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lunes, 27 de marzo de 2017

Una hispana en los pasillos de la coalición contra el IS

La soldado estadounidense Maylin Matute arregla un uniforme en la base de Bagdad. EL MUNDO
Una hondureña, enrolada en el ejército estadounidense, sirve en Bagdad como ayudante de un comandante de la alianza internacional
En la última década Maylin Matute ha mudado de vida varias veces. Con 15 años, hizo las maletas; dejó su Honduras natal y puso rumbo al "sueño americano". "Tuve una infancia un poco complicada en Honduras sin muchas oportunidades. Mi familia no tenía dinero", reconoce Matute al otro lado del hilo telefónico. "Mi madre emigró a Estados Unidos y consiguió la residencia. Gracias a ella pudimos viajar dos de mis hermanos y yo", relata en conversación con EL MUNDO. Al cumplir la mayoría de edad, la joven decidió enrolarse en las filas del ejército estadounidense. Desde hace cinco meses cumple misión en una base en Bagdad junto a los cientos de soldados estadounidenses desplegados en la capital iraquí en el marco de la coalición internacional que bombardea posiciones del autodenominado Estado Islámico y asesora a las fuerzas de seguridad del país árabe en la decisiva batalla por Mosul. "El IS (Estado Islámico, por sus siglas en inglés) es una amenaza global. Estamos aquí contra ellos y estamos haciendo todo lo que podemos", desliza la joven sargento.
Matute confiesa que la principal razón para enfundarse el uniforme que hoy luce fue la parálisis cerebral de Carlos, su hermano pequeño. "Fue muy difícil dejarlo en Honduras. Él fue mi verdadera motivación para ingresar en el ejército, lograr una vida mejor y ayudar a mi madre a que Carlos pueda reunirse con nosotros". Curtida en su primera misión en el indómito Afganistán, la hondureña representa a la nutrida legión de hispanos que forman parte del destacamento estadounidense en Irak, que tras las últimas remesas supera los 5.000 efectivos. "Hay una diversidad enorme. Hay mexicanos, puertorriqueños, dominicanos... Te puedes encontrar gente procedente de casi cualquier lugar del mundo", detalla la militar, que trabaja como ayudante personal del general Joseph Martin, comandante de las fuerzas terrestres de la Operación Inherent Resolve contra la organización yihadista. "Los generales tienen un horario muy exigente. Están volcados en la misión y el ejército les asigna la ayuda de un soldado", comenta la joven, una '92G' -una especialista en preparar el rancho en el argot del ejército estadounidense-.
"Soy su chef personal. Tengo que asegurarme de que come bien. Le preparo, además, sus uniformes y, cuando tiene que viajar, me ocupo de empacar sus cosas. También soy responsable de cocinar cuando se celebran reuniones y de cuidar que todo esté correcto", explica Matute, que sigue reivindicando sus raíces a más de 12.000 kilómetros de distancia de su patria. "Mi madre me envió una caja de 40 libras (unos 18 kilos) con todos los condimentos que te puedas imaginar", replica la emigrante entre risas. "A cualquier cosa que cocino le pongo caldo de pollo. No necesariamente hago comida hondureña pero todo lo que cocino tiene ese sazón especial que no lo tendría si no lo hiciera yo". Y es que, en su opinión, hasta el mínimo detalle cambia si se "hace con el corazón". "Mi madre me enseñó eso de pequeña. Siempre hay que trabajar muy duro por lo que uno quiere. Y eso lo aplico en todo lo que hago en mi vida desde que era una niña y tenía que levantarme sola, hacer la cama , fregar los platos o cuidar de mis hermanos".
"Aquí en el ejército -murmura- aprendí a cocinar al estilo americano pero nunca pierdo las raíces. Cualquier cosa que cocino siempre le pongo mi toquecito de hispana. A la gente le encanta. Es lo que sucede cuando se une lo mejor de los dos mundos". Llegar a Bagdad no resultó una tarea fácil. "El entrenamiento físico fue bastante pesado porque nunca en mi vida hice ejercicio. Lo que aprendí de mi trabajo durante estos años fue impresionante", admite acostumbrada ahora a librar jornadas maratonianas. "Comienzo a las 7 de la mañana y a menudo me quedo por aquí hasta las diez de la noche". Sus ratos libres los dedica al gimnasio y a continuar sus estudios a distancia porque su objetivo -confiesa- es hacer carrera en las fuerzas armadas. "Mi plan -esboza- es permanecer los 20 años que, como máximo, uno puedo estar en el ejército y llegar al rango de suboficial. Es un proceso de selección exigente en el que tienes que tener un título, atesorar experiencia y obtener buenas evaluaciones".
Nombrada "cocinera del año" en la base militar de Carolina del Norte de la que procede, Matute apunta que el galardón -obtenido tras una larga y reñida competición que unía habilidad en los fogones y pruebas de resistencia física- fue su pasaporte hacia las instalaciones de una coalición que integra una treintena de países, entre ellos, España. Con cinco meses de despliegue aún por delante, la soldado que llegó del sur no oculta la añoranza cuando habla de sus seres queridos. "Separarse de la familia es bastante duro pero al final del día merece la pena. En realidad, extraño mis dos países. Echo de menos mi casa en EEUU. Y a Honduras la llevo siempre en mi corazón. Estuve allá por última vez hace dos años pero pienso en ir a pasar la próxima navidad junto a mis abuelos".

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