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lunes, 27 de febrero de 2017

Donald Trump y su pájaro rabioso

El salvaje Twitter personal del presidente desborda a su más contenida cuenta oficial

Ilustración de Agustín Sciammarella.
El trino de Trump posee dos tonos. Uno, el de un pájaro más o menos pausado llamado @POTUS, acrónimo de su cuenta presidencial oficial en Twitter, la red social cuyo logo es un pajarillo azul; y otro el de un ave furiosa que lanza gañidos desde los cielos de Twitter bajo el rubro @realDonaldTrump, su cuenta personal. El presidente de Estados Unidos usa sus dos cuentas de modo muy diferente. La institucional, con cierta contención, la suya propia, en estado salvaje.
Amanecer del viernes 24 de febrero, 6.31 en Washington. Despierta el águila con un tuit en el que acusa al FBI de ser “incapaz de detener a los filtradores”. Pasados 41 minutos de ese mensaje de @realDonaldTrump, a las 7.12, el pájaro oficial, @POTUS, lo reproduce. La secuencia explica quién manda, quién dicta.
No el presidente, sino el ave de presa.
Una cuenta desborda a la otra. La del personaje suelta el látigo, sacude como un sismo a los medios del mundo entero, mientras que la otra no termina de definirse entre la comunicación institucional y la propaganda trumpista. Trump es el autor de @realDonaldTrump. @POTUS la lleva un empleado. Solo una es real.
Trump heredó @POTUS de Barack Obama el 20 de enero. Desde entonces hasta el viernes a las siete de la tarde en el Este de EE UU, hora de cierre de este artículo, había transmitido 209 tuits, de los que 121 habían sido retuits, tuits de otra cuenta replicados, 71 provenientes de @realDonaldTrump, que en el mismo periodo lanzó 201: 198 propios y tres retuits, ninguno de @potus. Se diría que @POTUSadmira a @realDonaldTrump, lo sigue al pie de la letra, y que @realDonaldTrump desdeña a @POTUS, Aunque sean el mismo, no son lo mismo.
Trump cabalgó su campaña a lomos de su cuenta personal, un caballo de Atila con 25 millones de seguidores determinante para crear la masa de adeptos y el torbellino mediático que lo impulsaron a la victoria. Y tras tomar las riendas del poder ha decidido que para amarrarlo bien debe seguir galopando.
La cuenta oficial es una palanca de apoyo con 15 millones de audiencia acumulada por Obama que ha pasado a ser público de Trump, tanto de los tuits de @potus como de los de @realDonaldTrump, retuiteados. El encargado de escribir los mensajes presidenciales y repicar los reales es Dan Scavino, un cuarentañero leal que empezó con él en los noventa siendo su caddie de golf. Hoy @POTUS le carga los palos de hoyo en hoyo a @realDonaldTrump.
Si bien Trump es presidente, su estrategia de poder es el conflicto y afronta sus cuatro años de mandato como una campaña permanente en la que su canal de propaganda y plataforma balística sigue siendo su cuenta personal de Twitter, en la que no se atiene a los límites de prudencia y decoro del cargo. Desde @realDonaldTrump y ya en el Despacho Oval ha acusado de traidores a los servicios de inteligencia; de “enemigos del pueblo” a los medios; de saboteadores a los senadores demócratas; ha desafiado al poder judicial, criminalizado a los inmigrantes, azuzado el pánico al terrorismo o amenazado a Irán en un tuit concatenado a otro en el que se burlaba de Arnold Schwarzenegger. En esa cuenta en el periodo analizado mencionó una vez un nombre que no asomó por la oficial, “Putin”, para intentar despejar la sospecha de su conexión con Moscú: “No lo he conocido, no tengo negocios en Rusia”, país que nombró seis veces en @realDonaldTrump y ninguna en @POTUS; y en su Twitter personal publicó mensajes en defensa de su hija Ivanka –retuiteándolos a través del presidencial en un esplendoroso brindis al conflicto de interés– frente al rechazo a sus prendas de la cadena de artículos de lujo Nordstrom.
“¡Terrible!”, protestó entre exclamaciones, signo que apareció en 115 de los 201 tuits del golfista en jefe pero solo en 16 de los 209 de su caddie digital.
Todo es más tranquilo en el mundo de @POTUS, donde los mensajes presentan al presidente “firmando documentos”, “agradecido por las plegarias”, “en una semana ajetreada”, “reunido con miembros del Senado”, “en un encuentro con ejecutivos de farmacéuticas” u “orgulloso de honrar el arranque del Mes de la Historia Negra”. Pero el Twitter oficial también tiene recovecos de trumpismo, por ejemplo diplomático. De la visita del primer ministro de Canadá Justin Trudeau, que había salido a reivindicar el espíritu de acogida cuando Trump presentó su veto a los refugiados, no hubo ni rastro en @POTUS, la cuenta noble. En la visita del primer ministro israelí Benjamín Netanyahu, precedida de un mensaje del halcón de Tel Aviv en el que calificaba de “gran idea” el proyecto de Trump de levantar un muro contra México, se retuitearon desde @POTUS mensajes del invitado y se postearon tuits de camaradería.
La cuenta institucional, además, arropa a la gente del presidente: en el periodo analizado fueron replicados 12 mensajes del Twitter oficial del vicepresidente Mike Pence y hubo menciones frecuentes a figuras de empaque como el fiscal general Jeff Sessions o su nominado para el Tribunal Supremo, el juez Neil Gorsuch. @POTUS retuiteó una vez la cuenta oficial de su esposa y primera dama Melania Trump, @FLOTUS, cuando visitó un jardín japonés con la esposa de Shinzo Abe, y dedicó un tuit, firmado con las iniciales D. J. T. de Donald John Trump, a los Patriots y a Tom Brady tras conquistar la Super Bowl por ser “unos ganadores totales”, cerrándolo con el sello del mensaje real: “Wow!”.
Entre los escasos tuits oficiales rubricados por el presidente se encuentra uno que se dedicó a sí mismo: “Seré el más grande defensor de América y su campeón más leal”.
El presidente suele empezar a tuitear antes de las siete, incluso siendo aún muy noche, como el 26 de enero a las 5.04: “Desagradecido TRAIDOR Chelsea Manning, nunca debería haber sido liberado de prisión”, bramó @realDonaldTrump, retuiteado luego por el fiel @POTUS. Los medios lo siguen con tal obsesión que CBS se preguntaba este jueves si estaba “recortando” el uso de sus cuentas por lo “inusual” de que a las nueve no hubiese posteado nada y de que martes y miércoles hubiera hecho “solo dos tuits al día”. Al día siguiente @realDonalTrump regresó con su graznido a la oreja del FBI, exigiéndole que detenga a quienes filtran información a los medios.
“ENCONTRADLOS AHORA”.
El águila ataca cuando siente que no están protegiendo su nido. Fuentes de su equipo de campaña han dicho al portal Politico que su estrategia para limitar los estallidos tuiteros del candidato consistía en procurar mantenerlo surtido de noticias que lo alababan, jugando con la baza a favor de que rara vez lee algo online, y no dejarlo demasiado tiempo a solas viéndose criticado en la televisión.
Entender a Trump es el acertijo de nuestro tiempo y si existe una clave cabe que esté en @realDonaldTrump. Wall Street y Silicon Valley ya utilizan programas para intentar predecir los efectos económicos de sus tuits. Pero según comentó un analista a The New York Times, el presidente es “una máquina de volatilidad”. Los alquimistas del algoritmo tratan de hallar el automatismo lógico de los tuits de un magnate de 70 años que sigue leyendo la prensa en papel.

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