El antropólogo maya Ezer May May advierte sobre los peligros de no tomar en cuenta la voz de los pueblos indígenas en la construcción de megaproyectos de infraestructura, como el Tren Maya que se proyecta para el sureste de México.
El Tren Maya es uno de los siete proyectos de infraestructura prioritarios para el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, según lo anunció el presidente electo. El proyecto consiste en echar a andar un "tren moderno, turístico y cultural" en varios estados del sureste mexicano que a mitad de agosto fue ampliado para incluir al estado de Yucatán.
La delegación yucateca de la Asociación Mexicana de Hoteles (AMH) pidió a López Obrador que incluyera a Yucatán en el trazado del tren; y el presidente electo se comprometió públicamente a que participen del proyecto.
Entre los destinos que se incluirán en el trazado se menciona a Cancún, Tulum y Bacalar que son pueblos en el Caribe mexicano; y también Calakmul y Palenque, zonas arqueológicas de las civilizaciones prehispánicas que ocuparon la Península; ahora, el Tren Maya enlazará también Valladolid, Chichen Itzá, Campeche y Mérida.
"En 2012 los empresarios yucatecos decían que el punto de partida del tren transpeninsular tenía que ser Cancún, había una fuerte exigencia con eso. Ahorita vemos que la voz de los empresarios yucatecos y quintanarroenses es nuevamente escuchada y aceptada inmediatamente", analizó Ezer May May.
En 2012, el por entonces presidente mexicano Enrique Peña Nieto había anunciado su propio proyecto de "tren transpeninsular" para el sureste, que también se licitaría como prioridad del inicio de su mandato.
"La idea del proyecto del Tren Maya es el fortalecimiento del turismo. El Fondo Nacional de Turismo (FONAUR) se va a encargar de la construcción de infraestructura. Es ingenuo pensar que todos vamos a ser ganadores en este asunto, el desarrollo turístico también ha incrementado la inseguridad, la violencia, criminalidad y delincuencia", sostuvo el antropólogo en conversación con Sputnik.
Hay dos puntos sensibles en los anuncios hechos hasta el momento en relación al proyecto. Por un lado, la nula mención a una consulta a los pueblos afectados. El antropólogo sostuvo que "la participación de las comunidades va perdiendo la importancia de su voz. La consulta para ejercer la libre determinación no es un mero capricho, sino un derecho reconocido", tanto nacional (en la Constitución mexicana) como en el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo.
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El segundo y principal peligro que señaló el antropólogo ante el avance del Tren Maya sin consideración de la voluntad de las poblaciones locales es provocar un "desplazamiento productivo". "Este riesgo se presenta cuando los megaproyectos cortan u obstruyen el desplazamiento de las personas para acceder a sus medios de producción" dijo.
Se refirió como ejemplo al efecto que tiene en el trabajo en el campo, cuando el proyecto corta el acceso a zonas de subsistencia y mucha gente opta por cambiar de actividad a raíz de eso. Cambia también su forma de vida: salen temprano de sus pueblos, viajan a las cabeceras municipales a trabajar y regresan a la noche a su comunidad.
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"El peligro es que abandonando el campo, abandonen los conocimientos relacionados al monte, la agricultura y su cosmovisión por pasarse al sector turístico, y pasen a vestirse de guerreros jaguares", sentenció.
Además de la cultura, la zona en cuestión también es hogar de fauna y flora autóctona, que habita la última extensión forestal de esa zona (en los límites entre Yucatán y Quintana Roo) que no ha sido urb
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