El grupo yihadista Estado Islámico (EI), considerado una representación de la violencia más cruel para infundir temor y consolidar un califato en extensos territorios de Irak y Siria en los últimos cinco años, ha comenzado a perder terreno, pero analistas consideran que falta mucho para que sea totalmente derrotado.
En cambio, recientes operaciones, incluidos los ataques a varios sitios en París que dejaron 130 muertos, o el secuestro de 400 civiles en el noreste de Siria, muestran que aunque la coalición de países que luchan en su contra ha logrado resultados, la organización y sus grupos filiales, que le han jurado lealtad en varios países de Oriente Próximo y África, son un peligro permanente.
De naturaleza fundamentalista yihadista wahabita (doctrina rigorista predominante en Arabia Saudí), y derivada de Al Qaeda, aunque con métodos más atroces como las decapitaciones y las crucifixiones en público, el grupo EI ganó muchos territorios aprovechando la debilidad institucional y los conflictos de Irak y Siria para tomarse varias ciudades y fundar su califato (una especie de Estado) que rige el iraquí Abu Bakr al Bagdadi.
De todas maneras, la coalición de países que luchan en su contra y que encabezan Estados Unidos, Francia y Rusia logró arrebatarle en los últimos meses el 40 % del territorio que tenían en Irak y el 20 por ciento en Siria, hecho de que, según se lo dijo a EL TIEMPO Félix Arteaga, investigador principal de seguridad y defensa del Real Instituto Elcano, de España, coloca al EI “como una potencia en regresión tras la expansión que había logrado”.
Según el investigador, en la actual coyuntura, el “EI tiene dificultades para mantener Al Raqa, Tikrit y Mosul, pues los países de la coalición van por esas ciudades. Por eso, en los más recientes mensajes de la organización se ve una apelación para aguantar y esperar lo que ellos llaman una resistencia heroica”, además de enfrentar problemas para conseguir recursos, mantener los que tienen y reemplazar a los miembros que han sido dados de baja o que han logrado renunciar.
Otro flanco que están atacando del EI es el financiero, pues hay mayores controles a los flujos de capitales entre países, empresas, bancos y personas naturales que en apoyo a su causa intentan darles recursos.
Pero, justamente, estas dificultades podrían conducir a nuevos problemas como el fortalecimiento de la organización en otros países como Libia, donde no se ha logrado consolidar un gobierno de unidad y que tras la caída y muerte de su líder, Muamar el Gadafi, ha estado sumido en el caos institucional y político.
Pero Arteaga también señala que hay riesgo de que el grupo siga fortaleciéndose, “como recientemente lo ha logrado en Afganistán, donde creó un califato en el oriente del país”, dijo.
De todas maneras, para el analista europeo, “el Estado Islámico está perdiendo el aura de invencible que tenía, y eso puede acelerar la centrifugación (salida rápida) de los grupos que le han jurado lealtad en otros países, pues nadie querrá irse con un ‘caballo perdedor’ ”.
Arteaga advierte que así como tras Al Qaeda vino el Estado Islámico, luego podría venir otro grupo yihadista, y “esta posibilidad es cercana y el 2016 podría ser un punto de inflexión”.
Otra señal que comprobaría la debilidad del EI fue el mensaje de audio que a finales del 2015 se reveló de su líder, en el que dio a entender que hay facciones con diferentes concepciones sobre cómo enfrentar la consolidación, así como por la inquietud de que países de la región se unan en su contra, lo que daría a entender que su lucha por un islam puro –como dicen profesar– no es compartida por el propio mundo musulmán.
Sin embargo, en diálogo con EL TIEMPO, el académico e investigador de la Universidad Nacional Carlos Patiño considera que las noticias que desde algunas fuentes dan cuenta de éxitos frente al grupo yihadista “se presentan de cara al territorio occidental porque ellos son fuertes todavía y están atacando en varias partes”.
Además, advierte que los países occidentales también tienen diferencias en el enfoque para enfrentar al EI, “pues Rusia apoya al régimen de Bashar al-Asad, que políticamente ha ganado terreno”, mientras que otros se han concentrado en su combate en Irak y en otros países contra grupos yihadistas aliados.
Además, considera que “se ha dado un mayor énfasis a los ataques aéreos, y al Estado Islámico hay que enfrentarlo de manera integral también sobre el terreno y buscar el fortalecimiento institucional de los países afectados por la presencia de esos grupos”.
HOLMAN RODRÍGUEZ M.
Redacción Internacional
Twitter: @holmanrodriguez
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