La francmasonería o masonería es una institución de
carácter iniciático,
filantrópico, filosófico
y progresista, fundada en el sentimiento de fraternidad,
igualdad y libertad. Tiene como objetivo la búsqueda de la verdad y fomenta el
desarrollo intelectual y moral del ser humano, además del progreso social. Los
masones, tanto hombres como mujeres, se organizan en estructuras de base
denominadas logias, que a su vez pueden estar agrupadas en una organización de
ámbito superior normalmente denominada "Gran Logia", "Gran Oriente" o "Gran
Priorato".
Es filosófica
porque orienta al hombre hacia la investigación racional de las
leyes de la naturaleza, invita al esfuerzo del pensamiento que va desde la
simbólica representación geométrica hacia la abstracción metafísica.
Es filantrópica
porque practica el altruismo, desea el
bienestar de todos los seres humanos y no está inspirada en la búsqueda de
lucros personales de ninguna clase. Sus esfuerzos y recursos están dedicados al
progreso y felicidad de la especie humana, sin distinción de nacionalidad, raza,
sexo ni religión, para lo cual tiende a la elevación de los espíritus y a la
tranquilidad de las conciencias.
Es progresista
Es progresista porque enseña y practica la solidaridad humana y
la absoluta libertad de pensamiento. La Masonería tiene por objeto la búsqueda
de la verdad desechando el fanatismo abordando sin prejuicios todos los nuevos
aportes de la invención humana, estudia la moral universal y cultiva las
ciencias y las artes y no pone obstáculo alguno en la investigación de la
verdad. (Fuente Consultada: Logia José
Artigas)
Los Masones: constructores de Piedras: Este movimiento es considerado como la orden fraternal más grande
que alcanzó niveles mundiales.
En un
primer momento, las cofradías masónicas se limitaban a los trabajadores, quienes
compartían sus secretos, mediciones, técnicas, etc. No obstante, en el contexto
de la Reforma Protestante, sobre todo en Inglaterra, estas fraternidades
comenzaron a aceptar hombres provenientes de sectores altos de la sociedad. De
esta manera, las cofradías se convirtieron en sociedades dedicadas a ideas
universales, como la fraternidad, la igualdad y la paz.
La
construcción de una iglesia, un palacio o un edificio público podía durar varias
décadas, tiempo que permitía a los albañiles establecer sólidos vínculos de
amistad con sus compañeros. Cada gremio local obligaba a sus miembros a aceptar
la autoridad de un gran maestro situado en el vértice superior de una sólida
escala jerárquica.
La cofradía
acogía tanto a los canteros, que convertían la piedra bruta en sillares como a
los artistas que tallaban las esculturas y a los arquitectos que proyectaban la
obra. El aspirante a ingresar en el gremio debía demostrar que su vida discurría
de acuerdo con la virtud y las buenas costumbres, que era fiel a su esposa y
cumplía con los deberes de su religión.
Tras ser
admitido en la sociedad mediante una ceremonia ritual, el candidato se convertía
en aprendiz y quedaba a cargo de un maestro que le enseñaba los secretos de la
profesión -basados en geometría y aritmética, revestidas de simbolismos
místicos- hasta considerarlo apto para su ascenso a compañero, el grado
intermedio en la jerarquía de la logia.
Sus
reuniones eran citas sociales, núcleos de sociabilidad. El año de 1717 dio lugar
a la “Gran Logia” para Londres y Westminster, producto de la unión de cuatro
cofradías situadas en la capital inglesa. Seis años más tarde se conocería con
el nombre de “Gran Logia de Inglaterra”. Esta logia se convirtió en la
precursora de todas las uniones masónicas, y de ella surgieron todas las otras
logias reconocidas. En 1725 se fundó la “Gran Logia de Toda Inglaterra” en York;
y en junio del mismo año se creó en Irlanda, y al año siguiente en Escocia.
Los
sectores dedicados al comercio en Inglaterra consideraron a la masonería libre
como un medio de promoción social. De esta manera, los ideales masónicos de
tolerancia religiosa e igualdad iban en consonancia con el espíritu del
liberalismo emergente durante el siglo XVIII. Es más, una de las reglas básicas
de las órdenes masónicas del mundo angloparlante ha sido considerar a la
religión como un asunto personal de cada individuo.
