste dejar lo nuestro en lo vulgar) o “Politik kills” (La política mata… la política necesita votos, la política necesita tu mente, la política necesita seres humanos, la política necesita mentiras).
En vísperas de su salida como jefa de Gobierno, el 3 de diciembre de 2000, Luis Eduardo Aute le canta a Robles en el Zócalo. No sólo le dedica “Las cuatro y diez”. Robles está conmovida y presta a salir en las pantallas gigantes. Aute le dice Rosario Robles: “Este Distrito Federal se quedará melancólico sin el latido político de Rosario; esperemos que sólo sea un hasta luego”.
En medio de tanto afecto, de plano el presentador suelta: “Rosario es la más bella, por dentro y por fuera, si se lanza para presidenta me cae que la voto”.
¿Por qué pasar de luchar contra el PRI a ser parte de un gobierno del PRI, se le cuestiona al profesor Nava respecto del caso de Robles.
–Quizá le sucedió lo que le sucede a muchos políticos, por no decir que a todos, incluso los que vienen de la izquierda: que pues las mieles del poder como que es muy difícil abandonarlas, es muy difícil hacerlas a un lado; creo que si en algún momento están fuera de esas mieles del poder, pues las extrañan demasiado y están buscando la forma de volver…
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