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domingo, 29 de diciembre de 2013

Los Nuevos Enemigos

Los Nuevos Enemigos

15/09/2001 - Autor: Centro de Documentación y Publicaciones islámicas CDPI - Fuente: Verde Islam 17
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afgano web
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Una nueva generación de afganos parece condenada a la guerra. No basta con la miseria, sino que tienen que sufrir el horror de las bombas, esta vez más sofisticadas y crueles. El sufrimiento al cual se ha visto sometido este pueblo en los últimos años raya en lo indecible, y sabemos que los rusos dejaron en su territorio más de diez millones de minas antipersonales para una población que no parece destinada siquiera a alcanzar esa cifra. Es hora de que todo el mundo se pregunte ¿Por qué el imperio mira hacia ese rincón del planeta?
Afganistán es un pueblo condenado por los poderes de Occidente, un occidente voraz que no busca venganza, como nos hacen creer los medios sino apoderarse de los recursos naturales del país, de unos gaseoductos y riquezas naturales que ellos mismos no tienen medios para explotar, pues solo tienen unos cuantos fusiles y ametralladoras que les pusieron en las manos los agentes de la CIA. Pero no se trata solo de eso.
Las declaraciones del vicepresidente norteamericano, anunciando el uso de métodos terroristas para combatir el terrorismo nos estremecen. Dick Cheeney ha declarado, textualmente, según aparece en La Vanguardia: “Los agentes podrán reclutar a violadores de derechos humanos y asesinar a líderes extranjeros”, y “será una guerra sucia y perversa”.
Pedimos a todos que reflexionen sobre lo que esto significa. ¿Cuál es ese terrorismo que se quiere combatir fomentando el terrorismo? La administración Bush se declara partidaria de armar a grupos que combatan eso que ellos llaman el “integrismo islámico”, y al hacerlo están armando a los nuevos terroristas del futuro. Es lo mismo que hicieron con Bin Landen, antes “terrorista amigo” y ahora “terrorista enemigo”.
Pero las declaraciones de los gobernantes estadounidenses no se paran ahí. Se trata, según dicen, de una guerra que “abarcará a muchos países”, y esos países, según todos los comentaristas, son todos musulmanes. Se trata, por tanto, de una guerra contra el Islam, de una nueva cruzada. El ‘terrorismo’ con el cual se quiere acabar no es el islámico sino el propio Islam, una fuerza espiritual que aglutina a más de mil millones de personas en torno a la palabra revelada, una Palabra que no puede pertenecer, por esencia, a ninguna raza y a ningún pueblo concreto. ¿Cómo es posible que se apunte impunemente a ello, que ningún medio de comunicación cuestione esta guerra?
La manipulación a la cual se ven sometidos los ciudadanos es algo increíble, y ha ofuscado las mentes de muchos comentaristas, incluso de intelectuales que aplauden la guerra y el exterminio sin juicio de disidentes políticos de todas latitudes. ¿Es posible que nadie se escandalice al oír estas palabras? ¿Es posible que la demonización del Islam haya calado tan hondo o esté tan profundamente arraigada en nuestros compatriotas que les haga justificable los crímenes de Estado?
Muchos se habrán dado cuenta de por donde pasa la globalización, cual es su signo y los métodos que preconiza. El Islam les parece un enemigo, pero en verdad nada saben del Islam. Les basta señalar a unos cuantos fanáticos para identificarlos con más de mil millones de personas... Las palabras se nos quedan cortas ante el avance de un poder que no mira lo que tiene enfrente, un poder ciego y destructor que no es capaz (¿o sí?) de calcular las dimensiones de lo que propone a sus ciudadanos como vía para “crear civilización”. Más armas, más muertos, más terror y más miseria.
El planeta se encamina hacia el campo de concentración global, donde todos los pueblos de la tierra se verán convertidos en esclavos de un único poder central. Es el viejo sueño de todos los imperios, un ‘sueño’ que —recordémoslo— ha estado siempre asociado a la supremacía de una raza o de una ideología, como también lo está en este caso. Se trata de una ideología ancestral cuya imposición está haciendola posible la tecnología y el control monolítico de las conciencias, y todo ello con la excusa de la democracia y los derechos del hombre... pero solo Al-lâh sabe...
El Islam sigue avanzando, y lo seguirá haciendo en los próximos tiempos, Insha Al-lâh. Parece destinado a convertirse en la vía de los pobres, de los desposeídos... Parece destinado a perder todo poder político, militar y económico, a perder su brillo y esplendor pasado, pero nosotros sabemos que el Islam es, precisamente, aquello que queda en el corazón del hombre despojado de todo, de un hombre que no es más que criatura, un hombre sometido a Al-lâh, que por el simple hecho de ser hombre se compasiona con todos los hombres de la tierra, se siente vinculado al Otro por lazos de rahma, por esa matriz de compasión y aliento infinito de donde todo procede.
Pedimos a Al-lâh que proteja al hombre, y a todos los desprotegidos de la tierra. Pedimos a Al-lâh que los verdugos no sean crueles con sus víctimas, que los hombres recuperen su dimensión de hombres, que sepan mirarse en el Otro como en un espejo donde se les revele aquello que los hace humanos, la misma pertenencia al Uno.

Pedimos a Al-lâh que mande a todos aquellos que lo necesitan el auxilio que en su generoso Qur’án ha prometido a aquellos que sepan ver en todo un Signo de Su Magnificencia.

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