En Estados
Unidos, las primeras logias fundadas bajo la autoridad de la “Gran Logia de
Inglaterra” fueron la Primera Logia de Boston y la de Filadelfia, establecidas
ambas en 1733. Antes de la guerra de la Independencia (1775), ya había unas 150
logias. En la actualidad, los estadounidenses representan el 75 por ciento del
total de masones del mundo, unos 4,5 millones de personas.
Los ritos masónicos:
Las prácticas masónicas actualmente más usadas son el Rito de York y
el Rito Escocés.
El primero: el Rito de York, data del siglo XVIII, adquiere en su primera fase el nombre de Capitular. Los miembros correspondientes a este nivel son los masones del Arco Real (correspondiente a 4 grados). En su segunda fase, recibe el nombre de Críptica y sus miembros son los masones Reales y Selectos (3 grados); en su fase final Caballeresca, concede a los miembros el título de Caballeros Templarios (3 grados).
El segundo: el Rito Escocés se originó en 1801, en Charleston (Carolina del Sur) y contempla 33 grados.
El primero: el Rito de York, data del siglo XVIII, adquiere en su primera fase el nombre de Capitular. Los miembros correspondientes a este nivel son los masones del Arco Real (correspondiente a 4 grados). En su segunda fase, recibe el nombre de Críptica y sus miembros son los masones Reales y Selectos (3 grados); en su fase final Caballeresca, concede a los miembros el título de Caballeros Templarios (3 grados).
El segundo: el Rito Escocés se originó en 1801, en Charleston (Carolina del Sur) y contempla 33 grados.
Origen de los tres primeros grados: La gran mayoría
de los masones libres del mundo no progresan más allá de los primeros tres
grados, basados en la leyenda de la muerte de Hiram Abif, conocido como el
arquitecto del templo de Salomón.
Hiram Abif:
Según una versión de esta leyenda, Hiram Abif fue un hábil artesano enviado desde la región de Tiro para trabajar en el Templo del Rey Salomón . Con el tiempo se convirtió en el único conocedor de los secretos de los maestros masones, entre los cuales se hallaba la palabra secreta masónica, es decir, el nombre oculto de Dios.
Según una versión de esta leyenda, Hiram Abif fue un hábil artesano enviado desde la región de Tiro para trabajar en el Templo del Rey Salomón . Con el tiempo se convirtió en el único conocedor de los secretos de los maestros masones, entre los cuales se hallaba la palabra secreta masónica, es decir, el nombre oculto de Dios.
La
tradición ocultista afirma que saber el nombre de una deidad equivale a poseer
su poder. De ahí que se supusiera que Abif manejaba el poder de Yahvé y, por
ello poseyera muchos otros secretos que, una vez finalizada la construcción del
templo, pasarían a los otros artesanos, que se convertirían a su vez en maestros
masones.
Cuentan
que, llegado el mediodía, el insigne arquitecto tenía la costumbre de ir al
Sancta Sanctorum para orar a Yahvé y planificar las obras del día
siguiente. Uno de esos días, al terminar sus oraciones, Hiram Abif, se topó con
el desagradable final de su historia de modo inesperado.
Saliendo
por la puerta sur del templo, Jubela, uno de sus aprendices, le flanqueó el paso
estando armado con una especie de regla vertical. Le conminó a que le revelara
sus secretos. Abif no perdió el aplomo ante la clara amenaza de muerte a la que
se enfrentaba y contestó que sólo tres personas en el mundo los conocían y sin
su consentimiento no podía divulgar ningún secreto. Furioso, Jubela enarboló la
regla y asestó un golpe en la sien derecha a su maestro, que dobló la rodilla
por el impacto, aunque pudo alcanzar la puerta occidental donde,
desafortunadamente, no fue ayuda lo que encontró.
Allí, en
esa escena, estaba Jubelo, otro de sus aprendices, quien también le propinó un
golpe, en este caso en la sien izquierda, haciéndolo doblar la rodilla del mismo
lado. Arrastrándose y perdiendo grandes cantidades de sangre, Abif llegó a duras
penas a la puerta oriental donde fue rematado por Jubelum, que usó una gran maza
de piedra para aplastarle la frente.
No les
quedó otra salida a los tres asesinos que ocultar el cuerpo del arquitecto para
evitar la ira del rey Salomón y escapar del país para no ser descubiertos.
Escondieron provisoriamente el cuerpo de Hiram Abif bajo unos cascotes y al
llegar la medianoche lo trasladaron a la cima de una colina para enterrarlo. La
sepultura fue señalizada con una rama de acacia y hecho esto, los criminales
intentaron darse a la fuga. Sin embargo, no tuvieron éxito porque no
consiguieron que ningún barco los sacara del país y tuvieron que guarecerse en
los montes.
