La Quinta Transformación
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La Cuarta Transformación se tradujo en llevar a México a la peor de sus crisis. Han pasado ya seis años que López Obrador llegó al poder, con sus 30 millones de votos. Pero el capital político con el que se coronó, se fue derramando como como agua en traste agujerado. ¿Por qué? Por la extrema ambición de posteridad que lo motivaba a él y su equipo, hoy saliente.
López Obrador parecía de verdad querer ayudar al pueblo, pero antes deseaba trascender a nivel histórico. No encontró el camino. Muchos confiaron en él, pero sus métodos y sobre todo las actitudes de elementos radicales cercanos, convirtieron las esperanzas de no pocos en ruinas y decepciones.
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Hoy que estamos en el 2024, podemos evaluar los daños. Para ello no hace falta escarbar en todo el sexenio: basta hacer una revisión del periodo en que fue presidente electo.
En esos tres meses de un lejano 2018, Obrador bajó 9 puntos en la aprobación de la ciudadanía, según una encuesta de El Universal, aparecida un 26 de noviembre de ese año.
En esos tres meses de un lejano 2018, Obrador bajó 9 puntos en la aprobación de la ciudadanía, según una encuesta de El Universal, aparecida un 26 de noviembre de ese año.
Había hecho, durante esos 90 días, una consulta para que se votara para escoger qué aeropuerto construir, si el de Texcoco o el de Santa Lucía. Esa consulta no tenía legitimidad porque la metodología era totalmente inaceptable. Luego vinieron otras consultas, igualmente irrisorias, que sólo servían para intentar dar sustento a decisiones ya tomadas.
Los gobernadores del PAN y el de Jalisco se opusieron a la figura de los superdelegados estatales, que a la postre desplazaron en todo a los mandatarios estatales, elegidos legalmente en las urnas. Los superdelegados fueron una suerte de golpismo del poder central contra los gobiernos de las entidades. Algunos estados incluso plantearon separarse de la “federación”, ya que no había una verdadera federación, si no una dictadura centrista.
Los programas asistencialistas que regalaban dinero a diestra y siniestra, por supuesto no acabaron con la pobreza, como podía adivinarse desde el 2018, cuando los expertos financieros estimaron un crecimiento de sólo 1.9% anual para 2019.
La Guardia Nacional fue una monumental improvisación. Daba miedo una corporación operada desde lo militar.
A los corruptos de años previos a su administración, se les perdonó.
Pero la misión principal de Obrador, que era separar al poder político del económico, no se logró en lo más mínimo. Porque no supieron ver en ese gobierno, que ese fenómeno es de carácter mundial y no responde a una lógica nacional. En todo lugar del orbe el poder es más basado en lo económico que en otra cosa. Eso parece irreversible.
Lo que sí hubo fue la sistemática puesta en crisis de las instituciones, que perdieron poder, e independencia. El presidencialismo se acentuó, pero al final los índices de aprobación de Obrador quedaron muy por debajo de lo que se esperaba.
Por eso hoy empieza la Quinta Transformación, que consiste en restaurar las instituciones, retomar un fiscal general no carnal, independiente y autónomo, y otro anticorrupción; un instituto electoral independiente, comisión de derechos humanos empoderada, instancias evaluadoras y reguladoras, libres, ciudadanizadas, gobiernos estatales y municipales soberanos…
La Quinta Transformación carece de caudillos. Somos los ciudadanos unidos, nada más, echando pala, para la reconstrucción de la democracia. Después del temblor…
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