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domingo, 1 de febrero de 2015

La muerte en el Islam

La muerte en el Islam

09/03/2001 - Autor: Tarek Faussi
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Al Sistema no le interesa escuchar ese hadiz del Profeta que dice "muere antes de morir" porque cuando tú mueres algo del Poder revienta contigo. Al kufr le interesa que creas en el Poder, y que el poder que logres te haga creer en ti. Pero la desestabilización del Poder es esencial a la creencia en Allah. El que se haga mumin y no critique el poder está cambiando de mentira.
El kufr no puede soportar un discurso de la muerte del "yo" porque en el afán de individualidad reside la clave del consumo. En el Sistema cada vez el discurso de la individualidad es más desvergonzado, mientras que cada vez más la experiencia humana es simple imitación de la vivencia de otros. Porque tener una experiencia personal de algo es destruir un poco de kufr. Experiencia personal, auténtica, es siempre experiencia de Allah. Es encararse con la pura realidad que es Allah. Un tipo de sociedad que adocena al individuo y lo aletarga no puede menos que encubrirse hablando de individualidad y de vitalismo, mientras que nosotros vamos a hacer un llamamiento a la muerte del individuo en Allah y a su muerte por Allah, es decir, vamos a hablar de la vida humana que merece la pena ser vivida.

Sin la comprensión de lo que es el camino espiritual como invitación a la muerte para liberarnos en Allah, el Islam se vuelve un pensamiento más de Nueva Era. Que el placer sea fundamental en el conocimiento de Allah no quiere decir que hagamos de él un dios. Igual que el sacrificio fue desechado por nosotros como vía espiritual cuando rechazamos el Catolicismo, tampoco debe ser aceptado el placer que no nos lleva a la extinción, el placer que es sólo consumo de productos de placer. El placer del musulmán no es el placer del hedonista sino el del que sabe que después de cada gozo debe morir y que por su muerte habrá más realidad.

El Corán nos dice: "sé `abd (siervo de Allah) hasta que llegue el yaqîn (la certeza)". En el sentir coránico, la experiencia de la certeza es la experiencia de la muerte. Hay posibilidad de hacer la misma experiencia de la muerte en esta vida, y es a ello a lo que llamamos "experiencia mística". La experiencia espiritual correcta es la que no se distrae con nada que no sea el sentido al que está abocada la existencia. Eso es la muerte: atención total, puro âjira, presente absoluto.
La experiencia mística, experiencia de muerte, es desde el punto de vista de la criatura el paladeo de la nada propia, del vacío de Allah en ti (su dzât). Pero desde la perspectiva de Allah esa nada que tú experimentas es el Todo. El día de Allah es cuando tú no eres nada.

¿Qué significa una experiencia que conciba la nada como Todo? Lo que significa es que se está llevando a cabo una experiencia de trasparencia. Es decir, que sólo entonces el hombre se hace trasparente al mundo. Llegar a la desarticulación de todos los resortes de la identidad es lograr una verdadera identidad para nosotros que no nos esclavice sino que nos haga expandirnos ilimitadamente.
Y, por morir haciendo posible la existencia, puedes morir en el yihad diario, puedes morir en el amor a tus semejantes, tanto da una muerte como la otra: morir es acción pura porque es tránsito a la evidencia. El amor es yihad, el yihad es amor; ambos son la misma cosa y anticipan la muerte. Después de cada enfrentamiento, después de amar, nada. Y, por eso mismo, Todo. Si sólo dijéramos "después de amar, nada", nos quedaríamos en el típico discurso que acaba siendo controlador de conciencias. Pero nosotros sabemos que después de amar es el Todo el que es posible. Que engendras, tú mismo, realidad.
Se crea realidad muriendo. A la muerte le sucede la realidad. La vida es la posibilidad de estar continuamente muriendo que crea realidad. Esos son los saltos cualitativos que constatamos que se han producido en nosotros. El creyente sabe que la muerte forma parte de la vida; propiamente, experimenta que la muerte crea vida. El nihilista cree que la muerte es el fin porque lo toma como algo abstracto, como un objeto de pensamiento, y no reconoce la muerte en su vida cotidiana.
Conviene recuperar la dignidad de nuestro dîn, si alguna vez la hemos perdido expresando melosamente las estaciones de nuestra Vía. El Islam siempre fue una sacudida poderosa, de alta tensión, y ahora es una asignatura de estudio. Conviene retomar su tradicional Majestad desembarazada de las comprensiones blandas de los pensamientos de Nueva Era. El Islam es fuerte para gente fuerte. No pacta con tu sensibilidad afeminada a fuerza de irrealidad. No te consuela. Si buscas consuelo, ve al cura. Si quieres hacer el yihad, ve al Islam. El Islam, que es extraño y sublime: te dice que tienes que ir muriendo a lo que eres para hacer posible lo que no eres; te dice que mueras para hacer posible la vida; te dice que sepas que ya estás muerto para que no hagas de tu vida un obstáculo a la realidad que debe ser trasparentada por ti; que la traducción cósmica de tu ser menos es el cumplimiento de la identidad de Allah; que Allah es en tu muerte.

Si nuestro camino espiritual es ir aceptando cada vez más contenido de realidad, acostumbrándonos a la realidad, la muerte es cada vez que asumimos el contenido completo de la Realidad.

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