Los cruzados del siglo XXI luchan contra el Estado Islámico
Voluntarios occidentales que se consideran "futuros mártires" se alistan en una milicia cristiana en Irak "para que las campanas de las iglesias sigan tocando"
Con su 'piercing' en el labio y su ropa de camuflaje, Brett, un combatiente estadounidense, no pasa desapercibido en la ciudad cristiana de Al Qosh, en la ladera de una montaña del norte de Irak. El joven, que se hace llamar Brett, sirvió en el ejército estadounidense en Irak en 2006 y 2007 y ahora ha vuelto para apoyar a una milicia cristiana Dwekh Nawsha.
Dicha milicia está compuesta por un centenar de hombres y se propone defender a los cristianos de Irak de las persecuciones del grupo yihadista Estado Islámico (EI).
A sus 28 años, Brett encarna un movimiento emergente de occidentales que lo dejan todo para defender a los asirios. Lleva una ametralladora tatuada en el brazo izquierdo y a Jesús con una corona de espinas en el derecho.
"El terrorista de los unos y el combatiente de la libertad de los otros", se define Brett. "Un cruzado", bromea. "Aquí luchamos -dice- para que la gente pueda vivir en paz, sin persecuciones, para que las campanas de las iglesias sigan tocando".
Ningún yihadista llegó a entrar en Al Qosh, pero la población huyó despavorida al enterarse de que el EI se había apoderado de varias aldeas de los alrededores.
Como decenas de miles de cristianos del norte de Irak, los habitantes de esta ciudad se fueron masivamente a la región autónoma del Kurdistán iraquí. Brett afirma que uno de los objetivos es la creación de una "legión extranjera" en Irak.
Un ex combatiente en Afganistán
Gracias a su talento de reclutador, ya ha convencido a otros cinco voluntarios de Estados Unidos, Reino Unido y Canadá. Según él, todos tienen experiencia en el ejército o en compañías militares privadas, y asegura disponer de otros 20 candidatos en lista de espera.
El primer recluta de Brett es Louis Park, que se salió de los Marines en diciembre. "No me acostumbré bien a la vida en tiempos de paz", explica Louis mientras masca tabaco. "Quería volver".
Después de haber servido en Afganistán, Louis fue diagnosticado con trastorno por estrés postraumático (PTSD) "y otras cosas" que le impidieron volver a combatir con el ejército estadounidense. En octubre empezó a ahorrar para poder viajar a Irak y luchar contra el EI. Según Louis, es sobre todo una forma de defender a su propio país, Estados Unidos. "Soy muy patriota", explica. "Si mi gobierno no quiere combatir, lo haré yo".
El apocalipsis
Andrew, un canadiense malhumorado de más de 50 años, se unió a Dwekh Nawsha porque escuchó hablar de "mataderos" en los que el EI despedaza a gente para alimentar un tráfico de órganos. Un rumor nunca confirmado que corre como la pólvora, sobre todo en Estados Unidos, de mano de organizaciones evangélicas y antimusulmanas.
Brett regresó a Irak movido por un versículo de la Biblia. Según él, el renacimiento de la nación asiria es la señal de que el apocalipsis se acerca. "Tenemos un papel que desempeñar" en el fin de los tiempos, explica. Dwekh Nawsha significa "futuro mártir" en el dialecto arameo local.
La milicia también atrae a los defraudados con otros grupos armados, como algunos que se habían alistado con los combatientes kurdos. Scott, veterano durante siete años del ejército estadounidense, explica que quiso unirse a las Unidades de Protección del Pueblo (YPG) hasta que se enteró de que eran unos "izquierdistas". Un motivo alegado por otros extranjeros para abandonar a los kurdos de las YPG, cuya resistencia en la ciudad siria de Kobane frente a los yihadistas del EI sedujo a numerosos voluntarios.
Jordan Matson, un veterano originario de Wisconsin, y toda una estrella entre los combatientes extranjeros de las YPG, replica que algunos voluntarios "perdieron la sangre fría" frente a los combates encarnizados de Kobane.
"La mayoría de estos cowboys de internet -dice- acaban dándose cuenta de que esto no es un despliegue militar normal".
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