Rafael Marco Casamayor: La acción de EE UU en Irak radicalizó de forma terrible el mundo árabe
Occidente tiene que cambiar su actitud hacia África
27/05/2015 - Autor: Redacción - Fuente: farodevigo.es
Rafael Marco Casamayor nació hace 71 años en Sádaba, Zaragoza, y pertenece a la Sociedad de Misiones Africanas, un instituto religioso fundado en 1856 en Francia y que desde 1931 trabaja en Níger. Trabajó durante unos 40 años en Benín y de 2010 a 2013 en Níger. Desde hace dos años lleva en Madrid la administración de la Sociedad Misionera en España. Recientemente ha realizado un viaje por África, donde visitó a sus compañeros de Costa de Marfil, Níger y Benín.
A principios de año, el 17 de enero, se rasgaba la historia de las relaciones cordiales entre cristianismo e islam en el país africano de Níger. Ese día, grupos de islamistas radicales arrasaron e incendiaron buena parte de los edificios de la Iglesia católica. Los sucesos venían encadenados con un hecho que había conmocionado a Europa días antes, el 7 de enero, cuando dos yihadistas atentaron en Francia contra el semanario satírico "Charlie Hebdo" y asesinaron a 12 personas. A la posterior gran manifestación de repulsa en París asistió el presidente de Níger. Un día después de la destrucción de sedes católicas en este país, lo visitó el sacerdote Rafael Marco Casamayor, de la Sociedad de Misiones Africanas, instituto de presbíteros y laicos, en el que había trabajado de 2010 a 2013.
-Antes del estallido de enero, ¿cómo era la convivencia?
-Níger es muy pobre y suele ser el último en la clasificación de países del planeta. La Iglesia comenzó construyendo escuelas y centros de formación, y al mismo tiempo luchó contra las hambrunas y las epidemias. En los tres años que trabajé allí tuvimos una hambruna muy fuerte, una epidemia de cólera y se desbordó el río Níger, por lo que tuvimos que restaurar 250 casas, todas ellas sencillas, de adobe. Íbamos a ver al Gran Imán y con él organizábamos las ayudas. La tónica era de amistad, y los cristianos -unos 30.000 en un país de 16 millones- , jamás percibimos un gesto de rechazo. Y el obispo Michel Cartategui, compañero mío de estudios, y el Gran Imán eran consultados con frecuencia por el presidente. También prácticamente todos los cargos políticos y sociales, y la inteligencia del país han pasado por colegios católicos, de La Salle, de unas religiosas canadienses, etcétera. En la actualidad, y en un Estado que es laico, el defensor del Pueblo es un católico, y muchos cristianos participaron en la redacción y aprobación de la Constitución. De modo que las relaciones habían sido siempre muy fraternas.
-¿El estallido de enero?
-No sé hasta qué punto la presencia del presidente de Níger en la manifestación de París pudo ser significativa, pero sí influyó, sobre todo, el atentado de "Charlie Hebdo". Pero si en Francia las pancartas decían "Yo soy Charlie Hebdo" las de Níger afirmaban lo contrario. Pero esos actos no surgieron de la nada, porque hay desde hace tiempo unas infiltraciones en el país. Por un lado, de Boko Haram, el grupo terrorista y fundamentalista de Nigeria, y, por otro, de la gente que viene del Mali, donde hubo una intervención militar francesa que dispersó a los fundamentalistas.
-¿Cuáles fueron las consecuencias?
-Boko Haram significa "abajo lo occidental", "lo occidental es pecado", y ese día de enero la explosión de violencia de grupos de jóvenes fue contra iglesias, templos protestantes, casas de religiosas o de sacerdotes, familias cristianas, colegios, orfelinatos, y algunos bares y hoteles donde se vende alcohol.
-¿Por qué se ha incrementado la violencia contra los cristianos en todo el mundo?
-A comienzos del siglo XX, hacia 1903, aparecen los Hermanos Musulmanes, que no tienen una intención radical, pero sí se van radicalizando por la presión del nuevo Estado de Israel o por la Guerra de los Seis Días. Y, desde luego, la intervención de EE UU en Irak ha tenido unas consecuencias terribles en la radicalización del mundo árabe. Un compañero de Níger me decía que el islam está enfermo y también sufre la acción de los radicales. Es el que más sufre y el que más desconcertado está. Nosotros podemos situar fácilmente la situación en el bando opuesto, pero en los países musulmanes ven que ese terrorismo sale de ellos mismos y ejerce una presión muy fuerte sobre la población, que vive acogotada. Boko Haram no solo ataca iglesias cristianas, sino también mezquitas. Y el año pasado secuestró a más de doscientas chicas musulmanas de una escuela como una acción en contra de la educación occidental.
-¿Tienen motivos para pensar así?
-Es una fiebre que surge en un cuerpo, como una reacción a la impresión que da África, donde la corrupción, la desigualdad, la destrucción del medio ambiente, la violencia o la emigración de personas son terribles. La corrupción o la desigualdad que se están viendo en España son una pequeñez con relación a lo que pasa en África. Níger tiene unas minas de uranio muy importantes, pero la población no ve los resultados de ese comercio y de la venta de otras materias primas. Boko Haram dice que todo eso se lo ha llevado Occidente de África.
-¿Cómo afrontan el futuro?
-Hay un antes y un después. Algunos han propuesto levantar un monumento que sirva de referencia, porque lo que ha pasado no lo podemos olvidar. Y hay que tomar una identidad más grande, una identidad más afirmada. No estar diluidos: somos católicos y tenemos una Iglesia y quien quiera puede venir. Es decir, lo totalmente contrario a lo que podía pretender este movimiento terrorista. Y mantener el diálogo.
-¿Cómo dialogar con una fuerza irracional, que mata?
-Son movimientos criminales y terroristas, pero Occidente tiene que cambiar su actitud hacia África. La colonización tuvo cosas muy buenas: ayudó al desarrollo y a cambiar a una mentalidad más racional, pero la estructura colonial lo era fundamentalmente en beneficio de la metrópoli. Pero en el presente véase lo que pasó en Libia. Un día escuché por la radio que un general francés decía que los movimientos fundamentalistas del Mali tenían más armas que el Níger, el mismo Mali y Mauritania juntos. Le pregunté por ello a un capitán de la Guardia Civil y me dijo: 'Es posible, no lo sé; pero lo que sí puedo decir es que Francia nunca dirá el armamento que le vendió a Gadafi'.
-Está aumentando el número de emigrantes que huyen hacia Europa.
-Hacen lo que pueden porque todas estas crisis han creado desequilibrios tremendos.
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