Sus fans la llaman la Beyoncé o la Shakira kurda. Cabello largo y liso de color corvino o rojo brillante en función del conjunto, Helly Luv, el nombre artístico de Helan Abdulla, es la estrella del pop más querida en el Kurdistán iraquí y una de las más populares en el Medio Oriente.
Pasó a un primer plano en 2013 con la canción Risk it all y ganó popularidad en 2014 con un papel en la película de producción iraquí Mardan. Pero fue en 2015 cuando se consagró gracias al apasionado Revolution, que, sin embargo, la catapultó a la parte alta de la lista de objetivos a eliminar del Estado Islámico.
Helly Luv nació en 1988 en un campo de refugiados en Urmia, en Irán, durante la Guerra del Golfo, después de que su familia se fuese de Dohuk, en el norte de Iraq, para escapar de la feroz persecución del régimen de Saddam Hussein. Sus padres eran los dos peshmerga (el ejército kurdo iraquí, literalmente “los que se enfrentan a la muerte”).
Helly Luv conoce perfectamente el significado de la palabra refugiado: cuando tenía sólo nueve meses, sus padres, pagando a contrabandistas, se dirigieron a pie a Turquía; cuando tenía dos años, ella y los suyos estaban entre las primeras familias kurdas que obtuvieron asilo político en Finlandia. Vivieron durante muchos años en Lahti, una pequeña ciudad cercana a la capital, Helsinki. En 2006, a los 18 años, se trasladó a Los Ángeles, en California, donde con muchos sacrificios logró cumplir su sueño de convertirse en una estrella del pop y donde reside actualmente.
“Mi corazón -cuenta la cantante en el vestíbulo de uno de los hoteles más lujosos de Erbil, la capital del Kurdistán iraquí- siempre ha estado en el Kurdistán. Ha sido mi familia la que ha mantenido encendida la llama de amor por mi país, ya que me han recordado siempre la importancia de los orígenes. Yo estaba aquí cuando el ISIS atacó el Kurdistán, y como artista sentí que tenía que hacer algo. No podía ir a la guerra, pero pensé: soy cantante, hago música. Esta es mi arma. Puedo lanzar el mensaje a millones de personas con mi arte. Y así nació Revolution”.
En Revolution, que tiene más de seis millones de visualizaciones en YouTube, Helly Luv se mueve con facilidad con unos altos tacones dorados y un rifle en el hombro. Lleva una kefia y se abre camino audazmente entre refugiados que huyen y madres desesperadas que han perdido a sus hijos.
La canción elogia la resistencia contra los hombres de Abu Bakr al-Baghdadi: “Todos de pie, unidos, podemos sobrevivir a todo esto. (…) La nuestra es una revolución, pongámosla en práctica sin miedo. (…) Estemos juntos y hagámosles saber que estamos aquí. (…) Hermanos y hermanas, aunque que creamos en religiones diferentes, compartimos la misma sangre”.
“Rodamos el video -explica Helly Luv- a dos kilómetros de distancia de los milicianos del Estado Islámico, en el pueblo de Khazar, al sur de Erbil. Hicieron falta tres meses para terminar la grabación. Muchas veces teníamos que parar el rodaje porque las bombas y los disparos estaban demasiado cerca. No quise rodar este video en Los Ángeles sino aquí porque quería mostrar la verdad sobre la guerra, con peshmergas reales, tanques verdaderos, armas de verdad, víctimas civiles reales y pueblos destruidos de verdad. Los únicos actores eran, evidentemente, los yihadistas”.
El compromiso Helly le ha traído solidaridad y éxito, pero también duras amenazas de muerte. Ante el apoyo de la cantante a los peshmerga que están luchando en varios frentes iraquíes contra el grupo terrorista, los seguidores cibernéticos del Estado Islámico le han dedicado vulgares insultos y muchas advertencias.
“Empecé a recibir muchas amenazas de muerte a través de las redes sociales. Recibo imágenes de mujeres asesinadas en las que está escrito: ‘La próxima serás tú’. Incluso los mulás se han lanzado contra mí. Por supuesto, ahora voy con mucho cuidado cuando salgo y me exhibo en público, estoy siempre rodeada de guardaespaldas. Pero dentro de lo posible trato de llevar una vida normal, como la de todas las chicas de mi edad”, dice.
“Mi país está sufriendo, mi país está sangrando -concluye Helly Luv-. El dolor lo sentimos todos nosotros, no sólo los que luchan como los peshmerga. Todos estamos sufriendo. Y como artista es difícil, porque no consigo hacer música que sea feliz, o música dance normal. Trato de hacer música diferente, pero veo tanta tristeza que la única cosa que puedo transmitir es el dolor de mi gente. Pero es precisamente mostrándome cercana a mi pueblo que puedo animarlos y apoyar su increíble resistencia”.
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