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¿Podemos obtener algún beneficio de los volcanes?
Sí. Con los materiales expulsados por los volcanes se pueden obtener piedras de moler, abrasivos industriales, objetos de aseo, revestimientos de hornos, etc... También se pueden aprovechar las aguas termales para usos medicinales y para obtener energía eléctrica y calefacción. |
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* ¿Por
qué la lava está caliente? Porque viene del interior de la Tierra y, cuanto más nos adentramos en ella, la temperatura va aumentando. * ¿Cuánto tiempo puede vivir un volcán? Cientos de miles de años. El Etna tiene una edad aproximada de 300.000 años. * ¿Cómo sabemos que un volcán va a entrar en erupción? Se pueden observar varios signos que permiten saberlo: se registran variaciones de temperatura, deformaciones del suelo, aumentan los temblores de tierra, emiten más gas, los animales muestran signos de nerviosismo y el agua de las fuentes desaparece o cambia de composición. * ¿Causaron los volcanes la desaparición de los dinosaurios? No se sabe con seguridad. Hace 65 millones de años se produjeron en la Tierra dos catástrofes al mismo tiempo: el impacto de un gran meteorito en la zona del Golfo de México y una serie de violentas erupciones volcánicas en la India. Los científicos estudian en qué medida influyeron en este hecho cada uno de estos dos sucesos. * ¿Quién fue el primer vulcanólogo? En el año 79, Plinio el Joven contempló la erupción del Vesubio desde 30 Km de distancia y escribió varias cartas contando sus observaciones. * ¿Cuáles han sido las erupciones que han causado más víctimas? -Tambora. 1815. 92.000 muertos -Montaña Pelada (Martinica). 1902. 28.000 muertos -Santa María (Guatemala). 1902 6.000 muertos.. -El Chichón (México). 1982. 3.500 muertos. -Nevado del Ruíz (Colombia). 1985. 24.000 muertos. -Pinatubo (Filipinas). 1991. 600 muertos. |
Lejos del campamento, siete muchachas, siete hermanas kiowas, recolectaban bayas. Los osos posaron sus ojos ansiosos sobre ellas. Y, entre gruñidos y zarpazos de garras afiladas, se avalanzaron sobre las jóvenes. Las muchachas corrieron con toda su energía. Se adentraron en la vasta, centelleante y herbácea pradera. ¿Dónde encontrar allí un refugio? ¿Cómo escapar de los violentos animales hambrientos? Entonces, las fugitivas hallaron una roca, gris, grande, que emergía de la llanura. Se subieron a la roca. Pero, acto seguido, los osos también hicieron lo mismo. Desesperadas, las muchachas comenzaron a cantar un rezo a la roca, para que ésta las protegiera de sus agresores. Nadie antes le había cantado a la roca. Y la piedra, que durante siglos había estado inclinada, se paró y empezó a crecer y a subir más y más arriba, mientras que las jóvenes kiowas permanecían paradas sobre ella. Entonces, los guerreros osos comenzaron a cantarle a sus dioses. Y los vigorosos animales crecieron y alcanzaron la misma altura de la piedra que se propagaba hacia lo alto. Los osos intentaron subir a la roca, hundiendo sus garras en las paredes ya escarpadas y elevadas de la piedra. Pero, con sus zarpazos, sólo consiguieron trazar surcos, que parecían cicatrices, en las laderas de la naciente montaña. Y la roca creció tanto que los osos asumieron que ya no podían alcanzar su cima. Entonces, resignados, emprendieron el regreso hacia sus hogares en el bosque. Mientras los osos enormes avanzaban sobre la pradera, se iban empequeñeciendo hasta recuperar su talla habitual. El pueblo kiowa había observado todos los extraordinarios acontecimientos. Después de que los osos se marcharon, repararon en la enorme montaña de paredes rasgadas. Entonces, algunas voces nacieron entre los kiowas para asegurar que la extraña montaña, recién aparecida era La casa de campo de los osos. Y en la cima de la montaña rocosa, permanecían las siete hermanas. Los kiowas levantaron su campamento y se marcharon porque pensaron que las jóvenas habían sido devoradas por los osos. Cuando llegó la noche, los jóvenes le cantaron a las estrellas. Las luces del cielo nocturno se alegraron por aquella canción. Entonces, descendieron y recogieron a las siete hermanas. Las mujeres también se convirtieron en estrellas. Y todas las noches, las jóvenes brillan sobre La Casa de campo de los Osos. Y entonces le agradecen a la roca que creció y se hizo montaña para salvarlas de los guerreros osos. (*) (*) Versión libre de la leyenda por Esteban Ierardo. |
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