MEXICO: Siria y la doble moral occidental
De: Guillermo C. Cohen-DeGovia
Para: Nuestra América
Enviado: viernes, 31 de mayo de 2013 11:01
Asunto: [nuestramerica] MEXICO: Siria y la doble moral occidental
Editorial de LA JORNADA
Siria y la doble moral occidental
El envío de misiles antiaéreos rusos a Siria –confirmado por el
presidente de ese país, Bashar Assad, en una entrevista que se
transmitió ayer– ha generado reacciones de rechazo y de condena por
parte del bloque internacional encabezado por Estados Unidos e Israel.
Mientras que el gobierno de Washington advirtió que el envío de armas
"envalentonará”" al régimen de Damasco y "“prolongará el sufrimiento”"
en Siria, Tel Aviv recalcó, en voz de su ministro de Asuntos
Estratégicos e Inteligencia, Yuval Steinitz, su disposición a
"“defenderse y reaccionar ante cualquier amenaza”" del país vecino.
En tanto, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) advirtió que el
arribo de armamento ruso a Siria profundizará aún más la situación de
barbarie en ese país y "“se producirán con certeza más masacres entre
comunidades”", por lo que aconsejó a las potencias militares no enviar
armas a ese territorio.
Ciertamente, el incremento de la capacidad de fuego de cualquiera de
los bandos en disputa en la nación árabe es un factor indeseable, en la
medida que atiza la barbarie, de por sí descontrolada, que tiene lugar
en el país. Por otra parte, el respaldo del gobierno ruso al régimen de
Assad no es oportuno en un momento en que su conflicto interno corre el
riesgo de internacionalizarse, como consecuencia de los bombardeos
israelíes realizados en la frontera sirio-libanesa –con el supuesto fin
de impedir el flujo de armas a los grupos combatientes– y de la
expansión de las escaramuzas entre leales y opositores a Damasco hacia
el país de los cedros.
No obstante, los reclamos referidos exhiben la hipocresía y doble moral
características de Washington, Israel y sus aliados occidentales –en
este caso– en torno a la guerra civil siria, en la medida que esas
mismas naciones no han hecho nada por impedir el contrabando de armas
para los rebeldes sirios, entre cuyos blancos, cabe recordar, no sólo
se encuentran integrantes del régimen de Assad, sino también cientos de
civiles inocentes.
Es significativo que, unas horas antes de que el gobierno de Damasco
confirmara la recepción de misiles rusos, la Unión Europea decidiera
levantar un embargo de armas a los grupos opositores sirios, lo que ha
sido interpretado como un preludio para la entrega directa de armas de
Bruselas al bando contrario al régimen o, peor aún, para preparar una
intervención extranjera en la nación árabe.
La ONU, por su parte, ha decidido hacerse de la vista gorda ante la
continua injerencia de Estados Unidos y otras potencias occidentales en
la situación siria y no ha querido o no ha podido ver la relación
causal directa entre esa intervención y la guerra civil que diezma hoy
en día a la población de ese país.
Si la comunidad internacional tuviera el genuino propósito de poner fin
a la carnicería que tiene lugar, lo procedente sería mantener y
profundizar las restricciones para vender o enviar armas a todas las
partes. La circunstancia actual, en suma, pone de manifiesto que
Occidente, con el apoyo de los organismos internacionales, no busca una
solución pacífica al conflicto, sino el derrocamiento del régimen de
Bashar Assad –una decisión que, en cualquier caso, corresponde
exclusivamente a la ciudadanía siria– y que está dispuesto a lograrlo
de la peor manera posible: mediante el avance de la barbarie y más
desestabilización en Siria y en la región.
Para: Nuestra América
Enviado: viernes, 31 de mayo de 2013 11:01
Asunto: [nuestramerica] MEXICO: Siria y la doble moral occidental
Editorial de LA JORNADA
Siria y la doble moral occidental
El envío de misiles antiaéreos rusos a Siria –confirmado por el
presidente de ese país, Bashar Assad, en una entrevista que se
transmitió ayer– ha generado reacciones de rechazo y de condena por
parte del bloque internacional encabezado por Estados Unidos e Israel.
Mientras que el gobierno de Washington advirtió que el envío de armas
"envalentonará”" al régimen de Damasco y "“prolongará el sufrimiento”"
en Siria, Tel Aviv recalcó, en voz de su ministro de Asuntos
Estratégicos e Inteligencia, Yuval Steinitz, su disposición a
"“defenderse y reaccionar ante cualquier amenaza”" del país vecino.
En tanto, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) advirtió que el
arribo de armamento ruso a Siria profundizará aún más la situación de
barbarie en ese país y "“se producirán con certeza más masacres entre
comunidades”", por lo que aconsejó a las potencias militares no enviar
armas a ese territorio.
Ciertamente, el incremento de la capacidad de fuego de cualquiera de
los bandos en disputa en la nación árabe es un factor indeseable, en la
medida que atiza la barbarie, de por sí descontrolada, que tiene lugar
en el país. Por otra parte, el respaldo del gobierno ruso al régimen de
Assad no es oportuno en un momento en que su conflicto interno corre el
riesgo de internacionalizarse, como consecuencia de los bombardeos
israelíes realizados en la frontera sirio-libanesa –con el supuesto fin
de impedir el flujo de armas a los grupos combatientes– y de la
expansión de las escaramuzas entre leales y opositores a Damasco hacia
el país de los cedros.
No obstante, los reclamos referidos exhiben la hipocresía y doble moral
características de Washington, Israel y sus aliados occidentales –en
este caso– en torno a la guerra civil siria, en la medida que esas
mismas naciones no han hecho nada por impedir el contrabando de armas
para los rebeldes sirios, entre cuyos blancos, cabe recordar, no sólo
se encuentran integrantes del régimen de Assad, sino también cientos de
civiles inocentes.
Es significativo que, unas horas antes de que el gobierno de Damasco
confirmara la recepción de misiles rusos, la Unión Europea decidiera
levantar un embargo de armas a los grupos opositores sirios, lo que ha
sido interpretado como un preludio para la entrega directa de armas de
Bruselas al bando contrario al régimen o, peor aún, para preparar una
intervención extranjera en la nación árabe.
La ONU, por su parte, ha decidido hacerse de la vista gorda ante la
continua injerencia de Estados Unidos y otras potencias occidentales en
la situación siria y no ha querido o no ha podido ver la relación
causal directa entre esa intervención y la guerra civil que diezma hoy
en día a la población de ese país.
Si la comunidad internacional tuviera el genuino propósito de poner fin
a la carnicería que tiene lugar, lo procedente sería mantener y
profundizar las restricciones para vender o enviar armas a todas las
partes. La circunstancia actual, en suma, pone de manifiesto que
Occidente, con el apoyo de los organismos internacionales, no busca una
solución pacífica al conflicto, sino el derrocamiento del régimen de
Bashar Assad –una decisión que, en cualquier caso, corresponde
exclusivamente a la ciudadanía siria– y que está dispuesto a lograrlo
de la peor manera posible: mediante el avance de la barbarie y más
desestabilización en Siria y en la región.
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