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sábado, 25 de febrero de 2017

Donald Trump promete rearmar Estados Unidos

El presidente de EEUU, Donald Trump, aplaude a sus simpatizantes tras ofrecer un discurso en la CPAC, ayer, en Oxon Hill (Maryland). REUTERS
"Creo en la paz a través de la fuerza", afirma el presidente recuperando el tono de campaña en la Conferencia Conservadora
Donald Trump prometió ayer "uno de los mayores rearmes de la Historia de EEUU", y "una masiva dotación presupuestaria para nuestras amadas Fuerzas Armadas". Por ahora, sin embargo el enemigo está dentro, como demostró ayer la Casa Blanca al prohibir la entrada a la rueda de prensa diaria a los medios independientes.
Trump llegó a la Casa Blanca prometiendo que EEUU dejaría de involucrarse en guerras. Pero su política no parece ir en esa dirección. El Gobierno de Washington ha declarado que sus tropas en están acercando al frente contra el Estado Islámico en la reconquista de la ciudad de Mosul. Y ayer, el presidente, en su discurso ante el Comité de Acción Política Conservadora (CPAC), declaró que "vamos a poner una petición de dotación presupuestaria masiva para nuestras amadas Fuerzas Armadas". El mes que viene, la Casa Blanca deberá enviar al Congreso su propuesta de Presupuestos del Estado para el año fiscal 2018, que empieza el 1 de octubre. "Creo en la paz a través de la fuerza", afirmó el presidente recuperando el tono de campaña en la Conferencia Conservadora.
Trump, que dio un discurso de 48 minutos a un auditorio mayoritariamente entregado, no entró en detalles acerca de cómo planea llevar a cabo ése rearme, ni tampoco por qué EEUU necesita gastar más de 600.000 millones de dólares (570.000 millones de euros) en Defensa, una cifra que no incluye 20.000 millones más para la NASA (que dedica la mitad de su presupuesto a programas militares), 40.000 millones para la CIA, una cifra indeterminada para otras 16 agencias de espionaje, y dos tercios de la dotación económica del Departamento de Energía, que van al desarrollo y conservación de las 6.800 bombas atómicas que tiene Estados Unidos en este momento, según la estimación del Fondo Plougshares, una organización de Washington sin ánimo de lucro. De acuerdo con esa misma fuente, Rusia tiene 7.000 armas nucleares.
A Trump tampoco le gusta que Rusia tenga 200 bombas más que EEUU. El jueves, el presidente estadounidense ya había declarado a la agencia de noticias Reuters que "nunca vamos a quedar por detrás de ningún país, aunque sea un país amigo, en bombas atómicas". Ese mismo medio de comunicación ya informó que, en su conversación telefónica con el presidente ruso, Vladimir Putin, el 28 de enero, Trump declaró que el tratado START de limitación de arsenales nucleares entre EEUU y Rusia "es un mal acuerdo". Ese tratado, firmado por George Bush 'padre' y el secretario del Partido Comunista de la Unión Soviética, Mijail Gorbachov, prevé que ambos países tengan el mismo número de armas atómicas. Washington no se ha preocupado por tener más que Moscú porque la precisión, y los sistemas de lanzamiento son más importantes. Es un análisis de cantidad contra calidad.

"Carrera de armas nucleares"

Trump parece estar en desacuerdo con ese argumento, pese a que esas 13.800 bombas atómicas no sólo son suficientes para destruir varias veces Rusia y EEUU sino, muy probablemente, toda la Humanidad y, tal vez, la vida en el planeta Tierra. Ya en diciembre, el entonces presidente electo dijo, en referencia a unas declaraciones del presidente ruso Vladimir Putin, "pues que haya una carrera de armas nucleares".
Curiosamente, Trump dijo eso a la presentadora de televisión Mika Brzezinski, cuyo padre, Zbigniew Brzecinski, es probablemente la persona que ha estado más cerca de decidir una guerra nuclear mundial. Fue en 1977, cuando Brzezinski, que era consejero de Seguridad Nacional de EEUU, fue despertado a las tres de la madrugada con una llamada del Pentágono informándole de que la Unión Soviética había lanzado un ataque nuclear masivo. Brzezinski tenía 15 minutos para decidir si lanzaba un contraataque, pero, antes de que se cumpliera ese plazo, le informaron de que se trataba de una falsa alarma provocada por un error informático.
La beligerancia de Trump es una mala noticia para el Gobierno ruso, que había apostado por una mejoría de las relaciones con EEUU. Los vínculos entre Putin y Trump se han convertido en la mayor fuente de problemas del presidente estadounidense, hasta el punto de cobrarse la cabeza política de su consejero de Seguridad Nacional, el general retirado Michael Flynn. Ayer, el escándalo ruso tenía un nuevo episodio, después de que la cadena de televisión CNN informara de que el jefe de gabinete de Trump, Reince Priebus, había tratado según citó de convencer al FBI de que desmintiera la veracidad de los vínculos entre el equipo del presidente y el Gobierno de Putin. Según CNN, el FBI se ha negado a cumplir esas órdenes. Pero el mero hecho de que la Casa Blanca haya tratado de intervenir en una agencia policial con fines políticos había provocado ayer las iras de la oposición demócrata.
Pero el enemigo número uno de Trump no es extranjero. Es el enemigo interior. O sea, los medios de comunicación. Casi un tercio de la intervención del presidente en CPAC fue a criticar a la prensa. Trump, que hace pocos años tuiteaba que "una fuente extremadamente fiable me ha dicho que el certificado de nacimiento de Obama es falso", censura ahora implacablemente que los periodistas recurran a fuentes anónimas. Llegó a decir incluso que "las 'fake news' son el enemigo del pueblo".
Y la mejor muestra de ello llegó apenas red horas después del discurso. La rueda de prensa diaria de la Casa Blanca fue cancelada, y en su lugar el portavoz del presidente, Sean Spicer, celebró una reunión informal. La prensa extranjera y los medios críticos con Trump, como los diarios 'The Washington Post', 'Los Ángeles Times', y 'The New York Times', las webs 'Poltico' y 'Buzzfeed', y las cadenas de televisión CNN, CBS, y ABC, no fueron autorizados a participar en la reunión.

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