Mientras
tanto, la ausencia de Abif llegó a oídos del rey Salomón que envió a varias
personas a buscarle. La gravedad de la situación hizo que la verdad tardara poco
en aflorar gracias al testimonio de doce trabajadores del templo que confesaron
al rey que ellos y otros tres más (Jubela, Jubelo y Jubelum) habían conspirado
para arrancar los secretos masónicos a su maestro.
En el
último momento habían dado marcha atrás, pero supusieron que los otros no.
Agradecido por su honestidad, el rey los envió en grupos de tres para buscar el
cuerpo de Hiram Abif.
Tras varias
semanas de búsqueda dieron con los restos del arquitecto e informaron a Salomón
de su hallazgo. Éste les ordenó levantar el cadáver de la sepultura mediante el
«apretón de manos de un aprendiz», correspondiente al Primer Grado de la
Masonería. Al fracasar en su intento, el rey les dijo que probaran el «apretón
de manos de un artesano compañero» del Segundo Grado, pero tampoco lo
consiguieron. Finalmente, el mismo Salomón se presentó en el lugar donde yacía
Abif para levantarlo con el «apretón de manos de un maestro masón» del Tercer
Grado. Gracias a ello, no sólo pudo levantarse el cuerpo, sino que
sorpresivamente la vida regresó a él de nuevo.
La primera
palabra que pronunció en su nuevo estado, fue recogida por los masones y
utilizada en sustitución de la perdida con su muerte. Desde entonces ha sido
trasmitida de generación en generación hasta la actualidad. Muchos historiadores
y escritores masones enmarcan la historia de Hiram Abif dentro del mito,
mientras que otros están convencidos de su autenticidad.
Acerca de
los tres primeros grados de la masonería, los investigadores británicos
Christopher Knight y Robert Lomas dicen en su libro La clave masónica: «El
personaje central de la masonería libre es el constructor del templo de Salomón,
Hiram Abif, que fue asesinado por tres de sus propios hombres. La muerte
estilizada y resurrección del candidato es el hecho que convierte a uno en
“Maestro Masón” y cuando está levantado de su tumba, el lucero de la mañana está
en el horizonte».
El Templo del Rey Salomón fue la obra arquitectónica más importante de esa época. Los secretos (utensilios, herramientas, vocablos) propios de la construcción, son hoy parte de la Masonería Moderna, la cual ha cambiado.Desde el siglo XVI, dejó de ser “operativa” para convertirse en “especulativa”, siendo su objetivo la perfección moral individual de cada persona para mejorar la sociedad que lo rodea.
La logia de los Illuminati:
Con el fin de la Edad Media se terminó la era de las grandes catedrales, y los
gremios entraron en declive. La Ilustración trajo consigo la creación de las
primeras academias y facultades de Arquitectura, enseñanza que dejó sin sentido
el anticuado sistema educativo gremial.
Las logias
masónicas, pese a conservar su gran prestigio social, perdieron utilidad
corporativa y profesional. En estas circunstancias, un gran número de nobles,
abogados, comerciantes, médicos e incluso religiosos -muchos de ellos ricos
patrocinadores de grandes obras arquitectónicas- consiguieron ser admitidos en
las reuniones secretas de las logias a título de "masones aceptados".
Con el paso
del tiempo, especialmente a fines del siglo XVII y principios del XVIII, los
aceptados fueron arrinconando a los constructores y acabaron haciéndose con el
control de las logias, hecho que marca el inicio de la llamada masonería
especulativa,una sociedad iniciática que conserva el espíritu, la organización y
el simbolismo de la masonería medieval u operativa, pero que abandona la
enseñanza de la arquitectura y la finalidad cooperativa gremial de las logias.
Mientras los masones medievales construían majestuosas catedrales, los modernos
intentaban perfeccionarse como individuos para ser útiles en la construcción de
un templo ideal simbólico, la Humanidad.
En la
popular novela Ángeles y Demonios, del escritor estadounidense Dan Brown
plantea que Galileo era miembro de los Illuminati. Una afirmación sin otra
validez que la de aportar intriga a la trama de la novela. Sí que es cierto, por
otra parte, que en 1610 fue invitado a formar parte de una sociedad italiana de
científicos e investigadores llamada Academia de los Linces (Academia del
Lincei), fundada por Federico Cesi en 1603.
El nombre
de este grupo procedía de Lynceus, el argonauta de la mitología griega
dotado de una perspicaz vista. Junto con Cesi, el matemático Francesco Stelluti,
el médico Johannes Eck, de los Países Bajos, y Anastasio de Fillis fueron los
primeros miembros de la Academia, y vivían en comunidad en la casa del fundador,
donde el anfitrión les proporcionaba libros y equipos de laboratorio. En un
documento de 1605, se publicaron los objetivos de la Academia:
no sólo
adquirir conocimiento de cosas y sabiduría y vivir juntos legal y píamente, sino
también mostrarla a los hombres de una manera pacifica, tanto oralmente como por
escrito, sin causar daño.
Tanto el
padre de Cesi como los aristócratas romanos estaban en contra de la Academia de
los Linces. Acusaron a sus miembros de practicar magia negra, oponerse a la
doctrina católica y llevar una vida escandalosa. Eck fue obligado a marcharse de
Roma y durante algún tiempo sus miembros estuvieron esparcidos. Sin embargo,
Cesi mantuvo la unión de los miembros por correspondencia.
Galileo fue
el miembro más famoso y las publicaciones más prestigiosas de la Academia de los
Linces fueron las suyas. En primer lugar apareció su «Tratado sobre las manchas
solares» (1613) y luego, «El ensayador» (1623). Con la captación de Galileo, el
número de miembros del grupo creció hasta 32. La muerte de Cesi, en 1630,
precipitó el fin de la Academia.
El Priorato de Sión: Esta
sociedad secreta, menos conocida, salió a la luz por el protagonismo que le
concedió el mencionado Dan Brown en El código Da Vinci. En este best
seller mundial, se habla del Priorato de Sión como la sociedad que protege
uno de los secretos más guardados del cristianismo no ortodoxo: la supervivencia
de Jesucristo, su matrimonio con María Magdalena, sus tres hijos y su huida a
Francia.
El
contenido místico de Brown se apoya en buena medida en el libro de investigación
de Michael Baigent, Richard Leigh y Henry Lincoln, El enigma sagrado. Estos
investigadores realizan una serie de afirmaciones sobre esta sociedad, empezando
por decir que su historia comienza con la creación de la orden de los Caballeros
Templarios, que fueron su brazo armado. El objetivo principal del Priorato era
restaurar la dinastía merovingia, que gobernó el reino de los francos entre 447
y 751, en las monarquías de Europa y en el Reino de Jerusalén. Dicha orden, por
lo tanto, protegía a los que consideraba los descendientes auténticos de Jesús y
María Magdalena. (Ver Mas
Sobre Este Tema)
También
especulan sobre las metas últimas del Priorato de Sión, donde la restauración
monárquica adquiriría la forma de un Imperio Sagrado Europeo cuyo objetivo sería
preparar el camino hacia un Nuevo Orden Mundial de paz y prosperidad. Para lo
cual habría que sustituir la Iglesia católica romana por una religión estatal
ecuménica y mesiánica, que contaría con el Santo Grial y las reliquias perdidas
del antiguo templo de Herodes. Finalmente, se prepararía y coronaria al rey
ungido del Gran Israel.
Ambos
libros ofrecen una lista ininterrumpida de los grandes maestros del Priorato de
Sión entre los siglos XII y XX, incluyendo a personajes como Leonardo da Vinci,
Robert Fludd, Robert Boyle, Isaac Newton y Claude Debussy, entre otros nombres
asociados también con otras sociedades secretas como los Rosacruces.
Conclusiones: Ahora bien,
este recorrido por algunas sociedades secretas demuestra que las más importantes
tenían vínculos estrechos con los primeros nueve templarios y con sus hallazgos
bajo los establos del templo de Salomón. Además de encontrar la línea de sangre
que unía a los reyes David y Salomón con las familias Rex Deus de Europa,
hallaron unos manuscritos secretos, que probablemente fueran llevados hasta
Rosslyn por Enrique St. Clair, el primer barón de Rosslyn. También, es posible
que encontraran otras reliquias importantes durante sus excavaciones, incluso el
Arca de la Alianza y el Santo Grial.
Sin embargo,
los templarios a principios del siglo XIV se dispersaron, a causa de su
persecución, dejando en ese vacío un amplio lugar para todo tipo de
especulaciones. Se piensa que se llevaron sus tesoros, dejándolos en lugares
secretos que sólo los iniciados sabrían cómo encontrar. (Ver También: Las Sociedades Secretas en el Siglo
XVII)
Profesora de Historia: Adriana Beresvil
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